Eran mediados de julio y las lluvias torrenciales comenzaban a cubrir el paisaje con nubes ennegrecidas. El sol comenzaba a ser menos común en la ciudad y las mañanas nubladas se extendían hasta el atardecer.
Jungkook tiritó de frío, pero no se atrevió a refugiarse en su salón de clase. Desde el sitio donde estaba tenía una perfecta vista hacia Park Jimin, quien se encontraba apoyado en el tronco de un gran árbol con un abrigo afelpado para protegerse del frío. Jungkook le sonrió desde la distancia y Jimin aunque pequeña, le regresó la sonrisa.
Su situación sentimental se encontraba en un limbo misterio. Jimin ahora podía verlo a los ojos y Jungkook logró seguir con su rutina reuniéndose con él y con Taehyung para almorzar al medio día. Pero las cosas seguían siendo raras.
Habían reanudado su amistad que alguna vez se pareció al amor. Jungkook había tomado lo que Jimin le ofrecía porque quería permanecer a su lado, por eso, cuando unos días después de reunirse para terminar su relación, Jimin se sentó junto a él en el almuerzo y comenzó a hablarle como si solo fueran amigos, Jungkook lo siguió. Entendía que Jimin era diferente.
Jungkook también lo era y había costado incontables charlas con Dami para darse cuenta de que había cambiado, ya no era el Jungkook que solía ser y eso le aterraba, también entendió que Jimin se encontraba en un extraño proceso de cambio que a Jungkook se le antojaba asombroso. Ya no era el mismo chico a quien conoció a inicios de año. Ya no trataba de esconderse, ya no mostraba sonrisas falsas y aunque ahora sus sonrisas eran más íntimas y limitadas cada vez que conseguía hacerlo feliz, su rostro brillaba, además ya no caminaba con esa sombra de tristeza que parecía ser su compañera de vida.
Además, Jungkook lo había visto reuniéndose con su hermano menor, Jihyun, eran momentos esporádicos, pero cuando ambos estaban juntos se veían felices. Era desconcertante mirarlos, eran tan idénticos que Jungkook se había preguntado si acaso eran gemelos hasta que vio a Jihyun sonreír y confirmó que nadie podía sonreír como Jimin, ni quiera su hermano. Sea como fuese, ellos parecían estar arreglando las cosas, volvían a ser hermanos. Y Jungkook había pensado que eso era maravilloso.
Sin embargo, había días que ni su hermano ni Taehyung eran capaces de hacer a Jimin sentirse en paz. En esos días, Jungkook lo veía con una sonrisa vacía y los ojos distorsionados. Justo como en ese momento, Jungkook podía ver, incluso desde la distancia, que Jimin estaba en uno de esos momentos de terror absoluto.
Suspirando y con su mochila bien sujeta al hombro, Jungkook caminó a su dirección, Jimin ni siquiera se movió cuando lo vio llegar. Su apariencia también había cambiado, su pelo antes rosado y largo, ahora era negro y recortado, hacía que su piel se viera más pálida y grisácea, sin vida.
Jungkook llegó hacia Jimin. Se sentó a su lado, recargó su espalda en el tronco del árbol, y de un movimiento rápido y sorpresivo atrajo a Jimin a sus brazos, el chico se tensó un segundo antes de darse cuenta de que era él.
—¿Qué haces? —le preguntó, sin corresponderle el abrazo. Jungkook lo abrazó más fuerte.
—No soy bueno interpretando emociones —dijo con pesar—. Pero sé que estás triste. Te abrazo, porque así se consuela a alguien que está triste —porque Jungkook nunca olvido aquel momento en su habitación, donde Jimin lo abrazó, buscando consolarlo. Jungkook no le devolvió, él abrazó, porque nunca antes había dejado que alguien lo tocara. Pero ahora, él quería consolar a Jimin, tratando de borrarle toda esa tristeza.
—No tienes que hacerlo —le dijo, pero no hizo nada por alejarse de su contacto.
Aunque su relación se mantenía al borde del abismo, Jungkook nunca lograría olvidar a Jimin e incluso si dolía, se podía resignar con ser solamente su amigo, si eso lo mantenía en su vida, porque no podía imaginarse un mundo donde no estuviera Jimin.
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Florecer | KOOKMIN |
FanficKOOKMIN | Érase hace una vez un chico que no miraba a los ojos. Que la gente no veía y tampoco escuchaba Érase una vez un chico que amaba la historia y hablaba de ella. Que era gentil y la gente siempre lastimaba. Érase una vez un chico que anhela...