El beso ~Lucas~

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                       ~Lucas~

~Hace seis años y diez meses~

— ¿Por qué no me dejas verlo?

      Escucho como bufa a la vez que se tumba en la toalla, sin ni siquiera molestarse en mirarme. Hacía una semana desde que Li decidió hacerse el tatuaje, y entre los ensayos y las clases no habíamos tenido tiempo de estar juntos hasta hoy. Suelto un suspiro e imito a Lili. Cruzo los brazos para colocarlos debajo de mi cabeza, y cojo una gran bocanada de aire. Esta semana separado de Li se me había hecho eterna, y ahora... quería que el tiempo se ralentizase para limitarme a escuchar su respiración.

—Eres un pesado, ¿lo sabías? —Desvío mi mirada hacia el lado, para encontrarme a una Li con una sonrisa burlona y con los ojos cerrados. Parecía orgullosa de su comentario, pero yo también sabía jugar a ese juego.

—No sé si te acordarás de lo que pasó en las calles de Málaga. —Elevo una ceja y acerco mi cuerpo al de ella, llevando mis manos a sus costillas. Despacio, aproximo mis labios a su oreja sintiendo la respiración de Li más entrecortada—, pero si quieres puedo hacer que lo recuerdes.

—Oh, no. Te aseguro que no hace falta.

      Veo como rueda sobre ella misma, separándose rápidamente de mí. La observo con los ojos muy abiertos, como si me hubiera ofendido su respuesta, pero no tardo mucho tiempo en soltar una risita suave.

—No tenía ni idea de tu destreza —ironizo—. Cada día me sorprendes más, Lillian. —Le sostengo la mirada completamente serio, viendo como ella cierra los ojos aguantando las ganas de mandarme muy lejos de aquí. Finalmente los abre, soltando una profunda exhalación.

—Lucas —dice con una voz apaciguadora, queriendo no enfadarse como siempre lo hacía cuando la llamaba por su nombre completo.

—Dime, Lillian. —Sonrío para mis adentros, orgulloso de la mueca que intenta evitar hacer Li con su cara, pero que irremediablemente hace. El primer día en el que nos encontramos, en esta misma playa, no debió decir que no le gustaba su nombre completo. Si la Li de ese día hubiera sabido que usaría ese dato como arma de doble filo, nunca lo hubiera contado.

—Quiero hacer un trato contigo. —Se sienta como un indio y yo elevo las cejas, divertido.

—Un trato —repito haciéndome a la idea. Esto, viniendo de Li, se iba a poner demasiado interesante.

—Sí, ¿no me has escuchado? —Bufa, poniendo los ojos en blanco y al hacerlo siento como una carcajada imprevista sale de mí. Lili abre aún más los ojos, advirtiéndome que no debía de haber hecho eso. Sin querer, vuelvo a reírme y Li se inclina hacia mí con intención de empezar a pegarme. Paro de reírme, y todavía con una sonrisilla en los labios, atrapo sus dos manos con las mías.

— ¿Qué pensabas hacer, señorita? —Enarco una ceja, utilizando un tono más grave de lo normal.

—Pegarte.

—Además de ágil, matona. ¿Hay algo más que no me cuentas acerca de ti, Lillian? ¿Acaso también eres stripper y no me lo habías dicho?  No me importaría ver una demostración. —La repaso con la mirada y siento como las mejillas de Li obtienen un tono más rojizo.

—Eres un guarro. —Se libra de mi agarre y cruza los brazos molesta—. ¿Puedo acabar de hablar y proponerte mi oferta? Si eres tan amable, claro.

—Soy la persona más agradable que conoces —le incrimino con un dedo cuando veo que tiene intención de rebatir. A medio camino, cierra la boca cuando le advierto que iba a ser mejor si no decía nada más. Sonrío un poco cuando se queja, impaciente—. Después de haberme dado la razón, sin protestar en ningún momento —ironizo—, puedes explicarme en qué consiste el trato.

Solo nosotros y después el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora