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debería de ser fácil de resolver, y me refiero al outré carácter de


sus circunstancias. La Policía se ha confundido por la ausencia


aparente de motivos que justifiquen, no el crimen, sino la


atrocidad con que ha sido cometido. Asimismo, les confunde la


aparente imposibilidad de conciliar las voces que disputaban


con la circunstancia de no haber hallado arriba sino a


Mademoiselle L'Espanaye, asesinada, y no encontrar la forma


de que nadie saliera del piso sin ser visto por las personas que


subían por las escaleras. El extraño desorden de la habitación; el


cadáver metido con la cabeza hacia abajo en la chimenea; la


mutilación espantosa del cuerpo de la anciana, todas estas


consideraciones, con las ya descritas y otras no dignas de


mención, han sido suficientes para paralizar sus facultades,


haciendo que fracasara por completo la tan cacareada


perspicacia de los agentes del Gobierno.


Han caído en el grande aunque común error de confundir


lo insólito con lo incomprensible. Pero precisamente por estas


desviaciones de lo normal es por donde ha de hallar la razón


su camino en la investigación de la verdad, en el caso de que


ese hallazgo sea posible. En investigaciones como la que


estamos realizando ahora, no hemos de preguntarnos tanto


«qué ha ocurrido» como «qué ha ocurrido que no había


ocurrido jamás hasta ahora». Realmente la sencillez con que


yo he de llegar o he llegado ya a la solución de este misterio,


se halla en razón directa con su aparente falta de solución en


el criterio de la Policía.


Con mudo asombro, contemplé a mi amigo.


-Estoy esperando ahora -continuó diciéndome mirando


a la puerta de nuestra habitación- a un individuo que aun


cuando probablemente no ha cometido esta carnicería bien

Los Crímenes de la calle morgue (COMPLETA)- Edgar Allan PoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora