7. Irritable.

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- Seguro que está muerta.

- ¿Puedes callarte de una vez? Debe tener algún trauma con la sangre a muchos le pasan.

- Oh si claro.

Abrí mis ojos.

Victor está parado apoyado en la pared de la sala de su casa, y Michael arrodillado ante mí.

- ¿Cómo te sientes?

Me incorporo sentándome en el sofá. No quiero ensuciarlo, siento que todos los muebles, sofás, sillas, lo que sea esta todo tan limpio que me da pena ensuciarlo y hasta tocarlo. Miro mi mano. Antes estábamos en la cocina, ellos discutían y...

- Solo fue una pequeña herida.

- Si solo una herida.

- ¿Puedes callarte? - Mira a Victor.

- Estoy bien, gracias.

Aunque tengo una vendita en mi dedo lastimado.

- Tengo que seguir con la tarea de la casa.

- Eso ni hablar. - Michael me detiene antes de que me levante.

- Es su trabajo. - Alzo la voz Victor atrás de él. - Ella se ofreció de niñera, y también mucama ¿No es así?

- Si. - Le respondí lo más amable posible. - Gracias Michael por tu preocupación.

Él solo me regala una sonrisa, y luego vuelvo mi vista hacia Victor.

- ¿A mí no me agradecerás?

- Iré a ver el lavarropas.

Michael suelta una risa.

¿Por qué Victor no podía ser un poco como Michael? Ni siquiera se parecen tanto.

Victor tiene el cabello negro, y Michael rubio opaco. Sus personalidades, ni carácter son iguales: uno es irritante, y el otro es demasiado amable y comprensivo. Veo que aun el lavarropas sigue andando, levanto mi vista para ver la pantalla, hay un contador hacía atrás e indica que faltan quince minutos.

Bastian sigue en su habitación. No quiero molestarlo, seguro sigue estudiando o debe estar jugando con sus videos juegos, o tal vez echándose una siesta.

Bajo nuevamente. Veo a Michael ponerse su mochila.

- ¿Te vas?

- Si, debo regresar al centro. - Rasca su nuca. - Nos estamos viendo Ashley.

- Gracias de nuevo. - Le señalo mi dedo herido.

- Intenta no lastimarte demasiado, o si no te estarás desmayándote por todos lados. - Bromea.

- Lo intentare. - Sonrió. - Adiós.

Giro su cabeza mirando hacia la puerta. Dudo un momento, parecía que pensaba en algo y luego volvió su vista a mí. Mi corazón se paralizo al ver que se estaba acercando, se agacho un poco y planto un beso en mi mejilla. Se alejo y me guiño el ojo antes de marcharse.

Tuve que hiperventilar por el calor que sentí subir en mis mejillas.

¿Qué había sido eso?

Me di la vuelta y me encontré con Victor mirándome con una sonrisa divertida.

- No te desmayes de nuevo. - Dice irónico.

- Iré hacer la merienda.

- Pon una taza más.

Entro en la cocina.

El sol sigue brillando en el patio trasero.

Agarra la licuadora, puse cinco bananas y un poco de leche. No estaría mal un licuado de bananas, será rápido y aparte riquísimo.

Sin Control [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora