Maratón 2/2
— ¿Una cena?, no muy aburrido, —muerdo la tapa del bolígrafo mientras doy vueltas por la sala hablando en voz alta— ¿el zoológico?, —encierro la palabra en un círculo— a Cat le gustan los animales. —miro al hombre que está sentado en su sillón favorito mientras realiza unos juegos mentales que trajo el periódico— Oye abuelo, ¿qué lugar es bueno para ir a una primera cita?
El hombre levanta la cabeza y me mira.
— Un motel. —Phoebe, quien se encontraba cerca, pasa junto a él y lo mira escandalizada. Frunzo los labios para evitar reír pero es difícil. Gibson siempre tiene esos comentarios inesperados y que son parte de su encanto.
— No puedo creer que dijeras eso, Gibson —dice la abuela golpeando su hombro.
— A nosotros nos resultó bien. —le da un beso en la mano que acaba de golpearlo.
— Por el amor de Dios, —la retira con impaciencia— ya basta, —sus ojos van directos a mí— no le creas nada de lo que diga este sin vergüenza.
La abuela se encamina hacia la cocina con la risa de Gibson de fondo.
— Ya lo anoté —susurro hacia el abuelo y me regala un giño.
— ¿Tienes una cita? —pregunta.
— Yo no, Cat. —espero.
— ¿Cat tiene una cita? —el abuelo me mira curioso y me siento en el sofá cerca de él.
— Aun no pero la tendrá. —levanto la libreta enseñándole el borrador que creé con posibles candidatos, sus cualidades, destinos a visitar, etc. Y aunque todo esto parezca demasiado exagerado, no lo es para mí.
No quiero que esta última decepción amorosa sea lo que se lleve con ella antes de que se vaya a Chicago una vez que se gradúe en unos meses. O tal vez sólo quiero que encuentre a alguien con quien no sentirse sola cuando se vaya.
La idea de crear recuerdos junto a ella es importante para mí y esta puede ser una excusa para ello porque así pasaremos más tiempo juntas, bueno, más de lo que ya lo hacemos.
Además de que continúa siendo un saco de tristeza vagando por la casa y comienza a molestarme.
— ¿Cuáles son tus planes? Pequeña traviesa. —Gibson me mira con picardía. El suele ser como yo, un soñador y fantasioso sin remedio que busca crear historias donde no las hay.
— Cat necesita olvidar a ese...
— Marly... —Phoebe corta mi oración con una mirada de advertencia desde el marco de la entrada al siguiente cuarto.
— Gran papanatas —interrumpe el abuelo— ese gran papanatas.
Sonrío con agradecimiento y prosigo.
— Y quiero que esté con alguien mejor, así que todo debe ser perfecto.
— Ese es tu primer error, Marly —dice la abuela apareciendo una vez más desde la cocina mientras carga dos tazas de té, una para ella y la otra para Gibson. —forzar al amor.
— Es cierto, hija, —el abuelo toma un sorbo del líquido y continúa— no puedes forzar algo tan puro y natural como eso, fingirlo tal vez, pero si no viene del corazón entonces no va a funcionar. —Se queda en silencio unos segundos como si pensara en algo y vuelve a hablar— A menos que se trate de un cheque con muchos ceros, en ese caso el amor queda en segundo plano.
La abuela bufa en contradicción pero no dice nada, sabe que es inútil.
— ¿Y si ese amor está escondido muy muy en el fondo y sólo hay que despertarlo? —me acurruco en el sofá mirándolos a ambos. La abuela deja su tasa sobre la mesa ratona y toma asiento a mi lado.
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El valor de X ✔
Novela Juvenil¿Cuál es la fórmula para sobrevivir a un corazón roto? Según Marly y su abuelo la respuesta es conseguir a alguien más, ya que sufrir en soledad es historia antigua. Marly aún cree en el amor verdadero, es por ello que está dispuesta en emparejar a...