Quedaba poco para que el anochecer se hiciera presente. Tomioka Giyuu caminaba sin demasiada preocupación por el bosque, con la cabeza levantada y deleitándose con el cielo anaranjado que le maravillaba. Pensaba, entre tantas cosas que rondaban por su mente, que pese a que el mundo pudiera estar lleno de dificultades; horrores; demonios y demás cosas, tenía sus pequeñas partes hermosas. El fuego, tan peligroso pero tan armonioso; el agua poderoso como la misma creación se lo concedió; la nieve, suave y helada por sobre cualquier cosa; el viento fuerte e intimidante en cualquier estación del año. Aquellas cosas que eran tan cotidianas y comunes para los demás, eran de las pocas maravillas que le veía a la vida.
¿Fuego? Oh, sí. Comenzó a tener un cierto gusto por él desde que Kyojuro Rengoku comenzó a acercársele. No sabía exactamente el por qué, pero el pilar de la llama le había hablado bastante en los últimos días. Eso lo confundía, pero le gustaba tener a alguien que no fuera Shinobu Kocho o Mitsuri Kanroji haciéndole compañía. No le desagradaba en absoluto que Kocho y Kanroji le hablaran o estuvieran con él (incluso cuando Shinobu resultaba cruel e hiriente con sus palabras), pero por algún motivo que desconocía, Rengoku resultaba mucho más gratificante. Eso le gustaba, le gustaba sentirlo cada que se le acercaba; le encantaba oírlo aún cuando el contrario llegaba a elevar la voz. No obstante, le sorprendía que alguien tan resplandeciente como Kyojuro se interesara en él y decidiera hablarle, siendo que podía ser amigo de cualquier persona sin demasiada dificultad.
Escuchó tras de sí unas pisadas. No se alarmó debido a que el sol todavía yacía presente, y por lo tanto, ningún demonios saldría por el momento.
—¡Joven pilar del agua! — exclamó Kyojuro con su característica voz, logrando sobresaltar a Giyuu — ¡Qué bueno que te encuentro!
Giyuu giró sobre sus pies, encarándolo. Su primer pensamiento fue que, en cualquier ángulo que se encontrara, Rengoku lucía hermoso. Más aún con el atardecer.
—¿Pasa algo? — preguntó suave.
—¡No, no! Nada grave... Me preguntaba, ¿qué harás ahora? — preguntó con los brazos cruzados, manteniéndose totalmente erguido.
Extrañado ante la pregunta, Giyuu apretó los labios, ladeando la cabeza.
—Creo que haré una guardia, para asegurarme que no aparezca ningún demonio.
—¡¿En serio?! ¡Eso suena increíble! — alabó con una sonrisa —. Pero, ¿es necesario? Es que..., quería saber, ¿si te gustaría cenar conmigo? — preguntó con una anormal timidez.
Giyuu se quedó en silencio por unos segundos, perplejo por lo que escuchó. Giró a ver a los lados y detrás de sí para ver si es que había alguien más ahí.
—¿Yo? — cuestionó en un tono tan bajo que Kyojuro apenas si lo escuchó. Aun así, el contrario le asintió con la cabeza —. ¿Por qué querrías eso conmigo?
—Bueno, ¡eres mi amigo, me gusta estar contigo!
Giyuu por su parte, estaba confundido. Tragó saliva, manteniendo su semblante serio.
—Soy muy aburrido.
—¿En serio? ¡yo creo que eres muy interesante! — sonrió, con aquella dulce sonrisa que lograba provocarle cierta calidez al azabache.
—Gracias, supongo.
Hubo un momento de silencio, en el que Giyuu mantuvo la mirada fija en el suelo, impacientando a Kyojuro. Debido a que al pilar de la llama no le gustaba demasiado estar en silencio con alguien, procedió a hablar.
—Entonces, ¿aceptas? Te prometo que comeremos lo que más te guste — se le acercó lo suficiente como para tenderle la mano, esperando a que el otro la tomara.
Con cierta inseguridad y timidez, Giyuu le asintió con la cabeza, tomándole de la mano, emprendiendo así el rumbo al pueblo. Claro que se percataron de que estuvieron tomados de la mano todo el camino, pero a ninguno le molestó en absoluto. No necesitaron de palabras para expresar lo cómodos que se sentían el uno con el otro. Bastaba con el contacto de sus manos para sentirse felices y complacidos.
Para Giyuu, Kyojuro era la calidez y la alegría que le faltaba a su vida, y que había desaparecido una vez que Sabito y su hermana Tsutako murieron. Para Kyojuro, Giyuu era la tranquilidad y la paz que le otorgó en su momento su difunta madre, y que tanto disfrutaba pese a lo poco que pudiera decir el contrario. Ambos se sentían tan bien estando juntos. Pero, en un mundo tan peligroso y crudo como en el que estaban, temían y se cuestionaban sobre si debían permitirse sentir tal hermoso y creciente sentimiento.
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Todos te odian, Tomioka. En especial yo
FanficGiyuu Tomioka es el pilar del agua. Es una persona muy callada, de pocos, o más bien, nulos amigos y habilidades sociales casi inexistentes. Es debido a su personalidad introvertida que los demás lo creen alguien arrogante y con aires de superiorida...