La fragilidad ~Lucas~

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                        ~Lucas~

      No podía quedarme más tiempo ahí parado, mirando a un edificio del cuál no paraban de salir y entrar familiares que seguramente venían a visitar a algún enfermo. Tampoco quería ni imaginar la idea de encontrarme con ningún miembro de la familia de Li y que eso significase que tuviera quedar demasiadas explicaciones de por qué me encontraba aquí. Esas razones y la inquietud que agolpaba mi pecho hacen que comience a caminar sacando el teléfono del pantalón. Compruebo que tengo una llamada perdida de Pedro. Le escribo para decirle que le llamaré más tarde y después de hacerlo marco el número de mi hermana. Me llevo una mano al pelo despeinado mientras me impaciento cuando no contesta a mi llamada. Todavía caminando en dirección contraria al edificio, la pantalla de mi móvil se enciende mostrando el nombre de mi hermana.

—Luna, creía que me estabas evitando. —Intento sonar gracioso, pero mi hermana permanece callada detrás de la línea que nos separa.

—Siempre tan oportuno, Lucas —bufa y frunzo un poco el ceño por lo que dice.

— ¿He interrumpido algo?

—Afortunadamente, no —suspira y yo freno un momento mi caminata para escucharla mejor—. Acabo de salir de una entrevista de trabajo —confiesa.

      En ese momento una gran felicidad e ilusión me recorre todo el cuerpo. Mi hermana era una chica demasiado buena e inteligente. La licenciatura de fotografía consiguió terminarla el año pasado, un año antes de lo previsto. Sonrío por fuera y para mis adentros. Lo que me acaba de decir era increíble. 

— ¿Y de qué se trata? ¿Te lo han dado? ¿Cuándo empiezas? —Empiezo a preguntar rápidamente y mi hermana suelta un bufido, molesta.

—Por favor, Lucas. Deja de reventarme la oreja. —Río y ella también lo hace—. ¿Dónde estás?

      Sus palabras despreocupadas hacen que una tensión repentina aparezca en mí. Se me había olvidado por completo avisar a mi hermana de que me encontraba en Málaga. Me paso una mano por la cara sin saber dónde meterme. Si le contaba ahora mismo a mi hermana que me encontraba en la misma ciudad que ella seguramente se pondría a gritar histérica, y no era lo que más me apetecía escuchar. Después de unos segundos en los que mi cabeza no paraba de ir a mil para buscar algún tipo de solución, mi hermana pronuncia mi nombre para asegurarse de que sigo en la llamada.

— ¿Lucas?

      Miro hacia los lados y suelto un suspiro.

— ¿Dónde estás?

      Mi hermana duda antes de responder, como si esa pregunta le hubiera pillado totalmente por sorpresa. 

—Cerca del Parque del Oeste. —Su respuesta hace que mentalmente dibuje un mapa desde el hospital hacia el parque. Está lejos si quiero ir andando, pero si cojo un taxi... —. ¿A qué viene esa pregunta? —El tono de voz molesto de mi hermana me saca de mi repentino ensimismamiento, pero no le hago demasiado caso y dirijo mi mirada desesperada por la carretera, a la espera de que algún taxi pasase cerca—. ¡Lucas! ¡Te estoy hablando, joder!

—Esa boca —le advierto, esta vez sin ninguna pizca de intención para sonar gracioso. Aunque mi hermana sí se ríe. Ignoro su risa estridente a la vez que suspiro cuando un taxi pasa por la calle. Lo paro con la mano y me monto rápidamente en el vehículo. Antes de indicarle al conductor la dirección, termino la conversación con mi querida hermana—. Ve para allá.

— ¿Qué? ¿Hacia dónde, Lucas? —Suena como si estuviera cansada de que le estuviera gastando una broma pesada y hasta creo que finaliza la llamada cuando no la escucho por un momento. Sin embargo, la escucho maldecir al otro lado de la línea y me aseguro de elevar lo suficiente el tono de voz para que capte las palabras que pronuncio al conductor.

Solo nosotros y después el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora