De todas las cosas que podía poseer...
Aquello que deseaba con ardor, un pensamiento caprichoso, se materializaba ante él, dispuesto como un tributo sobre una bandeja de plata.
Mas entre las codiciosas ambiciones que yacían en su interior, había un...
El telón del acto final se cernía amenazadoramente sobre el escenario. En medio de la bulliciosa expectación que inundaba a miles de espectadores, sumidos en el júbilo previo al gran juego.
Ubicados en la penumbra de una distancia calculada, Dae y compañía aguardaban con paciencia, ansiosos de cualquier señal, por mínima que fuera, que indicara que el maquiavélico plan de Savanaclaw estaba en marcha.
Fue así como, al tiempo que el suelo vibraba bajo sus pies, una marea de civiles se veía inmersos en el caos, alzando sus voces con desesperación, manipulados como marionetas en manos de fuerzas invisibles, incapaces de frenar su paso acelerado y bruto.
—Ah, parece una carga de infantería. —murmuró Daelo con cierta melancolía, observando el tumulto desde la distancia.—
—Cada vez que te escucho hablar de la guerra, me das la impresión de que la disfrutas —comentó Ace con inocente curiosidad.—
Con su mirada perdida en el horizonte lleno de conflictos, respondió con una calma inquietante, revelando la complejidad de sus pensamientos:
—Si no la disfrutase, acabaría volviéndome loco. —confesó, desviando el tema con maestría antes de que la oscuridad de su interior se revelara por completo.— Vamos, Roseheart se enfadará si nos demoramos.—añadió, como si la mera referencia a la figura de mando pudiera eclipsar la gravedad de sus palabras.—
Este comentario dejó a Trappola más intrigado que satisfecho, planteándose la interrogante de si realmente alguien podía hallar placer en el horror de la batalla a muerte. A medida que Daelo revelaba fragmentos de su persona, el manto de misterio que lo envolvía se espesaba, generando en los demás una reticencia creciente a escudriñar más profundamente en su historia.
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Tras una sucesión de minutos, que se extendieron como si fueran horas, la estampida humana finalmente cesó, dejando a su paso un rastro de desolación y caos. Los responsables, imbuidos por la euforia que emana de una codicia colectiva, celebraban con gozo los estragos causados. Sin embargo, su alegría se vio abruptamente interrumpido ante la imponente llegada de aquellos destinados a poner freno a tal vorágine.
Un conjunto ecléctico de individuos hizo su entrada en escena, provenientes de Ramshackle, Heartslabyul e incluso los supuestamente lesionados jugadores de Diasomnia. La inquietud se apoderó de la atmósfera como un manto gélido al contemplar los cuerpos aparentemente indemnes de estos últimos.
—¡Imposible! —Exclamó la hiens, elevando el tono de su voz hasta alcanzar una intensidad que resonó en el aire— ¡Deberían haber sido aplastados hace unos minutos!
La aparente debacle se contemplaba sobre ellos, envolviendo a Savaclaw en una atmósfera de derrota inminente. El meticulosamente elaborado plan, con cada pieza estratégicamente dispuesta, yacía hecho añicos frente a una realidad ineludible. Los ojos de los estudiantes, fieles seguidores del león, escudriñaban su figura en busca de una solución, una chispa de esperanza que pudiera revertir el curso de los acontecimientos.
