Para tener un mundo lleno de opresión, solo se bastaba de acortar la vista de la gente y enseñarles lo mínimo para que este siempre a tu poder.
Un mundo pintado de negro fue el mundo en el que Son Dongmyeong creció, pero este sería cambiado por un j...
Son Dongmyeong sentía que iba a morir. El menor de los tres era el peor conductor que piso la tierra, y no podían detenerse ya que en la radio ya se anunciaba que habían despegado las fuerzas policiales.
ㅡ¡Quítate de ahí!ㅡgritaba Harin indicándole a Kiwook a que fuera al asiento del copiloto.
ㅡ¿¡Estas loco?!
ㅡ¡Vamos a morir!
El mayor hizo caso omiso a las súplicas de ambos compañeros, indicandole al de cabellos rizados que se moviera. Este dejo el volante y obedeció mientras el auto avanzaba sin control alguno.
El moreno ya veía su vida pasar frente a sus ojos.
Un movimiento rápido y el mayor de los tres se encontraba tras el volante y con una buena habilidad para manejar.
A pesar de haber estabilizado el auto, volvían a acercarse los ruidos de las sirenas, indicando que seguían tras ellos. El conductor acelero lo más que podía aquel vehículo robado sin patente para quitarse de encima las autoridades, pero seguían apareciendo por distintos caminos.
Iban a morir.
Harin baja las ventanas de auto de la parte trasera, mirando por el retrovisor a Kiwook, indicándole que era su momento de actuar.
El chiquillo de rulos saco una caja que estaba escondida en el asiento trasero y comenzó a unir rápidamente los engranajes de su nuevo proyecto de 10 segundos: una pistola.
Cubrió su rostro con sus gafas de mecánico y se asomo por la ventana abierta, iniciando el tiroteo que grabaran los periodistas.
Dongmyeong cubría sus oídos mientras el ruido de las sirenas se mezclaba con el de los disparos.
Siete veces. Siete veces escuchó sonar el arma que había en la mano de su compañero de asiento.
Dio la vuelta para mirar el camino, viendo que los neumáticos de las fuerzas especiales fueron destruidos, dándoles denuevo la ventaja y tiempo suficiente para perderse en el horizonte.
Ahora solo faltaba llegar a su refugio.
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