9. JIMIN

1K 147 66
                                    

El maquillaje se sentía pesado contra su rostro, esa mañana había tenido que aplicarse un poco más que de costumbre después de pasar la noche despierto. Era un milagro que no estuviera durmiendo mientras comía su almuerzo. Pero incluso si lo hiciera sería la única siesta que podría tomar por ahora, su trabajo comenzaba en unas horas y no saldría hasta la madrugada, si no caía contra su cama, muerto de cansancio aún tendría que aprenderse un par de diálogos.

Un día difícil.

Se inclinó sobre la mesa, encontrando una posición cómoda, abandonando su almuerzo. Quizás debía tomar una siesta corta, antes de caminar a su trabajo. Con ese pensamiento en mente, cerró los ojos somnolientos.

—¿Jimin? —dijeron y Jimin alzó la vista, sobresaltado.

Visualizó la enorme figura de Jungkook viéndolo fijamente, llevaba un suéter de punto color rojo sangré porque era lunes, debía verse terrible porque él lo vio fijamente como si intuyera que algo malo pasaba pero sin saberlo.

—¿Si Jungkook? —le respondió.

—Toma —dijo suavemente ignorando su estado demacrado, mejor, pensó Jimin.

Jungkook le tendió una sola rosa color azul. Jimin la tomó entre sus manos con cuidado de no dañarla.

Había empezado a ocurrir hacía unos días atrás. Jungkook lo buscaba para darle una flor cada día, Jimin aún tenía que decirle a su corazón que se tranquilizara y dejara de latir desbocado.

Ahora su departamento olía a flores, Jimin amaba las flores, desde su fresco y cautivante aroma hasta su suave textura. Jihyun, su hermano, solía darle rosas que cultivaba su vecina, las cortaba a escondidas e iba a Jimin con las manos sangrantes debido a las espinas, Jimin lo curaba y juntos acomodaban cada rosa en el jarrón y las colocaban en la sala de la casa.

Hacía mucho tiempo que nadie le daba flores, quizás por eso se emocionó cuando Jungkook tocó su puerta por primera vez con un pequeño narciso, tanto que olvido que Taehyung veía todo bajo su atenta mirada.

—Para los nuevos comienzos —le dijo Jungkook y luego caminó lejos sin saber que había dejado a Jimin en la boca del lobo.

Sostuvo el narciso en sus manos, oh, Jungkook, no sabía lo importante que fue su dulce gesto. Quien sin duda lo sabía era Taehyung, quien no dejaba de ver a la pequeña flor y luego a él. Taehyung ni siquiera lucia intimidante, sentado, bajó las luces nítidas de la cocina, pero lo hizo estremecerse.

Su mejor amigo debía ser la única persona en el mundo capaz de ver detrás de esa máscara de indiferencia de Jimin. Se aferró a la flor tratando de lucir valiente, aunque no se sintiera de esa manera. Taehyung tenía el don de decir verdades.

Había ignorado el incidente del abrazo y la escena dramática que interrumpió hacía unos días, pero Jimin no tuvo tanta suerte otra vez.

—¿Qué estás haciendo Jimin? —Le preguntó, contrariado.

Tonterías, pensó. Pero no se atrevió a decírselo. Sabía qué haber ido al cine con Jungkook, haberse refugiado en su pecho en un momento vulnerable y ahora haber aceptado el narciso eran prueba inequívoca de que algo grande estaba sucediendo. Jimin no podía actuar como idiota toda la vida.

Sin embargo, no quería perder a Jungkook todavía, no estaba listo para decirle que nunca podrían llegar a ser algo más. Aún no, se aferraría un poco más.

—No sé de qué hablas —se desentendió.

Taehyung le dio la misma mirada que uso cuando lo encontró a él y a Jungkook en medio de su habitación, abrazados.

Florecer | KOOKMIN |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora