19

100 10 0
                                        

Debería haberle hecho caso a la abuela Phoebe y ordenar este cuarto antes. Hay demasiadas cosas aquí que necesitan estar en un cubo de basura o incendiados por el aroma pútrido. ¿Tenía todo esto bajo mi cama? Me sorprende que no haya recibido la visita de cucarachas o el de algún fumigador llamado por los vecinos.

Coloco la basura por un lado y el resto de las cosas útiles por el otro. La habitación sin Catlyn se sentirá mucho más grande y eso no me agrada. Separo unos papeles y me encuentro con uno que creí haber perdido.

El dibujo de Beck.

El que me regaló cuando fui a su casa. ¿Su malestar fue verdadero o lo inventó para no ir a trabajar ese día?

Tomo asiento en el suelo y apoyo la espalda contra la cama. Lo observo con cuidado repasando cada detalle, sin evitar imaginármelo dibujando. Sigo las líneas de lápiz con mi mirada hasta que mis ojos captan algo que no había visto antes. El prendedor en el cabello de la niña escondido bajo unos mechones de pelo.

Es una pluma dorada.

Me levanto y camino hacia el tocador para abrir mi caja de accesorios. Rebusco entre las diferentes chucherías y allí al fondo del pequeño cofre está el prendedor de mamá, una pluma dorada que yo amaba sólo porque le quedaba hermoso. Me lo obsequió en mi cumpleaños número trece, unos meses antes del accidente.

Observo el dibujo de vuelta y como si una película se estuviera reproduciendo en el papel, miro a la niña secando sus lágrimas desde un asiento solitario. Cat me había prestado sus auriculares para no escuchar a las amigas de la abuela hablando sobre mis padres.

Estábamos en el parque cerca del ayuntamiento porque ese es el más lindo de la ciudad. La abuela nos había llevado para distraer nuestros pensamientos ya que había pasado una semana desde el fatídico hecho. La brisa era helada, justo como me sentía en ese momento, el calor se había ido junto con ellos.

Ajusto mi chaqueta y cierro los ojos con fuerza oyendo el suave sonido del piano. Papá solía tocar y me enseñó algunas obras, pero amaba escucharlo. Es por eso que descargó varias sonatas a mi teléfono.

Un movimiento cerca de mis pies me asusta hasta que me doy cuenta que se trata de una pequeña ardilla. Está frío y se supone que debería estar hibernando pero en su lugar pasea libre por el parque. No me muevo por temor a asustarla o que pueda asustarme a mí, implemente me quedo ahí, en silencio con la melodía del piano en mis oídos y la brisa moviendo mi cabello.

Sonrío tímida cuando el animal me mira un largo rato y luego sube por el árbol para esconderse en un hueco.

Paso un dedo por el boceto. Soy yo.

Beck me dibujó a mí.

Encuentro a Wade durante la práctica del equipo en el gimnasio y espero bajo las gradas hasta que termina. Cuando el entrenador suena el silbato y empieza a despachar a los chicos, me adelanto para alcanzar al muchacho.

— Wade —lo llamo antes de que deje el lugar. El chico me mira una vez y sigue su camino, así que corro a su lado y lo detengo— Wade, por favor, necesito que me escuches.

Suspira— No quiero hacerlo.

— Si, es cierto, lo que dijo Jaxon es cierto. —Afirmo— Todo comenzó como una venganza hacia el por lo que le hizo a Cat. Pero Wade, Cat de verdad te quiere, —digo sonando lo más honesta posible— de verdad lo hace.

— No me interesa saberlo.

Me coloco delante de él, haciéndole la tarea de pasar de mí algo muy difícil— Todo es mi culpa, yo lo empecé, —pongo las manos en mi pecho— yo te busqué. Cat no tuvo nada que ver en esto.

El valor de X ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora