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⚠️Aviso de contenido explícito, sexual, y situaciones de violencia además de menciones de sUyCidio⚠️

Pasaron tres días en los que ninguno de los dos se dirigió la palabra. Sanemi estuvo atento a lo que hiciera Giyuu, más que nada porque estaba preocupado de que el azabache pudiera hacer alguna locura debido a su poca (nula) estabilidad emocional. Aunque seguía dolido, no podía evitar sentirse como un tonto adolescente enamorado.

En el tercer día, durante la hora de almuerzo, ambos fueron al comedor en el que se sentaron a al menos cinco mesas de distancia. Sanemi se sentaba detrás, donde podía verlo comer en completa soledad.

Qué hombre más maravilloso resultaba Giyuu ante los ojos del peliblanco; con su cabello largo negro que se veía suave y le generaba deseos de querer acariciarlo; su piel blanquecina que ante el tacto resultaba fría; sus ojos rasgados de largas pestañas y orbes azules; su fina nariz; sus labios rojizos; sus mejillas que ante algo que le gustaba se terminaban sonrosando, como en ese momento en el que probó salmón y le gustó tanto que se ruborizó.

Terminó suspirando encantado en más de una ocasión por estar perdido en la figura del azabache. Aun así, no se animaba a hablarle, pues creía prudente darle su espacio, y aunque estuviera reacio a aceptarlo, le había dolido lo de la última vez.

"Giyuu, ¿por qué eres tan lindo? ¿por qué me tienes aquí como un tonto? ¿por qué estoy suspirando cada que te veo? " esas preguntas le invadían la mente, impidiendole continuar con sus tareas cotidianas.

"Me encantas, Giyuu. ¿Cómo puedo demostrarte que eres el hombre de mi vida? "

"Giyuu, soy una basura; pero ésta basura quiere protegerte, amarte y enmendar sus errores. "

Al atardecer, lo divisó en la entrada del hostal, poniéndose los zapatos para salir. Se escondió tras la pared, asomando su cabeza con cierta timidez.

—¿Vas a salir? — preguntó mientras sus dedos jugueteaban en la pared a modo de distracción. Giyuu le asintió con la cabeza sin darse la vuelta para verlo —. Ah..., ¿y a dónde?

—Al infierno — concluyó, abriendo la puerta principal y saliendo del lugar.

Sanemi se cohibió, y se mantuvo debatiendo durante varios segundos si seguirlo o no. Dejó a su impulsividad dominarlo. Abrió la puerta, y apenas dio un paso fuera se sobresaltó por la voz del azabache vociferando a su lado.

—-¡No me sigas!

—¡Perdón! — respondió de inmediato.

—¡Voy a saber si me sigues, así que no lo intentes! — advirtió con una seriedad y agresividad que Sanemi desconocía.

Giyuu corrió lo más rápido que pudo, alejándose del lugar y dejando a ese hombre enamorado estar abrumado y sorprendido. Aunque Giyuu le dijera que no lo siguiera, no planeaba dejarlo solo, más teniendo en cuenta su delicado estado mental. Sin embargo, lo seguiría a su ritmo.

🦋

Giyuu se perdió por entre lo profundo del amplio, oscuro y desolado bosque. Caminó lento, y por tanto tiempo, que vio al sol esconderse en el horizonte; al cielo oscurecerse y a la luna posarse dominante en el mismo. Todavía estaba resentido con Sanemi por las cosas que habían sucedido; desde el encuentro que tuvieron con la luna superior tres, hasta la carta que leyó y le dejó en claro tantas cosas. No sabía qué sentir por él más allá de molestia y completo rechazo. Quizá se estaba adelantando y no estaba analizando bien lo sucedido, pero detestaba a Sanemi; tanto que no quería verlo ni oírlo. Suspiró agobiado en un esfuerzo por eliminar esos pensamientos intrusivos que terminaban dejándolo agotado.

Todos te odian, Tomioka. En especial yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora