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manifiesta el ingenio, y a la que los frenólogos, equivocadamente, a mi parecer, asignan un órgano aparte,
suponiendo que se trata de una facultad primordial, se ha visto
tan a menudo en individuos cuya inteligencia bordeaba, por
otra parte, la idiotez, que ha atraído la atención general de los
escritores de temas morales. Entre el ingenio y la aptitud
analítica hay una diferencia mucho mayor, en efecto, que entre
la fantasía y la imaginación, aunque de un carácter rigurosamente análogo. En realidad, se observará fácilmente que el hombre ingenioso es siempre fantástico, mientras que el verdadero imaginativo nunca deja de ser analítico.
El relato que sigue a continuación podrá servir en cierto modo al lector para ilustrarle en una interpretación de las proposiciones que acabo de anticipar.Encontrándome en París durante la primavera y parte del  verano de 18..., conocí allí a Monsieur C. Auguste Dupin.
Pertenecía este joven caballero a una excelente, o, mejor dicho,
ilustre familia, pero por una serie de adversos sucesos se había
quedado reducido a tal pobreza, que sucumbió la energía de su
carácter y renunció a sus ambiciones mundanas, lo mismo que a procurar el restablecimiento de su fortuna. Con el beneplácito
de sus acreedores, quedó todavía en posesión de un pequeño resto de su patrimonio, y con la renta que éste le producía encontró el medio, gracias a una economía rigurosa, de
subvenir a las necesidades de su vida, sin preocuparse en
absoluto por lo más superfluo. En realidad, su único lujo eran
los libros, y en París estos son fáciles de adquirir.
Nuestro conocimiento tuvo efecto en una oscura biblioteca
de la Rue Montmartre, donde nos puso en estrecha intimidad la
coincidencia de buscar los dos un muy raro y al mismo tiempo

Los Crímenes de la calle morgue (COMPLETA)- Edgar Allan PoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora