ch. 22

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NUEVO ENEMIGO.
¿QUÉ LAS SORPRESAS
NUNCA ACABAN?

DESPERTÉ CON EL SABOR DE LA GRANADA EN LA BOCA

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DESPERTÉ CON EL SABOR DE LA GRANADA EN LA BOCA. Me demoré en procesar lo que ocurrió y cómo era que había terminado en la enfermería de la Casa Grande.

Era una habitación normal. Había visto a los campistas terminar aquí de vez en cuando se creaban pleitos a manos de la cabaña de Ares y terminaban postrados en la misma cama en la que me encontraba. Los estantes en las paredes contenían medicina y frascos de hierbas, conté vasos herméticos que seguramente en el interior contenían néctar, y en otro sitio platos envueltos en papel transparente para mantener lo que me parecieron brownies.

—No te esfuerces —oí a mi derecha una voz alzada—, tus heridas aún no se han curado. Debes seguir descansando.

¿Acaso seguía delirando? En frente de mi había un chico de un aspecto que, cuanto más me lo quedaba viendo, me decía que debía llamarlo por un título de la realeza y sucumbir ante la sonrisa perfecta que surcaba su atractivo rostro.

Parpadeé con fuerza, volviendo a la dura realidad. Sólo se trataba del campista Stephan Sole, hijo de Apolo.

Me avergoncé únicamente unos segundos y luego simplemente pegunté:

—¿Cuánto tiempo... llevo durmiendo?

La cabeza me dolía si intentaba sentarme.

Stephan me ayudó a recomponerme, colocó la almohada detrás de mi espalda y me facilitó la postura para verlo de mejor manera.

—Dos días —contestó, frunciendo el entrecejo, y me pasó un vaso con una pajilla—. Te encontramos en el pabellón del comedor, a punto de ser consumida por las sombras. Fue casi un milagro que no estés...

Sabía como iba a terminar esa frase, así que le corté ahí mismo.

El néctar me sabía al pie de limón de mi madre, pero con una pizca de una sustancia agridulce. Quería tomar por mí misma el líquido sin que el hijo de Apolo me diera una mirada de: «Si se te ocurre forzar tu cuerpo le diré a todos que lloraste en frente de mí». Stephan, por más buen doctor que fuera, trataba a sus pacientes muy duro. Pero no me arriesgué en ser humillada, así que acepté sumisamente en la forma que me daba néctar y oí todo lo que había sucedido en mi ausencia.

Habíamos sido los primeros héroes en regresar vivos a la colina Mestiza desde Luke (Stephan me dijo que Percy se había encargado de dejar claro que mi ausencia se debía a temas con Hades) así que, según la tradición, fueron coronados con laureles en el gran festival organizado en nuestro honor, y después se dirigieron una procesión hasta la hoguera, donde debían quemar los sudarios que las cabañas habían confeccionados en nuestra ausencia.

—Creo que me perdí todo eso —comenté.

Stephan hizo una mueca, parecida a que no me quería hacer sentir mal e intentó arreglarlo:

𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐓𝐇𝐈𝐄𝐅 ──── pjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora