4: Una tregua con intereses y un par de reglas.

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Después de lo ocurrido en la habitación de Jungkook, tuve que cancelar mi cita con Jimin, no me sentía capaz de mirar a nadie a la cara, mi mente daba vueltas en el extraño e inexplicable evento de esa tarde. Volví a casa y lo primero que dijo mamá al verme fue: —¿Es verdad lo de Kookie y tú?

Bendita sea la señora Jeon.

Decir que me sentía náuseas era poco, tenía el vómito quemandome en la garganta, porque de todas las cosas horribles que me podían pasar esa definitivamente era la peor. ¿Jungkook y yo? Ni en mis más aterradoras pesadillas, y eso que yo era un experto en tener sueños turbios. Una vez soñé que lo besaba y él me eructaba en la boca, me levanté temblando, lloré como no tienen idea. Mi vida no era un fanfic de Harry Styles en el que me enamoro de mi bully porque este, de la noche a la mañana, me muestra un poco de compasión y cariño.

¿Por qué?

Empezamos con el hecho de que no había ningún Harry Styles, a ese hombre le perdonaba hasta que le gustaran las pasas. Estaba estancado con una versión barata de kdrama cliché en la que era el típico protagonista pobre, enamorado de Lee Minho y siendo torturado por este mismo, probablemente tenían que pasar 20 capítulos para por fin tener mi final feliz.

Mi idea de un perfecto final feliz era más parecido al de Unfriended.

—Fue un mal entendido—respondí simple. No veía muy inteligente de mi parte dar explicaciones, eso solo elevaría las sospechas por parte de nuestros padres. Si realmente no había nada ¿Por qué justificar lo que había pasado? Vieron que no estoy tan pendejo.

—Mhmm—al parecer mi psicología de la indiferencia no había funcionado porque la mirada acusadora de mi madre hizo que mis náuseas aumentaran.

—Nada de mhmm, mamá.

—¡A mí no me hablas así!

Decidí que sería mejor ignorarla y me encerré en mi habitación por el resto de la tarde. Apenas toqué mi cama quedé dormido, estaba harto de mamá, de los Jeon, del mundo; ¿Dónde estaba el tan aclamado príncipe azul que me salvaría de todas mis desgracias? El mismo que se enamoraría de mi con tan solo verme, con el que me casaría y me llevará a vivir en su castillo enorme. Creo que otros de mi estúpidos defectos era esperar mucho de la vida.

Después de todo, Dios odia a los gays.

Especialmente a mi.

Mi príncipe azul no existía, no había ningún castillo y peor aún, no había una boda en camino. Supuse que mi destino era como el de Fiona en la última película de Shrek, tendría que salvarme yo solito y adoptar un gato gordo que habla para subirme la moral.

Lo primero que hice el domingo en la mañana después de atragantarme con comida, fue empezar a escribir la respuesta del admirador no-tan-secreto de Jimin; toda esa situación de la carta era algo que encajaba perfectamente con su persona. Llené mi escritorio con comida chatarra y muchas hojas porque ya me veía todo el día tratando de encontrar las palabras ideales. Jimin me había dicho por mensaje que no quería ser un lanzado, pero tampoco deseaba rechazar a su fanático enamorado, que hiciera lo posible por dar a entender que aceptaba sus sentimientos y que ansiaba por conocerle más.

Pensé que sería más fácil, pero olvidé el hecho de que tenía que escribirle una carta a Jeon Jungkook.

Eran alrededor de la una de la tarde cuando mi padre entró a mi habitación sin siquiera tocar para avisar que el almuerzo estaba listo. Giré sobre mi silla con ruedas y él me observó con cautela antes de hacer la misma pregunta que mamá me había hecho el día anterior.

Cómplices [KookGi] ꪜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora