El valor de X ✔

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El sonido de la cachetada inunda el salón provocando un silencio sepulcral. La fiesta ya no parece muy divertida, al menos para mi hermana, quien acaba de ser testigo de cómo su novio metía la lengua hasta la garganta de esa chica junto a él, quien no parece estar ni un poco arrepentida a mi parecer.

Catlyn recibió un mensaje hace como veinte minutos de parte de una de sus amigas, Giselle, y la única que me cae bien de su círculo amistoso, para comentarle lo que estaba pasando. Al parece es la única cuerda y con los pies sobre la tierra –además de mi hermana– con quien se puede contar en los momentos más tensos.

Cat decidió no asistir a la fiesta que se realizaba en la casa de uno de los chicos más populares del campus porque su período había llegado y no se había sentido bien durante el día. Por supuesto esto sólo lo empeora.

Ella tenía la leve sospecha de que Jaxon la estuvo engañando las últimas tres semanas. Todo esto gracias a un mensaje extraño que recibió cuando ella le pidió su teléfono para llamar a mi abuelo mientras tomaban unas mini vacaciones en la playa –aprovechando el receso invernal– por su segundo aniversario como novios. Al principio lo ignoró y pretendió no haberlo notado, pero sí que lo hizo.

Mi hermana mayor no es del tipo intensa o perseguida –como dirían algunos– pero puede ser muy astuta cuando la situación lo requiere. Así que se propuso a estudiar su comportamiento los siguientes días –típico de una estudiante de psicología a punto de graduarse– ya saben, lo usual, esconder su celular, cancelar salidas de un momento a otro, mentir sobre dónde estaba cuando Catlyn ya sabía la verdad.

Y hoy fue la confirmación de sus suposiciones. La fiesta de su fraternidad fue el momento exacto para debelar el misterio. Cuando Cat recibió el mensaje se encontraba en casa, conmigo, así que la acompañé hasta aquí porque me gusta el drama y por si mi hermana necesita un pie más para patear su trasero.

— Veo que tu diversión apenas empezaba, —dice Catlyn con un tono despreocupado aunque sé muy bien que le ha afectado hasta la médula— de todas formas es un inútil y un amante horrendo —mira a la chica quien tiene del brazo a Jaxon. El chico se limita a sonreír graciosamente y quiero desfigurarle esa sonrisa de dientes rectos que tiene— yo que tu busco algo mejor.

— Exactamente eso me dije a mi mismo cuando estuve contigo.

Jaxon da un paso adelante tomando la muñeca de Catlyn, como si tratara de sacarla del paso o intentando verse como un todo un hombre con pelo en pecho que no dejaría que una mujer hablara así de él, y no dudo ni un instante en acercarme y estamparle la punta de mis zapatillas en su pantorrilla.

Si eso no le dolió es porque está hecho de acero.

El idiota se agacha hacia adelante y aprovecho su movimiento para propiciarle otra bofetada, esta vez un poco más fuerte y con mi puño cerrado.

Diablos, si que dolió.

Giselle se acerca para empujar a mi hermana hacia la salida mientras que yo me quedo unos segundos más para verificar que Jaxon no fuera detrás de Catlyn. No lo hace, en su lugar tarda en reponerse de mi golpe.

Uno de los chicos junto a él carga una bandeja de shots y como si mi cuerpo se moviera por sí solo, tomo uno de esos pequeños vasos y lo bebo de una vez sintiendo el desagradable ardor bajando por mi garganta.

Hecho esto, camino hacia la salida sintiéndome como si hubiera ganado una guerra pero luego veo a Catlyn en el auto con una cara seria, sin emociones, mirando hacia adelante y la sensación victoriosa se esfuma.

— Si no pones hielo en esa mano, mañana dolerá como la mierda y parecerá un guante de boxeo por la hinchazón.

Me giro al escuchar esa voz. Beckett Earwood. Estudiante de Winchester y mejor amigo de Jaxon. Su cabello ondulado está perfectamente cuidado, su remera negra está pegada a su cuerpo abrazando cada músculo –el cuál que trabaja en el gimnasio cuando no está estudiando– al igual que los jeans oscuros lo hacen con sus piernas largas, y la chaqueta de cuero marrón que está en una de sus manos parece realmente cara.