El ensayo ~Lucas~

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                              ~Lucas~                                                                

—¡Hey, Lucas! ¿Repasamos un poco más el repertorio?

      La voz de Pedro hace que aparte la mirada de las cuerdas de mi guitarra para dirigirla hacia él.

—¿Otra vez?

—Hoy es el primer día que tocamos. No quiero cagarla, tío.

      Cuando nos dieron la oferta de tocar en este bar Pedro fue el primero en decir que sí. Él es el vocalista del grupo y la persona más responsable que he conocido en la vida. Siempre tiene las cosas claras, y hasta que no consigue lo que quiere es incapaz de frenarlo. 

      Lo conocí en el instituto, tan solo cuando era un renacuajo. Desde ese entonces hemos ido creciendo juntos. Se puede decir que es mi único amigo de verdad, y a veces se comporta como si fuera mi padre. Si no fuera por él quizás estaría por ahí tirado en algún rincón de Málaga. Porque después de lo de Lili, me perdí... Dejé por un tiempo al lado la música, todo lo que me recordaba a ella, pero el siguió insistiendo en que tocara. Siguió buscando oportunidades y mientras tanto yo intenté dejar que pararan de sangrar las heridas más grandes, aunque siguiesen abiertas. Volví a coger la guitarra, y dejé que los dedos se acostumbraran otra vez a las cuerdas. Convertí la música en mi terapia. Y seguí caminando, aunque los recuerdos aún se cuelen por algún rincón que no he conseguido cerrar.

—Solo una vez más— Digo mientras me recoloco las gafas de sol —. Estoy agotado.

—Lucas, eh. Mírame.

      Con esfuerzo clavo sus ojos en él. Sé que está resentido conmigo. Todo este finde semana he desaparecido, y también sé que le debo una explicación. Pero simplemente no quiero hacerlo. Lo único que quiero es que deje de preocuparse por mí. Que ya soy mayorcito.

—¿Empezamos tocando la canción de...?

—Shh, no me cambies de tema— Su voz tiene entre una pizca de enfado y preocupación—. No quiero agobiarte, ni te voy a hacer preguntas sobre donde te has metido todo este finde. Pero quiero que sepas que esta oportunidad es tan importante para mí como para ti. No la fastidies. Cuando subas a este escenario deja todo lo que te esté rondando por la cabeza. ¿Vale?

—Que sí, joder. Que estoy bien. No hace falta que me des la chapa. Lo tengo todo bajo control.

      Pedro me mira otra vez con esa mirada entre pena e inquietud en los ojos, y no puedo evitar que me entren ganas de pegarle un puñetazo. Pero me aguanto las ganas de partirle la cara y empiezo a tocar la guitarra.

      Comenzamos con la primera canción del repertorio. Una canción lenta y con acordes menores dándole a esta una melodía melancólica. Las siguientes canciones se van animando y su ritmo es más fiestero y cañero. La voz de Pedro combina a la perfección con los acordes de mi guitarra. Siempre hemos combinado bien en ese sentido. Tan solo con el primer rasgueo de su voz puedo intuir cualquier cosa que vaya a cantar y ni si quiera hace falta que tenga una partitura delante.

      Tocamos la última canción de la lista. Estiro los dedos por el esfuerzo que me supone estar una hora y pico tocando. Coloco la guitarra en el soporte y al levantarme me extiendo tensando mis extremidades. Estoy a punto de coger mi chaqueta y largarme, pero me doy cuenta de que Pedro no para de seguirme con la mirada.

— ¿Y ahora qué quieres? —Repongo.

— ¿Tienes que contarme algo?

      Dejo que salga de mi boca una gran bocanada de aire. Otra vez con el rollito de padre sobreprotector.

Solo nosotros y después el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora