Apenas me levante hice mi rutina de siempre. Mientras bebía mi café frio, leía algunas fotocopias que me mandaba los profesores de Psicología. No falta mucho para que pronto empiecen los exámenes finales, pensar en eso me pone nerviosa, porque si apruebo las cinco materias que me faltan por rendir, a fin de año me entregan mi título.
Sentí vibrar en mis piernas mi celular. En la pantalla aparece un número desconocido pero sé perfectamente quien es: Bastian.
- Buenos días. - Su voz suena alegre.
- Buenos días para ti. - Dejo los papeles aun lado.
- Mis padres quieren invitarte almorzar para hablar sobre ese tema, puedes traer a Emanuel si quieres.
- De acuerdo, ahí estaré. - Me levanto, y camino hacia las escaleras.
- Nos vemos dentro de dos horas.
Antes de meterme al baño, le envié un mensaje a Esteban. Un viejo amigo de mi padre, él también estuvo en ese negocio, nunca le había preguntado qué hacían esa empresa, no iba muchas personas, ni tampoco cualquier persona, iban los que tenían acceso a entrar a ese lugar.
"Hola Esteban. Tengo una reunión con unos vecinos. ¿Podrías encargarte durante unas horas de Emanuel? Por favor, será rápido."
Esteban no mentía que siempre estaría para mí cuando lo necesitara. Al instante me contestó diciéndome que vendría en una hora, eso sería suficiente para tener un poco de privacidad para prepararme.
Recuerdo que una vez nos habían invitado a una cena. Mi madre siempre fue muy conversadora con las señoras mayores, se gana el respeto y también se llevaba una amistad en cada lugar al que iba, cuando llegamos aquí había una señora que se llamaba Estela que siempre nos invitaba a cenar, almorzar o algunas veces en las tardes a tomar un té en su jardín. Murió un año después que mis padres, estaba en soledad y se llenó de tristeza.
La casa de Estela sigue vacía, no hay nadie que lo alquile, y parece que sus hijos no quieren ponerlo en venta. Sé que esa señora tenía mucho dinero, cosas muy valiosas dentro de su habitación: joyas, collares de un muy buen material, aretes de oro blanco, plateado, y hasta vestidos importados. Muchas señoras que aún siguen aquí la recuerdan por ser muy coqueta, siempre se vestía muy bien en las mañanas y salía a su jardín a beber una taza de té con unas masas bañada en chocolate. Algunos de sus hijos eran abogados, fiscales y trabajaban en el centro de Londres y también viajaban alrededor del mundo. Ella los había criado muy bien, y pago muchísimo dinero en universidades como Harvard.
Abrí mi armario.
¿Qué podía ponerme? ¿Un vestido? ¿Short y un top? ¿Falda?
Saque el perchero que tiene colgado mí vestido favorito de verano. No lo uso mucho, solamente cuando debo ir hacer un trámite importante trato de salir arreglada.
Me miro al espejo acomodando y alisando la tela. Es blanco con algunas flores de colores claros, el escote no es tan abierto y en los hombros tiene bolados.
Peine mi cabello en una trenza, y en el medio me puse un accesorio con flores pequeñas alrededor de la vincha.
Mamá siempre me ponía estas cosas, y hoy en día sigo usando algún que otro accesorio en los peinados que me hago.
Por ultimo me puse mis sandalias blancas. Un poco de perfume, y salí de mi habitación.
- ¡Voy!
Abro la puerta, y abrazo a Esteban.
Lo echaba muchísimo de menos. La última vez que lo vi fue en mi cumpleaños número veinte, jamás se perdió ningún cumpleaños mío, ni de Emanuel, siempre está presente en los momentos más importantes de nuestras vidas. Ya es como un padre para nosotros.
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Sin Control [✓]
Teen FictionTodo comienza con la mudanza de los Adler, y secretos salen a la luz.