Tres días. Solo quedan cuatro para volver a la normalidad.
En su cuarto, el moreno toma una caja que estaba escondida en el fondo de sus recuerdos.
La empaca y sale al exterior.
Observa su alrededor, recolecta lo necesario y va donde Yonghoon trabajaba. Saca su caja y empieza a trabajar.
Petalos rojo, fresas, todo lo rojo lo toma y empieza a mezclarlo con sus materiales. Una, dos, diez veces comprime el material y lo mezcla hasta lograr obtener pintura.
Pintura roja.
El block de cemento donde están las cuerdas mágicas son pintadas por las manos desnudas de Dongmyeong.
Uno, dos, tres trazos. No sabe cuanto tardo pero estaba sastifecho con su obra de arte.
Ahora si era la sala de batalla perfecta para el mayor.
Al ver que Yonghoon no volvía, se levanto y comenzó a recorer el lugar.
Siempre llegaba a un lugar diferente.
Nuevamente, otro lugar similar a donde conoció a Yonghoon. Esta vez era mucho más grande, más rectangular que cuadrado.
Dos paredes estaban detruidas, como si con un martillo les hubieran dado.
Se asoma para ver mejor, y encuentra a dos personas adentro discutiendo. Ellos deben ser quienes acompañana a Yonghoon el resto se los días.
Dos hombres, aparentemente de la misma edad, pero con razgos muy diferentes.
Uno era alto, con un cuerpo bien trabajado, mientras que el contrario era más pequeño y tenía un cuerpo regular.
Se escucha como el metro se detiene, y se abre una reja mostrando al hombre de cabellos castaños llegar. Mira la situación y toma al menor de los hombros y lo hace retroceder en sus pasos.
No desea que presencie una pelea entre esos dos.
Llegan a su estación y queda asombrado por lo que ve. El aburrido gris que inundaba sus vidas era cubierto por el bello rojo que provenía de las rosas, y claramente estaba impregnado en las manos morenas del visitante.
ㅡ¿Tu lo hiciste?
ㅡEs...un regalo.
Sus recuerdos lo hacen viajar al día de ayer, notando que el contrario hablaba en serio en hacerles un presente.
Es perfecto.
Esta vez, Dongmyeong acompaña a Yonghoon para hacer la música que envían al mundo, o a los pocos que reciben un pequeño rayo de luz.
Una vez terminado dicho labor, Yonghoon lo acompaña a si viaje devuelta aquel oscuro cuarto.
Su sonria se va apagando conforme llega a dicho lugar, mostrando que no es para todos aquel cambio.
Vuelve a adentrarse y revisa la hora.
Son las 18:03. En unos minutos más llega la comida.
Aprovecha de limpiar su cuerpo con un paño húmedo guardado en un cajón y cambia sus ropas pintadas de rojo a el casual ropaje negro. Pero esta vez, el negro no le sienta tan mal.
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▪︎》A New Beginning《▪︎ Onewe
Ficțiune generalăPara tener un mundo lleno de opresión, solo se bastaba de acortar la vista de la gente y enseñarles lo mínimo para que este siempre a tu poder. Un mundo pintado de negro fue el mundo en el que Son Dongmyeong creció, pero este sería cambiado por un j...