La fiesta II ~Lucas~

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                          ~Lucas~    

      No sabía muy bien la razón por la que había seguido a Li cuando la había visto entrar por la puerta de la despensa, el caso es que lo había hecho y ahora nos encontrábamos los dos encerrados, porque sabía perfectamente que esta puerta se quedaba atrancada siempre. 

      Me quedo en el sitio unos segundos, observándola. Estas semanas no me había parado ni siquiera a mirarla o a dedicarle un par de palabras, porque simplemente no quería. Sabía que no iba a servir de nada remover el pasado y para ello necesitaba alejarme de ella, pero en esta ocasión... Había veces en la que mi instinto y los impulsos hacía que ocurrieran este tipo de cosas. Una parte de mí necesitaba comprobar que seguía siendo real, que después de aquella noche ella siguió existiendo, que no fue alguna especie de sueño.

      Escucho como suelta un suspiro llevándose una mano a la frente.

— ¿Se puede saber por qué has cerrado la puerta?

— ¿Se puede saber por qué no voy a poder cerrarla?

      Empiezo a caminar sin prestarle mucha atención, repasando la pequeña habitación. Me paro en un rincón a inspeccionar algunos de los cajones como si estuviera buscando algo, aunque en realidad no tuviera ninguna excusa razonable para encontrarme allí.

—Sabes que la puerta no se puede abrir, Lucas. —Me giro un poco para ver su expresión y siento como está intentando calmarse para no perder los nervios. Vuelvo a girarme esbozando una sonrisilla tonta al presenciarla así.

—No sé de qué me hablas. He venido aquí a buscar algo para beber y se ha cerrado la puerta. —Cierro los cajones a la vez que me giro para volver a mirarla. Escucho como Lili bufa en bajito sin creerse ninguna de mis palabras.

—La puerta se ha cerrado por arte de magia, ¿no? —Pregunta irónica soltando una risita, como si no diera crédito. Yo encojo mis hombros y me acerco hasta donde se encuentra ella, dejando nuestros cuerpos a tan solo unos centímetros de distancia, y me inclino hacia ella. Siento su respiración acelerada cuando coloco mis labios cerca de su oreja para susurrar las palabras que había retenido durante demasiado tiempo.

—Igual que tú desapareciste de la noche a la mañana. Hay cosas inexplicables, Lillian. 

      Me aparto cogiendo un botellín de cerveza que se encontraba en la encimera justo detrás de Li, todavía sin mirarla. Me siento en un rincón de la pequeña sala después de coger un abridor, y al pasar unos instantes la miro. Estaba apoyada en la encimera, totalmente quieta, pensativa y con la cabeza ladeada como si no quisiera que le viera, aunque podía hacerlo perfectamente. ¿Por qué se comportaba así? No tenía ni puta idea de cómo sobrellevar esta situación, y eso me ponía de los nervios. Durante estas semanas seguí pensando sobre las palabras que me había dicho Pedro, y por algún motivo odiaba que tuviera razón. Necesitaba respuestas y necesitaba hablar con ella, pero había algo que me retenía, que no me dejaban formular la pregunta que tantas veces se había repetido en mi cabeza.

      Suelto un suspiro llevándome la cerveza a los labios. Verla ahí de pie, tan lejos de mí... en otro momento hubiera sido muy diferente y ese pensamiento dolía. Después de unos cuantos minutos Li también había decidido sentarse. Los dos nos encontrábamos en esquinas paralelas, yo al final de la sala y ella al lado de la puerta. Le doy un último trago a mi bebida y decido levantarme para ir a por otra. Me acerco a la encimera y cojo la bebida, pero en vez de volver a mi sitio me quedo quieto unos segundos para después dedicarle una mirada rápida a Li.

— ¿Quieres una? —Li levanta la mirada conectando sus ojos directamente con los míos. Los dos nos quedamos en silencio, observándonos. Intentando comprendernos, y yo intento buscar algún tipo de respuestas a su comportamiento. Lo único que encontré fue un gesto de cabeza negativo—. ¿Has dejado de beber?

Solo nosotros y después el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora