ch. 05

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JUGAMOS PINACLE
CON UN
CABALLO

TUVE SUEÑOS SUPER RAROS Y ENTRETENIDOS, LLENOS DE ANIMALES DE LA GRANJA

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TUVE SUEÑOS SUPER RAROS Y ENTRETENIDOS, LLENOS DE ANIMALES DE LA GRANJA. La mayoría de ellos quería asesinarme; el resto pedía comida. Entremedio de ellos, estaban Percy y Grover golpeando la mesa con los cubiertos en las mano exigiendo: «¡Comida! ¡Comida! ¡Comida!» como si tuvieran cinco años.

Debí de despertarme varias veces, pero lo que oía y veía no tenía ningún sentido, mi imaginación no podía crear cosas de esa manera, así que volvía a perder la consciencia. Me recuerdo descansando en una cama cómoda y suave, alguien dándome cucharadas de algo que me sabía a pie de limón pero que era pudin. El chico rubio de ensueño me sonreía cuando me enjugaba los restos de la barbilla.

—¿Sabes qué es lo que va a pasar en el solsticio de verano? —me preguntó al verme con los ojos abiertos.

—¿El qué...? —mascullé.

Miró alrededor, como si temiera que alguien lo oyera.

—¿Qué está pasando? ¿De verdad se han robado algo? ¡Sólo quedan unas semanas!

—No entiendo —murmuré—. Perdón...

Alguien llamó a la puerta, y el chico me llenó la boca rápidamente de pudin.

La siguiente vez que desperté, el chico se había ido.

Un tipo rubio y fornido, con aspecto de surfero, estaba de pie en una esquina de la habitación, vigilándome. Tenía ojos azules —por lo menos una docena de ellos— en las mejillas, en la frente y en el dorso de las manos.

Cuando por fin recobré la conciencia plenamente, encontré escalofriante esos ojos, pero dejé de verlos. Estaba sentada en una tumbona en un espacioso porche, contemplando un prado de verdes colinas. La brisa olía a fresas. Tenía una manta encima de las piernas y una almohada detrás de la cabeza. Todo aquella estaba muy bien y perfecto, pero sentía la boca como si me hubieran golpeado en ella. Tenía la lengua seca y rara y me dolían las encías.

Me quedé viendo mis piernas estúpidamente hasta que despabilé del silencio que había.

En la mesa a mi lado había una bebida en un vaso alto. Parecía zumo de manzana helada, con una pajita verde y una sombrillita de papel pinchada en una guinda. Tenía la mano tan débil que el vaso casi se me cae cuando unos dedos me ayudaron a sostenerlo.

—Por poco —dijo una voz familiar.

Percy estaba a mi lado, compartíamos la manta, y él lucía mejor que yo seguramente. Su cabello negro estaba desordenado por estar apoyado mucho tiempo en la almohada. Me sonrió, pero era una de esas sonrisas que no sabías cómo corresponder y muchos menos devolver.

Estaba cansada y mis manos perdieron por un instante fuerza cuando conseguí al segundo rodearlo con los dedos.

—Cuidado —dijo otra voz conocida.

𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐓𝐇𝐈𝐄𝐅 ──── pjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora