14. La infidelidad.

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La infidelidad.

No era a esto a lo que yo me refería, pero no me quejo, ni un poquito.

-¿Las hijas de quien..? -Pregunta Jerry mientras término por pagar el taxi.

-Lo importante es pasarosla bien amigo. -Dice Adelaide comenzando a caminar delante de vosotros.

El ambiente pinta a ser exquisito. Hay muchas luces, música animada y movimientos por doquier.
Prácticamente que todo es en color rosa fuerte y negro. Me gusta.

-¡Quiero pedirles un favor! -Exclama Jerry mientras comenzamos a entrar al club.

Asiento con mi cabeza para indicarle que estamos escuchando.

-No le digan nada de esto a Laura.

Le miro confundida unos momentos. -¿Nada de que?

-De esto, -Jerry pasa una de sus manos por su cabello. -no hago, no haré nada malo pero, no me gustaría la idea de que ella saliera de fiesta sin mi, se que a ella tampoco le agradaría saberlo.

Me quedo unos momentos callada analizando lo que Jerry ha dicho, su relación se ve más unida que esto.

Adelaide solo asiente y yo hago exactamente lo mismo.

Jerry sonríe lanza un pequeño grito al viento al ver el lugar y comienza a adentrarse dejándonos un poco atrás.

-¡También me ha desconcertado lo que ha dicho! -Exclama Ady mientras veo su cara de confusión.

Este es el momento en que me lleva a pensar si ocultarle una acción a tu pareja puede ser considerado como infidelidad.

Y es que creo que no habría absolutamente nada de malo el que Jerry le dijera a Laura que ha salido. Viene con vosotros y solo estamos aquí para hacer este tiempo más ameno.

Decido dejar estos pensamientos de lado, no es mi relación no son mis problemas.

Adelaide termina por apartarse de mi bailando con un muchacho alto y de tés muy blanca. Ella me guiña un ojo y con una tremenda sonrisa termina por desaparecer de mi campo de visión.

Me he quedado sola.

Oh vaya. ¡Que novedad!

Lentamente comienzo a inmiscuirme entre la multitud, todos son extraños pero esa no es la razón por la cual me quedo viendo sus rostros.

Las esperanzas en mi renacen cada vez que veo la postura que en mis sueños pertenecía a Adonaís. Lastimosamente ninguno de ellos lo es.

No me gusta estar en medio de tantas personas completamente sola.

De un lado a otro me veo en la barra de tragos y bebidas. Llevo mi vista hacia la multitud mientras una fina camarera me pregunta si deseo tomar algo, solo niego en respuesta sin llevar mi vista atrás.

Mientras los chicos están aquí y la pasan bien no estaría mal que yo saliera a buscar a Adonaís, venga si al menos conociera su apellido, podría preguntar por él a cualquier persona.

Pero sería muy extraño llegar y preguntar, ¿Oye, conoces a Adonaís? Oh si, seguramente me darán su dirección y su número telefónico.

Debería marcharme de aquí.

-¡Hola! -Llevo mi vista hacia atrás al escuchar. Se trata de un chico, joven, delgado, de tes blanca y cabello teñido. Él me sonríe abiertamente. -¿Estás sola? -Me pregunta tomando atrevidamente mi mano.

Veo en ambas direcciones a mi costado y luego asiento. -Vine con unos amigos, pero no se donde han quedado. -Le digo.

-Puedo ayudarte a buscarlos, -Me dice. -¿Quieres bailar?

Sueña, conmigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora