XXI

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Desperté con la sensación de no haber descansado, me encuentro agotada, sin energías para afrontar un día más en el hospital. Busco mi celular y lo encuentro bajo mi almohada con mensajes de Ino, Naruto y otros que tenía sin responder.

Decido que lo mejor es ducharme, me abrazo a mí misma bajo el agua y observo mi vientre que poco a poco se va haciendo notar, debía ser fuerte, pase lo que pase, por Sarada.

En mi oficina donde atiendo a mis pacientes y como es de costumbre, Ino está aquí, me sonríe pero rápidamente su expresión cambia a una de preocupación.

-Sakura ¿Qué ha pasado? – Ella se levanta de su asiento y toma mis hombros – Siento haber llamado ayer a Sasuke, pero tuve terror de que algo pudiera ocurrirles –

La observo e intento sonreír pero no resulta y las lágrimas se acumulan en mis ojos, sin embargo me esfuerzo en no derramarlas.

-Ni siquiera sé yo que ha pasado Ino, no me hagas explicar algo que no puedo –

Me siento en mi escritorio y comienzo a sacar los expedientes de los pacientes que hoy atendería ante la mirada de preocupación de Ino.

-Lo siento Sakura, no quise causarte problemas – Ino tomó mis manos apenada –

-No estoy molesta Ino – la observé a los ojos – actuaste desde el amor y siempre agradeceré eso-

Intenté concentrarme en el trabajo con todas mis fuerzas hasta la hora de almorzar, una llamada entrante hizo vibrar mi teléfono, es mi madre.

-Sakura querida, buen día – saludó con su voz derrochando felicidad - ¿Nos vemos mañana?-

No, definitivamente no tenía ganas de verla mañana. Mi madre es quien mejor me conoce en la vida, no puedo pretender ser fuerte con mi madre, cuando estoy con ella solo soy yo, la Sakura que es sensible, que ama mucho, que busca complacer a todo el mundo, que se contradice, en fin, solo bastaría una mirada de mi madre para que se pudiera dar cuenta que soy un desastre ahora mismo.

-No creo que pueda, tengo trabajo, ya sabes- intenté sonar lo más convincente posible –

Mi madre comenzó a reír dejándome confundida.

-Mañana es la cena para celebrar el ascenso de Sasuke, despistada – dijo burlándose de mí –

Mierda, lo había olvidado por completo.

-Oh...verdad – dije sin ánimo –

-¿Está todo bien querida? – mi madre sonó preocupada –

De inmediato se acumularon lágrimas en mis ojos y un nudo se formó en mi garganta. Tragué saliva con dificultad.

-Por supuesto, nos vemos mañana – intenté sonar animada –

Esperaba haber sido lo suficientemente creíble para no preocupar a mi madre... ¿Sería una buena idea ir a esa cena? Sasuke me había invitado, pero eso había sido antes que explotara todo el drama de ayer.

Como si Sasuke estuviera invadiendo mi mente, en ese instante mi teléfono vuelve a vibrar, es un mensaje de él:

¿Iras a la cena mañana?

¿Qué se supone que deba responder a una pregunta a la cual no te tengo una respuesta? Decidí que la verdad;

No lo sé, no sé si sea una buena idea.

¿Quieres que yo esté allí mañana?

Puedo inventar que tengo trabajo, que enfermé, alguna cosa.

Su respuesta no se hizo esperar, dejándome sin palabras:

Yo necesito que estés allí mañana, eres mi familia.

Estoy dispuesto a reparar lo que sea que haya roto si me das otra oportunidad.

Nada ha acabado para mí.

No soy capaz de seguir respondiéndole y al llegar al apartamento por la tarde una sensación de soledad atraviesa mi pecho. Me recuesto en la cama y acaricio mi barriga rogando sentir a Sarada otra vez pero el cansancio llega a mí y siento como mis ojos se van cerrando sin poder hacer nada al respecto.

Despierto con hambre a causa de no haber cenado ayer, así que desayuno panqueques de avena con mantequilla de maní y fruta. Hoy se realizaría la cena y eso me tenía ansiosa, quería ver a Sasuke, necesitaba hablar con él aunque ni siquiera sabía que de decirle, una sensación horriblemente frustrante.

Después de mi trabajo en el hospital fui a casa, me di una ducha y arreglé mi cabello haciendo alguna ondas en las puntas y me maquille lo mejor que pude. Había escogido un vestido plateado corto que no era ajustado, no es momento de Sarada todavía, pero lo sería pronto, sin duda estoy deseando que la cena pueda acabar bien y anunciarles a Sarada esta misma noche, pero eso estaría por verse.

Escogí unas sandalias con un pequeño tacón y un abrigo negro elegante. Me observé en el espejo y sonreí, me veía bien, bastante bien. Nunca fui buena en admirar mi belleza a pesar de constantemente recibir halagos, esperaba que Sasuke pudiera verme de la misma forma que me sentía en este momento, hermosa.

Recordar a Sasuke me hizo sentir triste, observé la hora y para mi mala suerte, ya se me había hecho tarde y sabía con certeza que mi madre se pondría furiosa.

¿Tenía sentido ir a esa cena todavía? Estoy dudando. Eran casi las ocho de la noche, seguramente ya llegaron todos los invitados y mi presencia estorbaría o no le haría falta a Sasuke, no es como si todo estuviera bien entre nosotros.

Mi teléfono en ese instante vibró y pude observar en el identificador quien era.

-¿Sakura? –

-Naruto – dije con tristeza - ¿Todo bien? – intenté sonar despreocupada –

-¿Dónde estás? – Dijo con preocupación – Están casi todos aquí y aunque Sasuke me pidió que no te llamara no pude evitar hacerlo –

-Yo...no sé si sea buena ir Naruto –

A través del teléfono escuché su voz, su voz diciéndole a Naruto;

"¿Estás hablando con ella? entrégame tú teléfono por favor"

Respire profundo, esto sería difícil.

-Sakura – juro que oír mi nombre con su voz mató una parte de mí, sonaba increíblemente triste  - ¿No vendrás? –

-Sasuke yo...- mis nervios se hicieron presente, no sabía que decir – Quizá sea lo mejor para ti si yo no estoy allí –

-Entiendo – su voz sonaba decepcionada – Supongo que Itachi tenía razón y te he perdido –

No.

Sus palabras de inmediato me hicieron reaccionar, movería mi maldito trasero hasta allá. Me puse de pie y tomé las llaves del apartamento, tenía que ir hasta allí.

-Sakura, si ya tomaste una decisión y no quieres continuar con nuestra relación lo entenderé – admitió derrotado – he sido un mierda contigo y no te merezco –

Cerré la puerta del apartamento y subí al elevador.

-Pero si aún tengo una oportunidad en tu corazón, te lo suplico, por favor ven, no me dejes solo - 

Un nudo en mi garganta me impidió hablar.

-Sasuke yo no...- no había sonido al otro lado de la línea - ¿Sasuke? –

Observé mi teléfono y me maldije por haberlo cargado por última vez hace dos días, el maldito aparato se había apagado.

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Fingiendo ser plebeya  P.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora