𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑

145 7 7
                                    

Vuelvo a mi casa en coche, todo estaba en silencio y apagado. Solo estaban mis dos gatos en el sofá.

Bidet maúlla en cuanto enciendo la luz. 

-Ya sé. No me culpes. Esa chica era maravillosa y la he dejado ir.- le digo antes de que me maúlle para juzgarme.

Me siento en el sofá y Legolas se acurruca a mi lado.

Ella los trataba tan bien, como si fueran sus gatos y a penas se quedaba en casa.

He perdido a una chica perfecta, a la chica.

Recuesto mi cabeza notando que algo se cae del respaldo.

Me levanto y me asomo para ver que se ha caído.

Es una camiseta gris que no recuerdo haber comprado.

Alargo mi brazo y la alcanzo para ver de que es. 

Una camiseta de Britney Spears. Creo que tengo claro de quien es. 

Respiro aún su perfume de flores que tanto me recuerda a un atardecer.

Abrazo la camiseta y creo que Legolas pensaba que era ella porque comenzó a jugar con la camiseta. 

No se cuanto tiempo estuve oliendo su aroma pero no me di cuenta de que el tiempo estaba pasando hasta que Victoria me llamó.

-Oye tío, ¿está Coraline en casa? Es que la he llamado para vernos y eso y no me contesta.

-Victoria... Ya no está en Italia.

-¿Qué?

-Ella se ha ido, se ha ido del país..

-¿Va a volver?

No sabía cuanto realmente me dolía su ida hasta que pronuncie la respuesta.

-No.

El silencio de Vic me mató poco a poco.

-¿Estás de coña verdad?- escuché sus sollozos.

-Ojala, Vic, ojala.

-No puede irse sin más, menos sin decirnos donde. La voy a llamar.

Iba a protestar pero sin más colgó.

No iba a molestarme en que el resto lo supiera ahora, sabía que en cuanto Coraline no respondiera Vic recurriría al resto.

Y en una media hora ya tenía mensajes de Ethan y Thomas. Cansado les dije por el grupo que yo no había podido hacer nada, era una chica mayor de edad y podía hacer lo que quisiese. 

Por más que no me gustase, si ella necesitaba hacerlo no iba a ser yo quien le cortase las alas.

En lo más profundo de mi corazón sabía cuanto había sufrido ella en Italia y cuanto necesitaba despejarse de los medios, por eso no iba a intentar retenerla. Solo quería que fuera feliz y que volviese pronto.

Muchos recuerdos con ella empezaron a venir a mi mente y varias lágrimas salieron por la tristeza de no tenerla a mi lado riendo como solía hacer, de no verla estresarse por lo que se iba a poner solo para una pequeña cena con mis padres o simplemente acurrucada a mi mientras ella dormía y yo veía el inicio de la película que ella había elegido.

Hasta que ella no se fue no me di cuenta de lo rápido que va la vida. Hace nada estábamos dándonos nuestro primer beso con sabor a champán y fresas con chocolate. Y ahora solo tenía su camiseta con olor al perfume que le regalé de fresas. 

Solo habían pasado horas desde que se había ido en ese avión a la nada, pero ya la echaba de menos como si hubiera estado años sin verla.

De tanto oler la camiseta creo que perdió su olor así que me levanté con el único propósito de volver y comprar el mismo perfume.

Era increíble como un simple olor podía volverte loco hasta el punto de echarle perfume a una camiseta para que huela como tu novia, ex novia.

Para dormir algunos tenían sus peluches, otros almohadas, yo tenía una camiseta. Su camiseta. 

Su olor.

Mi vida.

Me pregunté toda la noche si ella tendría algo que le recordase a mi, si ella estaría durmiendo bien o estaría mal.

El simple hecho de que ella estuviera mal por mi culpa me quito todo sueño.

Recordé lo mucho que ella había sufrido y lo mucho que me preocupaba por ella que deje de preocuparme por mí. Dejé de vivir mi vida para vivir la suya.

Dejé de volar yo solo para llevarla a cuestas a cada sitio.

En el fondo de mi corazón sabía que nuestro amor no era una estrella constante, que la luz se iba a apagar en algún momento y que ella no estaría a mi lado. Supongo que quise mentirme a mi mismo y aprovechar tanto como pudiese.

Y ella, una oruga pequeñita protegida por todo el mundo, rompió su caparazón y voló apagando la luz de la estrella.

Y por más que ambos estábamos llorando en nuestras camas. Lo haría de nuevo, moriría solo para encontrarme en otra vida con ella y repetirlo todo nuevo, volver a besarla, hacerla mía, quererla, amarla.

Las almas gemelas se encuentran en otra vida, ¿verdad?

O a lo mejor no éramos almas gemelas, tal vez solo como luces intermitentes que se apagan y encienden cuando necesitan al otro.

Luces brillando entre miles de personas que trataban de opacarla. Luces que se necesitaban pero no podían estar juntas. Luces intermitentes en la vida, usadas simplemente para el gusto de otros.

Luces con la capacidad de amar a otra luz sin recibir otra cosa sino dolor. Solo dolor.

¿Y si solo fuéramos luces esperando a la correcta mientras millones de luces pasan alrededor?

Pero solo ella brillaba lo suficiente como para acojonar a mi corazón en el amor. Solo ella brillaba tanto como para hacer mi cabeza un lío, solo pensando en ella.

Solo ella era la luz que era capaz de defender a los suyos con firmeza y luego hablar con suavidad y claridad.

Solo ella era ella.

Y no hay nadie parecido a ella. Y tengo miedo de quedarme con su imagen en mi mujer perfecta.

Porque ella no era perfecta, pero la vida a su lado era perfecta.

Solo ella era capaz de ser perfecta e imperfecta a la vez.

Solo ella.

Esa mariposa, esa luz, esa persona perfecta. Solo ella.

Brividi ✔️ ꜰᴀᴍᴇ #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora