9.─ El proyecto de Afton

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El aire se sentía pesado y el sol pegaba fuerte, como siempre, en aquel pueblucho que el invierno olvida

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El aire se sentía pesado y el sol pegaba fuerte, como siempre, en aquel pueblucho que el invierno olvida.
Las esperanzas de los pueblerinos por un posible invierno normal, se quedaron en la nada con el regreso de los 30 grados como mínimo.

Lo único que el joven Afton tenía, para combatir el clima pesado, eran las brisas de viento regaladas que tenía mientras pedaleaba en la vieja bicicleta que no usaba hace dos años. Y la razón es porque debía hacer un encargo urgente.

Esa mañana, el señor William, su padre, llegó a casa temprano, pero le ordenó a Michael entregar las llaves de su trabajo a su compañero, ya que olvidó hacerlo él mismo.
Y como estar siendo abrazado por el insoportable calor, era mejor que estar dentro de casa con su padre, Michael ni se quejó.

Su trabajo quedaba a unos cortos minutos de su casa, por lo que sería rápido aunque aún así, se tomaba su tiempo.
Michael jura, que casi se olvidaba del proyecto de su padre. Como él siempre lo señaló; era grande. Muy grande. Por lo que necesitaba de su hijo para abastecer el legado y responsabilidad que conllevaba.

Su padre se tomaba muy en serio su trabajo. Pasaba largas horas, incluso días, trabajando. Apenas pisaba su casa. Y era muy probable que a Michael le tocará la misma rutina, incluso si más adelante no terminaba la secundaria.

¿Le agradaba la idea? No.
¿Tenía alternativas? Tampoco.

Ni siquiera había algo que lo suavizará, ni cautivará. La idea de seguir el legado de su padre le parecía aburrido.

En el escondido pueblo de Greenwood, su padre podría hacer historia. Y hasta hace unos meses, a Michael le fascinaba la idea. Pero ahora... No lo sabía.
Últimamente, eso le venía pasando.

No sabía con certeza que le sucedía a su vida. Y de repente comenzaba a sentirse inseguro.

Unos minutos más andando, Michael se detiene en el estacionamiento delantero y vacío del establecimiento. Resultaba llamativo por el hecho de ser un proyecto de una manzana entera.
La atracción más grande que seguramente un turista encuentre en ese lugar.

Entró por las enormes dos puertas principales y fue recibido con un silencio punzante. El lugar, por dentro, era amplio, muy amplio. Con nada más que un espacio vacío y una separación que, supuso, era para un escenario. Pero en todo ese camino, no había una buena iluminación; lo único que brillaba era un rincón vacío.

El lugar estaba casi en oscuridad, con pocos focos en funcionamiento; otros lados cubiertos por sábanas blancas y muchas cosas sin terminar apiladas. El ambiente le resultaba tétrico pero con una valentía de cartón, suspiró, y se dispuso a encontrar al compañero de su padre: el señor Henry Emily.

──AGRIDULCE: Michael Afton x Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora