Con cada día que pasaba, Poche intentaba adivinar cuándo llegaría la nueva bebé.
-Bien, ya lo tengo todo pensado -anunció una tarde en la cocina.
Skye estaba comiéndose un plátano, mientras Calle le sonreía, embobadisima.
-Sales de cuentas el día tres de diciembre. Eso nos deja dos semanas. El jueves que viene es Acción de Gracias. No te preocupes por la cena, yo la prepararé.
-¿Cariño, has cocinado un pavo alguna vez? -preguntó Calle.
Poche pestañeó estúpidamente.
-Bueno…
-Puedo hacerlo yo.
-No, no tienes por qué. Espera, tengo una idea.
Skye dejó escapar un gemido infantil y agachó la cabeza. Poche la miró, ceñuda.
-Oye, va a salir bien. Dime lo que tengo que hacer y yo cocinaré. La pitufa y yo iremos al supermercado a comprarlo todo.
-¡Yo ayudo! -se alegró Skye.
A Poche se le iluminó la cara y la señaló.
-¿Ves? Perfecto.
Calle gimió.
-Vale, haré una lista. -Le pasó el teléfono a Poche y, ante la extrañeza de esta, añadió-: Quieres invitar a Mercedes, Kim y Sebas, ¿verdad?
-Claro, pero recuerda que no vas a mover ni un dedo -reiteró con firmeza.
Calle se limitó a asentir.
…
Poche empujó el carro de la compra por los pasillos del supermercado.
-Tu madre y las listas… -rezongó.
Skye iba sentada en la sillita del carro, con los brazos cruzados y expresión desafiante. Poche no se dejó amedrentar por el carácter del minihumanoide.
-Oche, solita.
-No, empezarás a correr por todas partes y tenemos que concentrarnos -rebatió Poche, y revisó la lista-. Bueno, yo tengo que concentrarme. -Se detuvo en el área de frutas y hortalizas y se alejó del carro-. Vamos a ver, cebollas y apio. Puedo hacerlo -se animó, y empezó a coger los productos-. Patatas…
Fue tachando de la lista y al terminar lo llevó todo al carro. Skye alargó la mano, cogió un tomate y le dió una mordida.
-Pitufa… -la riñó.
Pero Skye alejó el tomate de su alcance y, cada vez que Poche intentaba cogerlo, la pequeña se lo apartaba.
-Jod... Jolines -protestó Poche entre dientes.
Poco a poco se le daba mejor lo de no decir palabrotas. De golpe, Skye dejó caer el tomate mordido al suelo.
-Perdón, Oche -dijo, con una sonrisa inocente.
Poche la fulminó con la mirada y, para su vergüenza, una pelirroja recogió el tomate y se lo devolvió con una sonrisa radiante.
-¿Lo has perdido?
Poche esbozó una sonrisa apenada.
-Gracias… No tendría que haber dejado a la princesita sola -musitó, con una mirada severa a Skye, que no había dejado de sonreír.
-Bueno, parece que tienes muchas cosas entre manos. ¿Es tu hija? ¿O estás soltera? -quiso saber la pelirroja, con los ojos pegados a los de Poche.
Esta tragó saliva y torció los labios con impotencia.
-Sí a lo primero y no -sonrió.
La pelirroja se encogió de hombros.
-Bueno, feliz Día de Acción de Gracias -les deseó mientras se alejaba.
Poche cruzó una mirada con Skye; era como si la pequeña supiera lo que quería la pelirroja, pero ¿era eso posible? Había muchas cosas que no sabía de los niños.
..
Una hora más tarde, Poche estaba agotada y Skye estaba toda roja y de un humor de perros.
-Bueno, no ha ido tan mal -rezongó Poche sarcásticamente, de vuelta al coche con el carro.
Skye se cruzó de brazos y resopló.
-Oche, ayudo -dijo, con un puchero.
Poche dejó el carro junto al coche y observó la triste carita de Skye. En un abrir y cerrar de ojos, la hizo sentir como una cretina.
-Skye, tengo que acabar esto. ¿Has visto toda la gente que había en el súper? Dios, si te hubiera bajado del carro me habría pasado el rato detrás de ti.
-Ayudo -repitió la niña en voz baja.
Poche gimió, sintiéndose como la peor persona del mundo.
-Vale, cuando lleguemos a casa puedes ayudarme a guardar la compra y a hacer la cena de Acción de Gracias. Luego tenemos que escribirle la carta a Papá Noel.
A Skye le brillaron los ojos.
-¿Carta? ¿Mía a Papá Noel?
-Sí. ¿Qué te parece, me ayudarás?
Skye le dio una palmadita en la mano.
-Claro. Ayudo a Oche.
Poche la miró a los ojos cafés encantadores.
-Gracias, pitufa. Me has salvado otra vez -le aseguró, y le besó la nariz, haciéndola reír.
…
-Estante de abajo -instruyó Poche.
Skye forcejeó con el paquete de harina.
-Pesa, Oche -gruñó la niña.
Calle le lanzó a Poche una mirada asesina y esta tuvo que hacer esfuerzos para no echarse a reír.
-¿De qué sirve tener a un hobbit…? -empezó a decir, pero como Calle seguía fulminándola con los ojos, Poche se rio y cogió la harina ella misma.
-Muy bien, pitufa, vamos a intentarlo con esto -dijo Poche, y le dio los tomates.
-Como la señora del súper -observó Skye.
Poche cerró los ojos y elevó una plegaria al cielo, pero no hubo suerte. Las mujeres en general tenían un sexto sentido; las mujeres embarazadas tenían un radar mejor que el del Pentágono.
-¿Qué señora, pastelito? -se interesó Calle, como si no le diera importancia.
-Pelo rojo. Le gusta Oche -contestó Skye.
Poche metió a Skye en la nevera e intentó cerrar la puerta, mientras Skye chillaba y se reía, hasta que la soltó.
-¿Ah sí? ¿Y qué pasó, Skye? -insistió Calle, tomando asiento a la mesa de la cocina.
-Vale, vale, no interrogues a la niña -se rindió Poche, con las manos en alto-. Tu hija cogió un tomate, le dio un bocado y lo tiró al suelo. Una mujer lo recogió. Nos intercambiamos un par de comentarios educados y esto fue todo. Feliz Acción de Gracias, adiós muy buenas.
Skye dejó escapar una risilla y logró escabullirse de la nevera.
-Espera, aún no estás congelada -le gritó Poche a la pequeña traidora en tono travieso.
Skye chilló entre las carcajadas y corrió hacia su madre.
…
A la mañana siguiente, de camino al estudio, Poche desayunó con su abuela. Mercedes extendió generosas capas de mermelada sobre la tostada y le dio un buen mordisco.
-Ha sido una idea maravillosa -opinó.
Poche asintió mientras se bebía el café.
-Ahora dime cómo vas a preparar el pavo de la cena.
-He ido a comprarlo todo.
-¿Otra lista?
-Sí -sonrió Poche-. Calle será nuestra sargento y nos irá dando las órdenes para que Skye y yo hagamos la cena.
Mercedes se apoyó en el respaldo de la silla y observó a su nieta, que mascaba una tira de beicon.
-Estás muy enamorada de esa mujer.
Poche dejó de masticar y levantó la vista.
-Yo… supongo que sí.
-¿Ya se acostaron?
Poche casi se atragantó con los huevos.
-Joder -tosió, y se limpió la barbilla-. ¡Abuela! ¿Qué clase de pregunta es esa?
-Creo que es una pregunta perfectamente normal que hacerle a una mujer enamorada.
Poche ocultó el rostro entre las manos.
-¿Y bien?
