𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒊𝒆𝒛

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No solo el comedor, sino cada rincón de la escuela, se veía imbuido en un aire de anticipación y entusiasmo. La cuenta regresiva marcaba el latido acelerado de las expectativas que se elevaban con cada segundo. Era el preludio de la efervescencia que acompañaba al magical shift, deporte mágico aclamado y sumamente popular entre la juventud estudiantil.

En contraste, Daelo se encontraba al margen de esta creciente ola de fervor. Para él, los deportes se traducían en meros eventos sociales, y los eventos sociales constituían una incomodidad que prefería evitar. Su mirada distante observaba cómo la energía vibrante se desplegaba a su alrededor, pero su atención se desviaba hacia otros horizontes, lejos de la efusión colectiva que dominaba la escena.

En otro ámbito, por más empeño que pusiera, la comida de aquel establecimiento resultaba completamente carente de atractivo. Daelo, no precisamente un gourmet aristocrático, encontraba que el sabor carecía de cualquier matiz que pudiera cautivar su paladar, y la presentación dejaba mucho que desear.

A Grim, sin embargo, la falta de sabor no le inquietaba en lo más mínimo, como si su estómago albergara un abismo insaciable. Sonriendo ante la victoria de haber asegurado el último sándwich de chuleta, se encaminó hacia sus amigos. No obstante, en su trayecto, fue interceptado por un joven de orejas de hiena, cuyos ojos destilaban una preocupación que sugería que no podría cumplir con su encomienda sin recurrir a artimañas.

—Realmente necesito ese sándwich, pero ya se han terminado —Aquel joven utilizaba un tono de voz persuasivo— ¿Qué te parece intercambiarlo por un bollo frijoles rojos?

—No, de ninguna manera. —Rechazó la oferta, en la que claramente quedaba en desventaja—

Pero, entonces, el cuerpo de Grim se tensó por completo, y sus movimientos no iban acorde a sus deseos.

—Vamos, no digas eso... —Con una mirada algo oscura, extendió una bolsa de papel con manchas de grasa—

Mientras el felino se quejaba en voz alta, de manera involuntaria terminó aceptando el trueque. Cual marioneta moviéndose por un titiritero, ajeno a sus movimientos incontrolables.

—¡Muchas gracias! Shishishi.

Ahora, el almuerzo del felino fue tragado con un nudo de depresión en su garganta, sumido en una profunda tristeza que solo la pérdida trae; su preciado sándwich había desaparecido, reemplazado por insípidos frijoles rojos que maldecía con cada bocado, repudiando su sabor amargo.

—¿Entonces por qué le diste tu sándwich si no querías? —Preguntó Deuce—

—¡Yo no se lo di! Mi cuerpo se movió solo. —Murmuró entre sollozos.— Y antes de que me diera cuenta, ya tenía este asqueroso pan en mi pata...

—¡Ah! Así que te dejaste llevar por la corriente. —Respondió Ace— No te preocupes, le pasa a cualquiera.

—¡Que no! —Contestó, la frustración caracterizando su respuesta.— No puedo explicarlo...

Aun así, para tragarse esa decepción, atacó el almuerzo de sus tres compañeros, ignorando los reproches y regaños por parte de estos. En medio de la sinfonía de gritos, Daelo concluyó con su comida, depositando los cubiertos en su plato y poniéndose de pie.

𝑬𝒏𝒊𝒈𝒎𝒂 - 𝑻𝒘𝒊𝒔𝒕𝒆𝒅 𝑾𝒐𝒏𝒅𝒆𝒓𝒍𝒂𝒏𝒅 (𝑴!𝑶𝑪)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora