one shots bang chan bottom con distintas temáticas.
☇ todos los shots son escritos por mí.
☇ tener madurez al leer, no confundamos la realidad con la ficción.
☇ no tengo ninguna intención de faltarles el respeto a los chicos, leamos conscientes.
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—¡Hyung! —se oyó un grito detrás de él, sorprendiéndolo y haciendo saltar a su corazón con una vaga esperanza.
Se volteó con cierta expectativa, para enseguida decepcionarse. Suspiró y se obligó a sonreír.
—¿Qué pasa, Changbin? —No es porque no se alegrara por ver al agradable chico, solo era porque había creído que era alguien más.
—Chan, quería preguntarte algo, —inhaló buscando aire, —¿tienes alguna idea de lo que podría regalar a mi pareja para mañana? —El chico bajó la mirada, sonrojándose.
Bang Chan alzó las cejas, repentinamente entusiasmado y enternecido por la dedicación de su amigo hacia Félix.
—Dale mimos y golosinas. Los va a amar. —Le dijo, palmeando su hombro tratando de animarlo.
Changbin le agradeció una y otra vez, para luego marcharse y acercarse a Félix, besando su mejilla y abrazándolo por los hombros, provocando que se removiera la sudadera que portaba dejando expuesta una pequeña palabra en su brazo: “brownies”
El australiano la observó con cierta aflicción. Ya todos a su alrededor habían encontrado a su alma gemela, pero él había sido incapaz de hallarla, haciendo de su marca en su cuello una pesada carga. En el, se podía contemplar una palabra: hyung.
Desde niño al observar lo que se suponía que su alma gemela diría al encontrarse con él por primera vez, lo había desanimado. Habría tantas personas que le llamarían hyung en algún punto que encontrar a su pareja se veía como algo muy lejano.
Y no se había equivocado, a la fecha, siempre que oía un hyung no podía evitar sentir cierta emoción, que inmediatamente era aplastada al contemplar a la persona que le llamaba de tal manera.
Ninguna era su alma gemela, nunca sentía la tan sonada emoción de saber que era la persona.
No quería que aquello le afectara, había casos en los que hasta décadas después encontraban a esta, pero su voluntad no era muy fuerte. Cada catorce de febrero sentía una pequeña espina clavada en su pecho. Y es que no podía evitar compararse con los demás, quiénes ya habían hallado a su pareja.
Bajó la mirada por un momento, mordiendo su labio con pesadumbre.
Y luego, sosteniendo las correas de su mochila, salió de la escuela, caminando hasta la estación para partir a su casa y descansar para el siguiente día, que sería bastante difícil.
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