-Aún no -respondió Poche, evitando mirarla a los ojos.
-Ya veo. En el estado de Calle, seguro que el sexo es lo último que tiene en la cabeza. ¿Pero al menos dormís en la misma cama?
-Sí -contestó Poche, obediente-. Y ahora, vieja chafardera, ¿podemos hablar de otra cosa?
-Una pregunta más. ¿ Calle practica sus Kegels?
Poche agachó la cabeza, pero respondió solícitamente.
-Sí, abuela.
...
La mañana de Acción de Gracias empezó con un sonoro golpetazo. Poche hizo una mueca cuando se le cayó la olla al suelo.
-Vale, se me da muy bien seguir instrucciones -se dijo.
Volvió a poner la olla en el fuego y se frotó las manos. Durante las tres horas siguientes, Calle dio órdenes y Poche las siguió al pie de la letra. El único momento en que arrugó la nariz fue cuando tuvo que rellenar el pavo. También Skye puso cara de asco, ataviada con un delantal solo porque Poche llevaba uno.
-Esto es repugnante -se quejó Poche.
Skye, que la contemplaba con los codos apoyados en el mármol, se mostró de acuerdo.
-Puaj, Oche -opinó, frunciendo el ceño y sacando la lengua.
Aparte de eso, el pavo acabó exitosamente en el horno. Habían comprado los pasteles de calabaza y de manzana en la panadería, porque Poche todavía no estaba preparada para hornear.
-Mamá, sube pies -recomendó Skye, arrancándole una carcajada a su madre.
Poche estuvo de acuerdo y fue a buscar la otomana; Calle se sentó en el sofá y apoyó los pies en alto. Cuando Poche le acarició las pantorrillas exhaló un suspiro de satisfacción.
-No discutas -le dijo, y la besó profundamente.
-No, señora -aceptó Calle, y cerró los ojos.
-Bueno, creo que falta poco para que llegue Papá Noel.
Poche llamó a Skye y puso el desfile de Acción de Gracias en televisión.
La niña salió corriendo de la habitación y se sentó delante de la pantalla, mientras Poche tomaba asiento en el sofá, al lado de Calle.
-¿Dónde ta Papá Noel? -preguntó Skye.
-Pronto saldrá, pastelito -contestó Calle, con un suspiro de cansancio.
Poche la miró por el rabillo del ojo.
-¿Estás bien, tortuguita?
Calle asintió, sonriente, y Poche le acarició la barriga y la hizo reír.
-Dios, ¡estoy enorme! ¿Por qué todo el mundo quiere tocarme la barriga? Ayer estaba con Skye en la tienda y dos personas me pidieron permiso para tocarme la barriga. ¿Por qué?
Solo de imaginárselo, Poche se echó a reír.
-No lo sé. A lo mejor es porque llevas una minipersonita dentro.
Skye se volvió hacia ellas.
-Queren al bebé, mamá.
Las dos mujeres observaron a la niña unos segundos.
-Skye, cariño. ¿Tú quieres al bebé?
-Ajá. Una hermanita para jugar en la barriga de mamá.
-¿Y si fuera un hermanito? ¿Te parecería bien? -preguntó Poche.
-Claro -contestó Skye, concentrada en el desfile.
-¿Cómo podríamos llamar al bebé, Skye? -preguntó Calle.
-Mamá, vene Papá Noel -insistió Skye. Entonces chilló, entusiasmada-. ¡Papá Noel! -gritó, y empezó a dar saltos, antes de escalar al regazo de Poche- Oche, vene Papá Noel.
El nombre del bebé tendría que esperar.
..
La cena de Acción de Gracias estaba casi lista.
-Huele delicioso -aspiró Poche, mientras ponía la mesa con Skye.
Calle estaba haciendo de anfitriona con Kim, Sebas y Mercedes.
-Permíteme que haga los honores -pidió Sebas, acercándose al mueble bar-. ¿Martini, Mercedes? -ofreció, aunque no esperó a que contestara para preparar el cóctel.
- Calle, no doy crédito a lo mucho que ha cambiado Poche… -comentó Kim.
El ruido de cubiertos impactando contra el suelo lo interrumpió, pero los cuatro decidieron ignorarlo gentilmente y Kim siguió hablando.
-Le has salvado la vida. Tú y tu pequeña diosa.
Feliz, Calle observó cómo Skye ponía la mesa siguiendo las instrucciones de Poche.
-Ella ha hecho lo mismo por nosotras -afirmó. Cerró los ojos cuando se les cayó otro cubierto-. Le debo mucho.
Un cubierto caído más tarde, Poche asomó la cabeza a la sala de estar.
-Ya casi estamos, lo siento -musitó, avergonzada.
Mercedes aceptó la copa que le tendía Sebas y luego él le dio un vaso de agua con hielo a Calle, que sonrió apreciativamente.
-Detecto otra vez una nota de duda -observó la anciana, dirigiéndose a Calle.
-Prepárame algo exótico -pidió Kim al mismo tiempo.
-Tú ya eres lo bastante exótico -replicó Sebas.
Kim lo besó y a Mercedes y a Calle les hizo mucha gracia verlos tan juguetones, pero Mercedes no había olvidado su pregunta.
-Cuéntame, Calle.
-Solo pensaba en la postura de Poche respecto a los hijos, lo de que merecen tener a un padre y a una madre, y me preguntaba si lo decía de verdad o si no quiere algo así conmigo.
Mercedes asintió, comprensiva.
-Bueno, lo único que sé es que Poche no deja de hablar de ti siempre que nos vemos y Kim es testigo. Habla de Skye y de ti todo el tiempo. Kim dice que empieza a ser muy fastidioso.
Calle se sonrojó y apoyó la cabeza hacia atrás en el respaldo del sofá. -Quiero a esa pianista, Mercedes.
-Ya lo sé, cariño. Y la pianista te quiere a ti. Ten paciencia -le recomendó, dándole un apretón en la mano.
Poche ocupó una de las cabeceras de la mesa y Calle la otra; Skye se sentaba entre su madre y Kim, que tenía a Sebas en el otro lado, mientras que Mercedes estaba al lado de Calle. Todos dieron gracias y Poche alzó la copa de vino. Calle levantó el vaso de agua y Skye levantó su vaso de plástico como todos los demás.
-Nadie sabe mejor que yo lo mucho que tengo que agradecer. En un par de semanas habrá una silla más en esta mesa -dijo Poche, que cruzó una mirada con Calle. Las dos tenían los ojos llenos de lágrimas-. He recibido una bendición. Feliz Día de Acción de Gracias -terminó, con la voz rota por la emoción.
Todos brindaron y el sonido de las copas al entrechocar se mezcló con las risitas de Skye cuando Kim brindó con ella. Poche le hizo un guiño a Calle. Luego, ante la atenta mirada de Calle, Poche sostuvo el cuchillo con sus largos y esbeltos dedos y, con un diestro movimiento… el pavo saltó de la bandeja y aterrizó encima de la mesa. Mercedes se echó a reír a carcajadas, igual que Kim y Sebas.
La risa de Skye era infantil y de pura inocencia, mientras que Poche soltó una risita nerviosa e hizo una mueca al recuperar el pavo y colocarlo de nuevo en la bandeja. Fue un alivio que el resto de la cena transcurriera sin incidentes, y así dieron comienzo las Navidades.
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Heavenly Winds [Terminada]
Fanfiction«Hola, cariño: Las dos sabemos cómo estarán las cosas si estás leyendo esto. Lo siento mucho. Pero, oye, quiero que me hagas un favor. Me voy a poner en contacto con Poche, no te cabrees...» ¿Puede la carta de una ex-amante cambiar toda una vida? Po...