Jeon JungKook es un chico adorado, impaciente, competitivo y ciertamente chulesco, pero un Alfa adorado y apreciado.
Kim TaeHyung es un chico brillante, divertido, alegre y demasiado tierno, pero un Omega brillante y apreciado.
Park Jimin es un chic...
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Todo estaba siendo un poco caótico, mientras JungKook estaba ansioso y feliz porque si familia sanguínea conocería a su familia política y a Jimin, TaeHyung estaba a punto de subirse por las paredes ante la posible actitud de sus padres y Jimin, por su lado, se mostraba tan calmado que irritaba al Omega.
-Es no entiendo cómo puedes estar tan calmado. -Dijo TaeHyung tirando de sus cabellos negros húmedos por la reciente ducha, Jimin estaba sentado a los pies de la cama poniendo crema en su rostro. -¡Reacciona hombre! -Exclamó exasperado sujetando con fuerza los hombros del Beta.
JungKook vio la posible nueva pelea instalarse, una que no sería grave, pero que él no ayudaría a solventar por su felicidad. No comprendía el que TaeHyung estuviera tan afectado por la visita de sus padres. Si bien era cierto que en sus tres años de relación con el Omega no los había conocido en persona, cuando había hablado casualmente con ellos por teléfono parecían agradables y buenas personas. Así que lo achacó simplemente a la mente dramática de su Omega y huyó sigiloso a la cocina.
Al llegar a la planta inferior tan solo estaba iluminada por la luz de la cocina y supo que su suegro estaba allí, haciendo una mueca involuntaria se detuvo bajo el humbral de la puerta comenzando a dudar ahora de volver a subir al cuarto de Jimin y ser partícipe de la discusión de sus destinados.
-¿Quieres un té? -La voz de SeongHwa que había notado su presencia, aún si estaba de espaldas, habló relajada.
-Sí, gracias. -Aceptó entrando y tomando una taza de té recién preparado. JungKook le dio un sorbo que quemó la punta de su lengua y de forma incómoda bajo el escrutinio de su suegro.
-Tú familia tiene una tienda de té, ¿verdad? -JungKook asintió débilmente. -Jimin me dijo también que la de TaeHyung tiene una granja de té. -El menor volvió a asentir. -¿Sabes qué le dábamos a los caballos para mantener sus dientes limpios y blancos? -El menor miró débilmente a su suegro sobre el borde de la taza y negó. -Anís y menta. -La sonrisa enamorada del menor surgió sin filtro. -Es curioso.
-Es el destino señor Park. -Respondió antes de volver a ser analizado por el mayor. Ese hombre imponía autoridad y respeto por donde lo vieras, seguía dando tanto miedo como el primer día.
-Destino. -Repitió finalmente. -JungKook. -Lo llamó tomando asiento en la pequeña mesa de la cocina. -¿Te puedo hacer una pregunta un tanto personal? -El menor asintió, ese hombre le hacía olvidarse de su capacidad de hablar. -¿Qué se siente el conocer a tu destinado? -Se corrigió. - ¿Qué se siente tener un destinado?
JungKook miró el techo de la cocina con escamas de pintura cayendo por el paso de los años y la humedad del lugar. Un suspiro nació desde el fondo de su pecho sonando ligeramente animal al pensar en la respuesta a la pregunta de su suegro. De nuevo una sornisa boba de palas grandes y marcadas fue el inicio de su respuesta.
