18. Vender mi cuerpo.

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- Llévenla al último piso. No quiero que nadie la escuche.

Pensaba que estaba en un sueño, o algo parecido pero las voces iban y venían y yo decaía en un profundo sueño. O a veces creía que estaba drogada por algún tipo de pastillas, o algo que me hayan inyectado, o simplemente sea una pesadilla y en el momento que me despierte estaría en mi cuarto.

- ¡Ten cuidado! No quiero nada de sospechas. Suficiente fue que esa familia supiera quien son los padres de Ashley.

Los sonidos a mi alrededor eran pasos, sillas que corrían y algunas cadenas alrededor mío. Pero uno en especial me había despertado del todo haciéndome caer en la realidad, y en donde estaba ahora mismo. Atada con unas cadenas que apretaban mis muñecas, ni siquiera las sentía ya. Mis piernas doblada, estaba en una posición bastante incomoda: arrodillada. Hasta me dolían los tobillos.

Escuchaba una respiración acelerada, gritos ahogados, desesperación y sabía quién era. Emanuel estaba teniendo uno de sus ataques de ansiedad se estaba ahogando, asfixiando y seguramente sabe en qué situación estamos que debió entrar en crisis al sentirse sofocado por tantos hombres alrededor.

Mi vista sigue algo nublada. Sacudo mi cabeza para tratar de estabilizarme y poder ver con claridad donde estamos.

- ¡Déjenlo respirar! - Logre alzar mi voz.

Emanuel podía intentar hacerse daño.

- Por favor, por favor. Déjenme tranquilizarlo. - Rogué a esos hombres que estaban encapuchados. - Por favor, no hare una tontería.

No lo haría porque eso pondría en riesgo a mi hermano. No soy tan estúpida para hacer una estupidez ahora mismo, y estando así Emanuel.

Vi que el otro hombre que está del lado izquierdo de Emanuel sostiene en su mano una jeringa.

- ¡No, por favor! - Mi grito había salido ahogado. Sentí mi garganta arder, y quería acercarme a él como pudiera.

Él hombre le hizo una seña a su acompañante. Solo había dos porque los demás se fueron hacer guardia a unas escaleras.

Su acompañante me agarro del antebrazo y me levanto como si no pesara nada. Pero mis piernas estaban dormidas que no podía hacer ni fuerzas.

Al dejarme caer del lado de Emanuel. Lo único que hice fue hablarle, y tratar de tranquilizarlo. Su mirada está perdida, está asustado sé que lo está porque sabe que no está en nuestra casa. Se siente desprotegido en un lugar como este, y yo también.

- Todo estará bien Ema... - Apoyo mi frente con la suya. Trato de respirar con él. - Respira conmigo. Estarás bien, yo estoy bien y tú también. Nadie te hará daño.

No mientras yo esté aquí a tu lado. Nadie te tocara.

Su pecho seguía bajando y subiendo. Apretaba sus manos con fuerzas haciendo que toda su mano se volviera roja, y trataba de gritar aunque no salía ningún sonido pero solo quejidos.

- Estarás bien.

Fue solo unos segundos que empezó a tranquilizarse. Su mirada capto la mía, y supe que me había entendido, es la primera vez que sus ojos me miran y sé que esta aterrado pero parece que con su mirada dice todo lo contrario. Quiere cuidarme, su mano se aferra a mi pantalón y frunce el ceño mirándome a los ojos.

- No dejare que nadie te haga daño. - Intento mover mi mano para apoyarla en sus manos. O al menos intentar tocarlo para que sintiera tranquilidad.

Él abre la boca para intentar decirme algo.

Pero luego vuelve a su posición de siempre. Su mirada en un punto fijo aunque esta vez está mirando al suelo, sus ojos lucen perdidos, está tranquilo al menos es algo bueno y es lo único que quiero. Que esté tranquilo y no se altere demasiado, podría causarle un paro cardiaco aunque sería raro que le pasara eso con la edad que tiene, pero para su enfermedad sería normal pero aun así podría causarle la muerte.

Sin Control [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora