20: Un triste ramo de flores.

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Advertencia: leve contenido sexual.

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Como todas las mañanas, me había levantado de mal humor, era domingo y mis padres llegaron de su pequeño viaje a Daegu a las siete, no me tuvieron ni un poco de consideración y decidieron hacer todo el ruido posible. Gruñí como un perro mientras ellos me abrazaban y me decían lo mucho que me extrañaron. Mi humor mejoró después de bajar para desayunar, mamá hizo pancakes y jarabe de fresas traídas de la finca de mi abuela. Mi estómago rugía, rogaba por comida de verdad después de todo un día de consumir tanta chatarra en la casa de Namjoon. Sentí mi cara calentarse al recordar la penitencia de Jungkook.

—¿Sabes que día es hoy?

—Domingo—respondí con la boca llena. Papá hizo una mueca de disgusto. Eso, concéntrate en tragar, puedes lamentarte de tu penitencia después.

—¿Qué penitencia?—casi me atoré con los pancakes.

—Nada, má.

—Es ocho de diciembre, Yoongi—mamá rodó los ojos.—Hay que poner el árbol.

Fue mi turno para rodar los ojos.

Ya se me hacía extraño que me recibieran con buen desayuno, me estaban preparando para las malas noticias. Bien, sí que tenía algo con que distraerme, probablemente pasaría todo el día ocupado adornando la casa, incluído el jardín y el frontal. Quise volver a gruñir por milésima vez ese día, pero no quería morirme atorado con comida, la cual ya había perdido su exquisito sabor y mi apetito se esfumó con la simple mención del árbol.

Me tragué mis quejas.

Porque tener mi mente ocupada con aquella estupidez era mi prioridad.

—Oh, invité a Jungkookie como todos los años—Gracias al de arriba no tenía una pistola a portada de mano porque desde el momento en que el nombre de Jeon salió de sus labios quise dispararme directo a la cabeza.—No hay que romper la tradición, más ahora que son novios.

—No somos novios—murmuré, dándome cuenta de que no me había detenido a pensar en ello. ¿Qué éramos?—Es mi amigo—lo que sentía respecto a él cambiaba tanto que hasta considerarlo un amigo era... raro. Era más que un amigo, de eso estaba seguro, pero no teníamos nada oficial.

—Cariño, tu padre también fue un amigo... bueno después de ser el hombre que más detestaba en la faz de la tierra—al ser mencionado, papá se acercó hacia ella y la abrazó por detrás. Sonreí vagamente. Papá era un gnomo comparado con ella y sus tacones de punta de diez centímetros.—Claro, tú situación con Jungkook es diferente.

En realidad es exactamente igual.

—Si, pero ustedes se odiaron, se hicieron amigos y se enamoraron en un mes y medio.

—No hay un plazo de tiempo para enamorarse, Yoongi. O para odiar—papá se puso de puntillas para besar la mejilla de mamá.—Cuando lo sientes, debes simplemente ir con el ritmo, no lo pienses mucho.

Odiar a Jungkook era más fácil.

Admitir sentir lo contrario se me hacía imposible.

Su existencia en mi vida nunca había sido tan estresante como en esas últimas semanas, ni siquiera cuando lo tenía haciéndome bullying, mi mente iba a parar a los pocos besos que habíamos compartido a escondidas y odiaba que eso lo hiciera aún más excitante. Mi cabeza era un desastre, la terapia ayudaba, pero incluso con eso no lograba calmar por completo mi ansiedad. Después estaba también el mensaje de Jimin que todavía no me apetecía leer y mucho menos responder.

Cómplices [KookGi] ꪜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora