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Al amanecer, cuando el sol anaranjado se hacía deslumbrar en el cielo, los pilares de agua y llama despertaron en la misma cama, estando abrazados; disfrutando de la compañía y el calor del otro. Tuvieron una noche inolvidable, en las que unieron sus cuerpos y se proclamaban amor eterno. Sin duda, una noche que deseaban repetir cuanto antes. Pero ahora, tenían que comenzar otro tedioso día.

Se ducharon; vistieron, y desayunaron juntos, disfrutaron esos momentos todo lo que pudieron, hasta que llegó el momento en el que se reunieron frente a la finca de Giyuu.

—Tengo que ir a una misión — comentó Kyojuro, poniéndose frente a Giyuu; observando sus facciones finas —, será  breve, supongo.

—¿En serio? — preguntó con una mueca triste que no pudo disimular —, ¿de qué va?

—Es en un tren. Tengo que ir ya, saldrá esta noche así que..., supongo que nos veremos en unos días — habló decaído. No tenía demasiado ánimo de querer ir a esa misión. Es más, si le dieran a elegir, optaría por quedarse toda la eternidad con Giyuu.

—Te voy a extrañar — sorpresivamente, lo abrazó; ocultando su cabeza en el hombro ajeno —. Pero, ¿sabes? Cuando vuelvas, quiero proponerte algo...

Kyojuro correspondió al abrazo, dándole suaves caricias en la cabeza.

—Me dejarás con la curiosidad, ¿eh? — rio, y le dio un beso casto en la frente —. Entonces trataré de venir lo antes posible — le tomó de los hombros para alejarlo, y así poder verle la cara —. Si Shinazugawa te molesta, enfrentalo. Recuerda que nadie tiene el derecho de tratarte mal — al ver la sonrisa de Giyuu, le tomó de las mejillas para poder empezar un largo y lento beso, el cual se lo daba también como una despedida; deseando que quedara grabado el momento en su memoria.

Estuvieron así por unos minutos, hasta que Kyojuro lo alejó, sin soltarle de las mejillas. Pudo ver la tristeza en los ojos azules, y eso le generaba cierta culpa. Luego de decirle lo mucho que lo amaba y extrañaría, le dio un último abrazo, listo para ir a su misión.

—¡Estaré pensando en ti todo el tiempo! — exclamó el rubio con gran entusiasmo.

Giyuu le vio irse, deseando que los días pasaran rápido para poder volver a verlo.

Se fue del lugar, queriendo ir a almorzar al mismo puesto de ramen al que fue con Kyojuro. Ya se había vuelto su lugar especial. 

Cuando iba saliendo, se encontró con Tanjiro y su pequeño grupo que incluía a Nezuko (dentro de su cajita), Zenitsu e Inosuke. El joven cazador se le acercó para agradecerle todo lo que había hecho por él y su hermana, y decirle también que seguiría a Rengoku en su misión en el tren; cosa que se le hizo peculiar. Poco le duró la charla, ya que se debían de ir lo más rápido posible para alcanzar el tren antes del anochecer. Vio a los adolescentes irse a toda prisa, no siendo conscientes de lo que vivirían. Giyuu suspiró, volviendo a emprender su camino.

Al caminar un poco por el bosque, divisó a Sanemi estando apoyado en uno de los árboles; con los ojos cerrados, los brazos cruzados y un semblante sereno. Queriendo pasar desapercibido, caminó rápido, pero sigiloso; no dándose cuenta de que pasó muy cerca de él. Shinazugawa le puso el pie delante adrede, logrando que Giyuu cayera abruptamente contra el suelo, golpeándose la nariz.

—Lástima que Kocho no está para ayudarte — rio con una de sus características risas maliciosas.

Los ojos azules de Giyuu se humedecieron. Se sintió terriblemente humillado, pero sobre todo se sentía triste de que lo tratara de esa manera siendo que nunca le había hecho algo. Se levantó con lentitud, controlando su necesidad de llorar, sin decir ninguna palabra.

Para Shinazugawa, el ver la expresión desinteresada de Giyuu le hacía hervir la sangre. En sus palabras, su cara de rata le generaba repugnancia, pues parecía alguien que creía tener aires de superioridad. Sin duda, aprovecharía cualquier oportunidad que tuviera para hacerle la vida imposible.

—Nunca te hice daño — dijo suave, bajando la cabeza —. No sé por qué eres así conmigo.

—A ver — ladeó la cabeza, riendo —, llora.

El azabache sintió una punzada en el pecho, e irónicamente, las ganas de llorar se hicieron más fuertes. Caminó a toda prisa, tomando por sorpresa al de cabello blanco, pues se esperaba una respuesta arrogante o agresiva.

El resto de la tarde, y tras pasar aquel momento tan desagradable, Giyuu disfrutó de su comida en solitario, pensando en la noche que pasó con Kyojuro; deseando con mayor intensidad que llegara lo antes posible. Pronto le encontró la noche, teniendo que emprender camino devuelta a su finca.

Al día siguiente, la peor noticia de su vida le fue informada por su querido cuervo. Durante la misión en el tren, Kyojuro Rengoku fue asesinado por la luna superior tres, Akaza. Su muerte resultó uno de los sacrificios más valientes que pudo haber hecho algún pilar, ya que logró salvar a todos los pasajeros y al grupo de Tanjiro sin mayores lesiones.

Avanzó sin un rumbo fijo, divisando a Mitsuri sentada en una banca mientras lloraba a montones mientras Obanai trataba de consolarla inútilmente.

Giyuu corrió tanto, que cuando llegó a una colina y tuvo que bajar por ella, se tropezó con sus propios pies, rodando por la misma hasta caer frente a la orilla de un lago. Se sentó en el suelo, con el cuerpo adolorido. Se llevó una mano a la boca, ahora, sin poder ser capaz de controlarse. Sus ojos soltaron la incontrolable cascada de lágrimas que hace mucho que no salían, volviendo a perder aquel brillo que tanto le costó recuperar. Lloró con fuerza, abrazándose a sí mismo mientras gemía y temblaba.

Ni se percató que era observado por Sanemi, el cual estaba sentado sobre un árbol; descansando. Quedó incrédulo al verlo así, pero pudo intuir el motivo, y una horrible sensación de lástima le golpeó.

Todos te odian, Tomioka. En especial yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora