4|Walking On A Dream

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"Dos personas se vuelven una"


"Solo fue un encuentro, y ahora parece que se marcó en mis sueños

Quería contarte esto, porque algún día volverás y quiero que experimentes ese sentimiento.

Perdí la cuenta desde la última vez que te escribí. Estuve con Dai algunos días, la misma noticia de siempre, sin avances ni señales positivas . Ruben sigue esperando por ella, me hace feliz que cuando despierte esté ahí , me pone algo celoso que ese chico parece quererla más que nada, pero al mismo tiempo me llena de alegría.

No quiero escribir ya, más no me olvidaré de ti

-IH"


—Disculpe, ¿Puedo ayudarle con sus compras?

Se dirigió hacía una anciana que llevaba bolsas de mercado que lucían muy pesadas

—Por favor. —Asintió—. Eres muy amable, disculpa la molestia.

—No esa nada, realmente son pesadas para usted.

—¡Oye!—hablaron atrás de él—, eres el chico de la comida, en el hospital.

Era él. La persona que no salía de su cabeza estaba ahí frente de él, sosteniendo bolsas de compras con una alegre sonrisa.

—¡Gracias por eso, realmente era delicioso!—continuó.

—Cortaste tu cabello... — dijo Iván sorprendido.

—Oh sí, la señora Marelin lo corto por mi.—Seguía sonriendo, y el corazón de Iván parecía explotar por mirarlo.

—Te dije que me llames abuela.— La pequeña señora atacó al chico con un bastonazo—. Me alegra que se conozcan, así puedo aprovechar un poco de este fuerte muchacho para que lleve las compras a casa.

El camino se hizo ligero gracias a que el joven a su lado era un gran parlanchín que sabía sacarle todo tipo de preguntas a todo lo más básico que podía ver en el transcurso, como si toda su vida hubiese estado ajeno a lo que le rodea. En ese momento, recordó lo que Samuel le había dicho, "Demencia", o algo así, él supuso que de eso se trataba, así que no le daba pesar explicar todo lo que él se pudiera cuestionar.

El acogedor hogar al que llegaron era tan pacifico, lleno de pequeños árboles con frutos, flores brotando y jarrones de una gran variedad de colores.

—Puedes dejar las bolsas aquí—indicaba la señora a una gran mesa.

—¡Iván, ven!—dijo el chico castaño tomándolo de la mano.

—Con su permiso—hizo una reverencia hacia la mujer mayor.

—Claro, es tu casa—sonrió.

Era muy extraño que siquiera supieran su nombre y lo trataban como un familiar cercano, era un sentimiento cálido y singular.

—Mira, —en el patio trasero había un estanque con peces dorados y carpas koi—, está un poco desordenado, pero le propuse a la abuela Marelin que yo lo arreglaría ¿Qué te parece ayudarme?

—Ni siquiera me conoces—confesó y el chico se vio extrañado—, tampoco sé tu nombre.

—Oliver, Oliver Tovar. Ese es el apellido y nombre que la abuela me dio.

Queridos Amigos Con ProblemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora