Narcisos

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Historia Original de Lucy_Trejo27









































Clientes habituales había muchos, pero Gulf prestaba atención a uno en especifico, uno que definitivamente
parecía a veces estar desesperado, no entendía lo que le pasaba, y tal vez jamás lo entienda, pero ya era la décima vez que entraba a.su tienda por unas flores, y no es que le molestase, pero definitivamente aquel alfa parecía tener serios problemas.

—¡Hola de nuevo! –saludó aquel con sus cabellos despeinados, aquel día el viento en particular estaba haciendo estragos en los perfectos peinados de las personas en la calle, afortunadamente para Gulf, podía quedarse en su respectivo local con su
peinado intacto, auinque no era como si se esforzase tanto en peinarse. —¿Tendrás narcisos?

Gulf ladeó la cabeza levemente, era la primera vez que le pedían esas flores, eran difícil de encontrar, además de las siembras, pero al menos podía decir que si tenía algunas ese día, al menos las había logrado conseguir, dió un asentimiento a lo que el alfa frente a él sonrió aliviado.

—¿Va a querer un ramo o solo una flor? –preguntó a lo que aquel alfa soltó un pequeño suspiro.

—Estaría bien una sola flor,
por favor –Gulf dió un asentimiento y se alejó del
mostrador para ir por la dichosa flor.

Gaia se dispuso a entrar a la florería, había sido un largo día en la escuela, demasiadas tareas y pocas amistades no ayudan mucho, pero al menos tenía a sus hermanos y a su padre omega para disfrutar de la vida, camino dentro fijándose en aquel alfa que se encontraba ahora en la floreria, parecía estar
¿nervioso?

—Hola, pequeñín –Gaia
parpadeó un par de veces, ¿pequeño? ¡Él no es pequeño!

Por fin de solo darle un
vistazo a aquel alfa, lo reconoció de inmediato, es aquel loco que se la pasa de acosador con la omega de la cafetería que le regala galletas de chispas de chocolate, siempre le lleva flores y ella le rechaza. —¿Pasa algo?

—¡Tú! –lo señaló. —Ann Bunmi no quiere nada contigo...

—¿C-cómo sabes...?

—Te he visto, ella siempre habla frente a mí cada que me da galletas –eso su padre
jamás lo sabrá, —dice que eres un pesado, y que deberían decirte que dejes de hostigarla tanto, te detesta...

Eso si que no lo esperaba, y mucho menos creyó escucharlo de parte de un niño frente a él que seguramente ni siquiera conocía el significado de algunas de las palabras que le mencionó hace unos
momentos.

Los niños son sinceros, más de lo que un adulto puede llegar a serlo, así que sabe que las palabras dichas por aquel niño que había entrado a la florería eran más que ciertas. Demonios, debió imaginarlo, lleva casi tres años siguiéndola, haciendo encuentros casuales, sonriendole, dándole flores, y nada funcionaba, ahora lo entiende, es solo un fastidio para ella, seguramente hasta se ha de sentir atemorizada de él, inclusive puede darle una orden de restricción, ¡había actuado como un completo estúpido!

Gulf escuchó como alguien comenzaba a llorar, por unos momentos pensaba que quizás se trataba de uno de sus pequeños, así que con la flor en sus manos caminó velozmente hacía el mostrador pues de allí provenían los llantos, pero nunca pensó que vería lo
siguiente.

Allí estaba aquel alfa, estaba recargando su espalda en el mostrador, sentado en el piso, abrazando sus piernas,
mientras que Gaia se dedicaba a regalarle pequeñas caricias en su cabello como método de consolación, pues era el cliente quien se encontraba llorando, Gulf parpadeó un par de veces al ver aquello, ¿acaso estaba en otra realidad? De todas formas, Gaia no lloraba mucho.

—¿Se encuentra bien? –Gulf
podía ser bueno en muchas cosas en particular, pero enn consolar, para nada.

Se acercó hacía aquel alfa
sentándose a su lado para poder colocar su mano sobre el hombro de esté mismo y hacer que lo mirase.

—Dime la verdad, ¿me veo como un maldito acosador? –Gulf ladeó su cabeza confundido por aquella pregunta. —Demonios, ¡me veo de ese modo!

—N-no, no quise que pensase
eso –Gaia soltó una risa al ver la situación, su padre parecía verse en verdaderos aprietos al no saber que hacer, —Gaia, ve con tus hermanos.

—¡Si, papá! –el pequeño dejó sus acciones para irse detrás del mostrador, no quería perderse nada de lo que pasaba allí, además necesitaba llevar la anécdota del cliente llorón a sus hermanos, seguramente Lale se reiría.

En cuanto a Gulf, no sabía que hacer, aquel alfa seguía escondiendo su rostro mientras no paraba de llorar, era extraño, ¿qué es lo que había pasado para que de un momento a otro estuviese
llorando?

—Disculpe...

—Golf. soy Golf Pichaya –y continuó llorando.

Gulf definitivamente no
sabía que hacer o que pensar.

Pero recordó algo que hacía que su pareja se sintiera mejor después de sentirse deprimido, tal vez funcione, aunque no estaba tan seguro de ello, aún así, lo intentaría.

Dejó el narciso sobre el mostrador y se dispuso a colocarse justo frente al alfa
colocándose en cuclillas, y por fin llevó sus manos hacía los hombros del alfa, apretándolos levemente brindándoles un masaje que
había hecho que Golf prestase más atención a esas acciones, era extraño, relajaba eso era un hecho, y se sentía como si las emociones malas se fuesen poco a poco.

—Sea lo que sea que le haya
pasado –comenzó a hablar Gulf, no debe preocupar, todo estará mucho mejor ahora, no debe mirar al pasado, y sí piensa que no tendrá una solución, no debe hacerlo, para todo hay una solución, no debe preocuparse.

El alfa dejó de esconderse y
miró hacía el frente, aquel
omega le dedicaba una pequeña sonrisa sin dejar de darle aquel masaje, no entendía que pasaba dentro suyo, pero aquella preciosa y
tímida sonrisa hacía que en
su interior todo estuviese en
calma.

Cuando por fin el omega le miró a los ojos, Golf pudo percatarse de lo hermosos que son, y que definitivamente le gustaría mirarle por más tiempo, pero
Gulf apartó la mirada.

—¿Se siente mejor? –por unos momentos Golf sacudió su cabeza, parecía no comprender del todo esa pregunta, pero despertó de su ensoñación para después asentir. —Me alegra...

Gulf se incorporó, al menos su plan había funcionado.

—¿Aún quiere el narciso? –Golf se levantó, estaba extrañado, ¿qué había sido aquello? esa sensación, aún
podía sentir las manos del
omega sobre sus hombros — ¿Seguro que se encuentra
bien?

—Lo estoy, gracias... –dió un
asentimiento para después
mirar hacía el mostrador en
donde la flor se encontraba. —La llevaré.

—Si.

Gaia miraba discretamente, frunció el ceño, ese alfa parecía confundido con respecto a su padre omega, ¡eso no es nada agradable!

Gaia miraba discretamente, frunció el ceño, ese alfa parecía confundido con respecto a su padre omega, ¡eso no es nada agradable!

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Golf Pichaya

UN ALFA PARA PAPÁ ADAPTACIÓN TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora