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Pocas cosas a lo largo de su vida han podido tomarlo tan desprevenido. De hecho, de no ser porque Zenitsu gritaba tan fuerte que podría dejarlo sordo, se habría perdido por completo en sus pensamientos.

"El chequeo preventivo nos reveló dos grandes noticias, ambos están en cinta". Esas fueron las palabras del subdirector Ubuyashiki que iniciaron una gran cadena de tormentos en la vida de ambos donceles.

—Me aventuro a pensar que no eran conscientes de su condición–.

—ESO NO ES CIERTO, DEBE HABER UN ERROR. NO ME SACARON BIEN SANGRE O SEGURO SE CONFUNDIERON ¡YO EXIJO QUE ME HAGAN NUEVOS Y MEJORES ANÁLISIS!– Giyuu se preguntaba cómo hacía Zenitsu para poder hablar tan bien, incluso gritar mientras que él sentía que se había tragado una manzana entera y se le había atorado en su garganta.

—En realidad, los chequeos que hacemos son sólo preventivos para enfermedades, para cuidar a nuestros docentes. Lo adecuado sería que acudieran a una clínica especializada para salir de la duda– Kagaya les mostró una suave sonrisa que apenas logró tranquilizarlos.

Zenitsu dejó de gritar, se encogió y siguió llorando tan bajo como pudo.

—Cual sea el resultado final y la decisión que tomen al respecto, deberán hacérmelo saber, hay un par de cosas que como docentes deben arreglar–.

—Yo sólo soy adjunto ¿También debo hacer arreglos?– la voz del rubio salió gangosa, seguro se estaba comiendo los mocos del llanto.

—Claro, Zenitsu, eres igual de importante que un docente y Kyougai deberá buscar ayuda con las clases y talleres– por un momento dejó de llorar, parecía que aquello lo había logrado tranquilizar pero en un par de segundos volvió a llorar, más fuerte incluso.

—Es usted un ángel, que amable es–.

Ambos salieron de la oficina del subdirector con una dirección escrita en un papelito, una clínica de confianza a la que podrían acudir sin importar lo que decidieran.

—¿CÓMO PUEDE ESTAR TAN TRANQUILO? ¿¡NO PIENSA DECIR ALGO!? Nos acaban de decir que– la mano de Giyuu voló tan rápido a la boca del joven que el golpe le hizo volver a lagrimear.

—Baja la voz ¿Quieres que todos lo sepan?– obviamente negó muchas veces.

—Señor Tomioka ¿Qué haremos?–.

—¿Por qué me preguntas a mí?– se ve tranquilo y todo pero por dentro ya empezaba a gritar como sirena de ambulancia.

—Usted es el adulto y se ve relajado, si yo me auto aconsejo le voy a pedir a Inosuke que me aviente por las escaleras de su casa– ambos iban en dirección a la sala de profesores de grados mayores, separados por al menos tres pasos porque las piernas de Zenitsu no estaban funcionando bien.

—Siento decirte que yo también...– deslizó la puerta al mismo tiempo que alguien más. Giyuu se topó de frente a un posible culpable de la travesurilla que ahora crece en su interior.

—Me quiero morir– el gesto del albino se torció de inmediato al oír al azabache.

—¿Qué estupideces estás hablando Tomioka?–.

Sanemi Shinazugawa nunca se imaginó que terminaría teniendo sexo casual con quien antes no toleraba, peor aún, nunca creyó que buscaría hacerlo tan seguido, que le encantaría tanto y que luego aquello terminaría siendo de todo menos algo casual.

—Si no te mueves ahora, me aseguraré de que no puedas moverte por una buena y fuerte razón– con aquel susurro se percató de que se había quedado congelado.

Posiblemente padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora