Solo nosotros y después el mundo

Encuentros II ~Lili~

                               ~Lili~

—Hola Lillian.

      Su voz abarca todos mis sentidos haciendo que se desborden. No podía ser verdad. No podía ser él. Tenía que ser otra persona de la universidad. Más bien debería estar soñando. A lo mejor sí que me quedé dormida en la residencia y se me pasó ponerme la alarma para quedar con Claudia. Pero al volver a mirarlo reconozco su cicatriz encima de la ceja derecha y las múltiples pecas que pintan su cara, algo tan característico en Lucas.

      Veo como levanta el brazo para hacerle una seña al camarero y cuando se acerca le pide una copa.

     Noto como mis pulsaciones se disparan y lo que más me da coraje de todo es que no pueda controlar todas estas emociones. Se supone que ya somos adultos, joder. Me debería de comportar como lo haría una persona que ha visto a un viejo amigo de la infancia, no como una quinceañera que no ha estado cerca de un tío en su vida.

      Cuando aparta la mirada un momento sobre mí, intento recomponerme. Cojo aire y analizo la situación. Solo somos dos conocidos, que se han reencontrado en un bar y tienen que ponerse al día sobre su vida. Aparentar cierta felicidad por un rato. Hacerle creer que estoy bien sin él. Así que pienso con coherencia lo que voy a decir, intentando que mis nervios no se noten al hablar.

—¿Y qué haces tú por aquí? Creía que te iba bien por Málaga...

      Le miro intentando comprender sus expresiones, pero poco puedo entrever de lo que está pensando. Tiene entre sus manos la cerveza que hace pocos segundos le ha traído el camarero y la está observando fijamente. Cuando pasan los minutos empiezo a creer que tal vez no me ha escuchado por la música, pero veo como se sienta mejor en el taburete y gira su cuerpo para quedarse en frente a mí.

      Entonces no puedo evitar sentir un vuelco en el estómago, al ver que sigue exactamente igual. Su pelo sigue siendo de un castaño, que a causa del sol ha obtenido reflejos más claros. Sin querer se me vienen a la cabeza algunos momentos, la playa de Málaga, nuestras conversaciones... Todo lo que fuimos construyendo sin darnos cuenta y acabó siendo algo tan grande que no pudimos sostener, por lo menos yo no podía. Intento espantar todos esos recuerdos y me fijo en sus ojos. Entonces sí que no puedo evitar que esos colores me colapsen, porque noto como en esas tonalidades verde y marrón hay sentimientos escondidos, palabras nunca dichas...

      Me doy cuenta de que él también me está observando, pero no de la misma forma que yo. Sentía que estaba buscando respuestas. Como si estuviese buscando algo que se le hubiera perdido en mí. Tras darse cuenta de que estaba siendo consciente de su estudio aparta la mirada y le da un trago a su cerveza, para luego volver a mirarme.

—No sé si te acordarás de la banda de música que tenía. —Hago un gesto con la cabeza para afirmar—. Hace un mes nos llamaron para ofrecernos un espacio para tocar unos cuantos dias a la semana. Creímos que era una buena opción para avanzar en nuestra carrera. —Toma un último trago de su bebida y pide otra cerveza al camarero.

—Esa es muy buena noticia. Me alegro mucho por ti, de verdad.

      Y lo decía en serio. Siempre había sabido que su sueño era tocar. Daba igual donde y en qué magnitud. Él siempre había querido vivir de la música y me alegraba saber que la vida le estaba dando los frutos a su esfuerzo.

—¿Y qué hay sobre tu vida? —Me mira con algo en los ojos que no sé cómo explicar. Como si yo no estuviera allí delante. Como si fuera una visión difuminada.

—He estado muy contenta durante mis años de carrera. Es mi pasión, ¿sabes? La psicología. El poder ayudar a las personas. —Tras mi confesión distingo como se remueve en el asiento, inquieto—. Este es mi último año de carrera. Después pienso hacer un máster y supongo que más tarde tocará buscar trabajo... Aunque no sé si me quedaré en Madrid o volveré por Málaga.