[8] Dysphoria

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KiBum se reprime las lágrimas, Jinki está cambiándose para irse al trabajo. Su esposo le da unos golpes a su cabello para mantenerlo peinado y le sonríe a través del espejo. No quiere que se vaya, necesita que esté ahí con él porque no está dispuesto a estar solo con su bebé.

TaeMin apenas tiene dos meses y Key ya no sabe qué hacer para cuidarlo bien, a veces solo está dándole de comer cuando se pone a llorar, desconcertado por la tristeza que le acarrea tener que cuidar de su propio hijo.

     —Ya me voy, Bammie. —Jinki se inclina para darle un beso en los labios y acariciar la fría mejilla de su esposo—. TaeMinnie ya comió, y tú no olvides desayunar. Vendré para la hora de la comida.

     —Jinki... —susurra, los dedos rígidos de KiBum se entierran en el cabello del mayor, como un último llamado para que se quedara a su lado—. ¿No puedes venir más temprano?

A Jinki le pesa tener que negar con la cabeza.

No es un ciego para ver que su esposo no ha tomado de la mejor forma la paternidad. Los médicos dijeron que se trataba de una depresión post parto, sin embargo, KiBum a veces parecía adorar a TaeMin, le besaba las mejillas y le tomaba muchas fotos que terminaban en los chats de todos sus amigos.

     —Solo son un par de horas. Estarás bien, cariño.

     —Está bien.

No le duele que KiBum le dé la espalda después de su respuesta. Dentro de él está el hombre que ama a su hijo, que se emociona por cualquier cosa y que se ríe con facilidad, por ahora, está un tanto perdido. Entre emociones, la alegría no ronda por ahí a menudo.

Jinki le da un vistazo rápido a la cuna antes de irse. TaeMin por suerte es un bebé que duerme plácidamente, así que KiBum tendrá tiempo suficiente para hacerse a la idea de que tendría que convivir con él.

     —¿Por qué tienes que llorar? —pregunta sin escuchar respuesta. Detesta los gorgojeos que TaeMin hace, sus jadeos incontrolables y la incipiente necesidad de atención—. Papá no está ¿Bien? No es fácil para mí tampoco.

Prefería mil veces cambiarle el pañal que darle de comer, porque su madre le dijo que los bebés desarrollan un vínculo especial con su gestante, TaeMin buscaba verlo a los ojos cuando comía y enredaba sus pequeños dedos en su pecho, sonreía a la más mínima expresión de Key y se pegaba a él.

¿Por qué la felicidad nunca llegó?

Tiene otros amigos con hijos, llenos de emoción por la llegada de un nuevo miembro, y todos se lo dijeron, que era muy diferente para cada uno de los padres, que él, al ser quien tuviera a TaeMin, la conexión sería mil veces más especial e inmediata.

La punzada de culpa por desear nunca haber tenido a su hijo lo presiona todos los días.

No le gusta tener que despertarse a mitad de la noche, que los llantos de TaeMin le alzaran de los vellos de la nuca, ni qué decir de la atención que el bebé robaba de su esposo, Jinki y apenas le presta atención por estar con su hijo, el día empezaba con TaeMin y terminaban con TaeMin también.

Quiere su vida de antes, sus rutinas, su cuerpo... Poder ir a su oficina y trabajar en sus diseños, lamentablemente lo tuvo que dejar gracias a que las cosas se complicaron en su embarazo. En ese entonces, había llorado de emoción, Jinki y él eran tan felices desde que se enteraron.

Pero cuando TaeMin nació...

La euforia que dijeron que experimentaría nunca apareció. Ver a su hijo es el recordatorio de todo lo que llegó a tener y que perdió. Quería ser de esos padres que dicen que el sacrifico valía la pena, pero cuando tienes un bebé que necesita de ti todo el día sin descanso, esa espléndida recompensa no llega de golpe.

Es molesto tener que contestar preguntas que quisiera responder con un 'Soy tremendamente infeliz', porque eso es lo que siente, una infelicidad que no se termina. Todos los días quisiera regresar el tiempo y decirse a sí mismo que no tenga un hijo, que Jinki lo va a entender y que así seguirían siendo felices.

     —¿Ahora qué? —dice cuando TaeMin hace el amago de querer volver a llorar y él le acompaña en las lágrimas—. No sé qué quieres... Ya comiste, estoy aquí contigo y para ti no es suficiente, no te entiendo Taem.

El infante rompió en un llanto fuerte y KiBum le tocó la cabeza y la pancita para descartar fiebre. Le revisó la boca y no estaba de un color diferente, su estómago estaba mullido y no lloró cuando lo presionó más.

     «Los bebés sienten más de lo que la gente cree, necesitan de cariño y afecto para estar tranquilos».

     —No puedo hacer nada hombrecito, solo deja de llorar. —Palmeó quedito la espalda del menor, balanceándose deprisa para ver si así se calmaba. Los gemidos se fueron haciendo más suaves y la respiración de TaeMin se acompasó, cuando se lo separó del pecho, ya estaba dormido y sus lágrimas estaban acumuladas en los expresivos ojos.

Con cuidado le retiró las lágrimas al bebé con un pañuelo y él siguió llorando en silencio. TaeMin es un bebé bonito, con esos labios regordetes que le recuerdan a los de Jinki, o su cabello suavecito. Cada que alguien lo ve, no dudan en hacerle saber que tiene un hijo precioso, que ha tenido suerte de ser su padre.

¿Se le puede llamar suerte?

Infortunio es lo que es. De todas las personas que existen en el mundo ¿Por qué tenía que pasarle esto a él? No pudo regresar a casa con su hijo entre brazos, prefería dejárselo a Jinki, o si su madre venía para ayudarlo era el único momento en donde podía sentirse tranquilo. Y sabe mejor que nadie que con sus acciones le estaba partiendo el corazón a su esposo.

«Solo han pasado dos meses» se dice a sí mismo, como si el pensamiento le ayudara a atraer la forma correcta para amar a TaeMin. Es terrible que quiera enmendar sus acciones por miedo a perder a Jinki y no porque se sienta mal con su hijo, de todos modos es un bebé, uno que por ahora no tiene gran raciocinio y percepción.

Es capaz de aguantar todo por Jinki, así no perderá al amor de su vida y no por el miedo de que su hijo no se sienta amado por él. 

It's Never Time [SHINee]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora