2.─¡La chica del parque tiene nombre!

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Lunes por la tarde en la escuela.

Los alumnos se dispersaban en los pasillos de la primaria de Cleveland, luego del primer cambio de salones.
Niños de distintas edades se mantenían en grupitos junto a los casilleros, yendo de un lado a otro, disfrutando unos minutos de descanso también.

Entre el espacio libre del corredor, el destacado chico de sexto grado (el último de todos los años), Michael Afton, se habría pasó él mismo, sin importarle empujar a terceros y seguir su camino con tranquilidad. Destacando en si esa firmeza masiva, digno de una medalla.
Varias miradas lo seguían y lo veían de reojo, siempre con un dejo de disgusto poco disimulado.
Y es que, ¿quién ocultaría el hecho de que les caía mal?

Algunas chicas murmuraban a escondidas cuando él pasaba a su lado. Una agrupación de jovencitas que veían demasiado guapo el andar del chico, así como también su personalidad ruda y, por en cima de todo: su apariencia.
Habían quienes se negaban pero era cierto: Afton era increíblemente atractivo para su edad. Su cabello castaño y semi largo, siempre lucía desordenado, acentuando su piel bronceada y rasgos faciales. Sus ojos eran perfectamente azules, viéndose de fondo el océano. Su contextura física era delgada, como si nunca hubiera tocado una pesa en su vida, pero de llevarle la contraria es porque jamás lo han visto pelear. No por nada es el campeón de las pulseadas.
Su gusto por la ropa era similar al del resto de chicos, pero lograba resaltar un poco más por en cima de los demás.
Michael era la definición de popularidad y belleza.
Incluso puede ser, que él inventó la moda del momento.

Era lindo, sí, y lo sería aún más si solo fuera un poco más caballeroso con el resto de la escuela, o demostrará tener empatía y cariño por alguien en este mundo. Solo unas pocas masoquistas se enamoraban de ese chico, incluso sabiendo egoísta y hostil que era.
Muchas lo admiran y babean por él. Hay niños que lo envidian por llevarse toda la atención femenina.
Algunas incluso le dejaban cartas en su casillero, confesando sus sentimientos por él y firmado de forma anónima.
Un simple bollito bastaba para deshacerse del tema para Michael, pues no le gustaban ese tipo de confesiones. No le gustaba nada relacionado al amor en general.

Esa seguridad con la que camina, de sentir que era impune ante todo, era lo que más destacaba de su persona. Como si no tuviera miedos. Como si la preocupación no existiera en su lenguaje. Rara vez se detenía por algo, y arrastraba siempre alguna mala intención.

De repente, sus pasos se detienen, y esa sonrisa amplia en su rostro disminuye al reconocer un rostro entre el resto de alumnos.
Aquella niña, a la que hace dos días había molestado junto a sus amigos en el parque, estaba allí.
Ida en su mundo, caminando.
Lucía más presentable que antes pero ante sus ojos, era prácticamente lo mismo.
Michael retoma su sonrisa, está vez con maldad floreciendo, solo para ponerse por delante de la chica, haciéndola detener.
Al momento de dirigirse a él, confusa, ella toma esa expresión que no demuestra nada más que amargura, porque se acordaba de él, y lo que daría por no hacerlo.

──AGRIDULCE: Michael Afton x Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora