Para tener un mundo lleno de opresión, solo se bastaba de acortar la vista de la gente y enseñarles lo mínimo para que este siempre a tu poder.
Un mundo pintado de negro fue el mundo en el que Son Dongmyeong creció, pero este sería cambiado por un j...
El viaje en el aburrido tren de todos los días lo llevaba directo a su monótono trabajo. Cada estación de esa línea te dejaba en un trabajo distinto, y solo podías bajar con tu pase de zona.
Se abren las puertas, Dongmyeong se baja y entra al edificio. Marca su entrada y se dirige a las escaleras mecánicas para llegar a su zona de trabajo. Esta a cargo de organizar los estantes del correo que llega a la ciudad, porque, a pesar de la alta tecnología que alguna vez existió, solo algunos restos de ella quedaron, por lo que para comunicarse con el exterior o cuidades vecinas unos debías escribir cartas como antaño.
Toma las cajas nuevas, revisa las cartas, las deposita en la sección correspondiente y repite el proceso.
Una carta, dos cartas, diez cartas.
Una vez suena la alarma en la planta al medio día, su tarjeta se activa y puede salir a buscar su comida.
El edificio en donde trabaja tiene una cafetería, por lo que siempre almuerza ahí para no gastar tiempo y evitar una reprimenda por parte de su jefe si llega tarde.
Termina de comer y vuelve al lugar de donde vino para continuar su trabajo.
Sigue corriendo el reloj, marcando minuto por minuto hasta que marca las 20:30. Hora de irse.
Las puertas del cuarto cerraban a las 00:00, por lo que podía divagar por las calles un tiempo más.
Son Dongmyeong va por las vías del tren abandonado que había cerca de su edificio mientras buscaba donde sentarse. Una vez comodo, saco de su bolso una croquera y una cerveza. El sonido de la lata abriendose resono por sus oidos mientras tomaba el primer sorbo. Una vez hidratado, comenzó su obra maestra.
El cielo nocturno ese día era maravilloso.
Trazó sus lapices de carbon por el papel mientras observaba atentamente cada detalle. Había tantas cosas que le gustaría plasmar, pero al final del día todos sus colores terminaban convirtiendose en negro, al igual que el resto del mundo.
No importaba cuanto soñara, imaginara, siempre terminaba en negro.
Miró su reloj, marcaba las 23:29. Tomo sus cosas y fue caminando a su cuarto. Una vez dentro de esas pequeñas cuatro paredes, se dejo caer en la cama rendido mientras miraba el techo.
00:00,se cierran las puertas. Su cuerpo desnudo es bañado bajo la tuene luz de la luna que salía por el pequeño agujero en la pared. Algún día, descubriría que había tras esas vías, pero por ahora solo quedaba esperar para el nuevo día.
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