ੈ♡. DIEZ

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( este será un capítulo especial jsjsks pero bien canónico, igual que los demás. )

O5 . O4 . 2O22

— Hey, amor — llamó el pelinegro a su pareja. El rubio volteó, acostumbrado ya a los apodos que le ponía el mayor, solo para encontrárselo con una expresión bastante incómoda y nerviosa.

— ¿Pasó algo? — preguntó. Puppet afirmó dubitativo. Aquello sin duda, era algo preocupante para el menor. Sin siquiera pedirlo, miles de ideas pasaron por su mente, desde la idea de que faltaba algo para el matrimonio, una noticia catastrófica, el fin del compromiso, etc., etc.

El ojiverde se dio cuenta de lo que su pareja pensaba. Su silencio sepulcral antes de contarle lo que quería decirle le indicaba ya, que habrían miles de ideas y escenarios rondando en la mente del rubio.

— ¡Tranquilo! No es nada malo, de verdad — dijo tomándole las manos al menor, sintiéndolas completamente heladas y dejando un besito en ellas —, es mi papá, viene de visita, quiere hablar conmigo, no es malo, no te preocupes.

Golden soltó un suspiro.
— ¿Viene hasta latinoamérica solo para hablar? — soltó con una suave risita — está bien, perdón por preocuparme tanto.

El mayor le dio un suave besito en la frente.
— No te disculpes — dijo suspirando —, llega en dos horas al hotel.

***

El rubio había salido minutos después de que su suegro decidiera hablar a solas con su hijo. La excusa perfecta había sido ir por unos postres, aunque podían perfectamente pedirlos a la habitación, prefirió ir por sí mismo. No confiaba en absoluto en las cosas que su suegro podría decir. Él era un hombre bastante… desconfiable. Siempre nostálgico, siempre con una mirada crítica sobre otras personas, siempre con ese aura que a cualquiera haría mínimo temer dirigirle la palabra. Pese a todo, era el padre de su futuro esposo, y Darcell lo amaba sobre todo.

Caminando lentamente y aún dudando si fue buena idea irse, fue rápido hacia la recepción y pidió los postres para llevarlos él mismo. En un intercambio que duró unos minutos, retornó hacia la habitación un poco más rápido.

Al llegar, los gritos eran poco audibles, pero si acercaba el oído a la puerta, era capaz de escuchar todo claramente. Y así lo hizo. Dejando los postres a un lado en un carrito, oyó:

— Papá, te repito — dijo el ojiverde bastante frustrado. El rubio conocía perfectamente ese tono en su prometido. Aquel tono que usaba sólo cuando algo había calado en lo más profundo de su paciencia, que era muy grande para quienes quería —, agradezco mucho tu invitación, pero me veo en la necesidad de rechazarla. No puedo abandonar todo ahora mismo e irme contigo para manejar la empresa. Hemos quedado en el acuerdo de que sería de aquí a unos diez años, ¿no es verdad?

Sé que ahora te parece innecesario ir, pero créeme que tiene más valor de lo que imaginas. Hijo, esto no es una buena idea, ¿qué beneficio a tu reputación ofrece casarte con un cantante mediático, escandaloso, que no proviene de una familia decente, y que no ofrecerá un arreglo económico a la empresa? — le dijo. Golden juró escuchar un suspiro de parte de su prometido —. Antes de que menciones a tu madre, el contexto fue diferente. Y es gracias a esto, que te aseguro, no es buena idea creerte rebelde. Tu madre ha sufrido mucho gracias a esto, he intentado disipar la situación lo más que puedo, pero duele ver las constantes humillaciones. Por otro lado, tú puedes evitar eso, yo no pude.

Hubo una pausa significativa hasta que Puppet habló.
— ¿Dices que Marion y yo fuimos un impedimento?

Eric pareció aterrado, pues insistió con decir "no" reiterativas veces bastante exaltado.

— ¡No es lo que quise decir! — dijo —, ustedes no fueron un impedimento, ustedes junto a sus otros hermanos son de mis mayores motivos, no entiendo por qué crees lo contrario.

— Porque tus otros mayores motivos son el dinero y el prestigio — soltó amargamente —. Olvídalo, no voy a ir. Y olvida la idea de insultar a Derian y a su trabajo. Ser un artista escandaloso es lo que hace y muy bien, la gente lo adora, y yo estoy muy feliz con que se dedique a ello. Y no permito que le faltes el respeto.

— Darcell — le dijo fríamente —, esta es una reverenda estupidez y te vas a arrepentir de la pésima decisión que tomarás.

— Como sea.

¡Vas a arruinar el prestigio de la empresa! Ya de por sí verte involucrado en escándalos ridículos con tu dichoso noviecito ha hecho a muchos inversionistas reconsiderar su participación. Imagínate lo que pasará si en vez de una refinada esposa te consigues un mediático marido. Si eso ocurre, y óyeme bien, soy capaz de desheredarte.

Un ruido de sorpresa se escuchó. Intuyó la molestia del ojiverde.

Hazlo. Así como eres capaz de desheredarme yo soy capaz de jamás presentarte a mis futuros hijos. Sé perfectamente que crees que me valgo por tu dinero, y no me importa. Cree lo que quieras. Pero jamás vengas a insultar a mi futuro esposo y padre de mis hijos.

— Como quieras. No pienses que estaré presente en el día que arruines tu vida.

Se escucharon pasos acercándose a la puerta, y el rubio se alejó tomando la bandeja y haciéndose como que llegaba recién. Eric lo miró, fría y despectivamente, barriéndole con la mirada desde la cabeza hacia los pies. Había algo en Eric Leblanc que lograba darle escalofríos. Su horrible parecido con su hijo era una de ellas. Lucían como dos gotas de agua, solo que una de ellas más reclamada por el tiempo, llena de arrugas, de manchas, de canas levemente asomadas por el cabello negro del mayor.

— Suegro — lo llamó. Eric aguardó un suspiro de rechazo — ¿Podemos hablar?

— Ya empezaste, ¿qué te detiene de continuar? — preguntó quedando frente a una distancia de un metro y medio de él. Pese a la distancia, los rasgos del mayor eran notables y muy diferenciales. Lo que más le aterraba eran sus ojos, negros y profundos. Había algo de Eric que le recordaba a su papá, quizás su mirada juzgando cada cosa que decía o hacía, y había algo de él también que le recordaba a sí mismo, quizás el peso de la tristeza y los secretos oscuros que guardaba dentro de sí. Era raro, pero ya había analizado cada interacción por mínima que fuese con él, y podía entenderlo, también.

— Escuché su conversación — dijo yendo directo al grano —, entiendo su punto, no le parezco un buen candidato. No pienso hacerlo cambiar de opinión, solo quiero decirle una cosa. No es a mí a quien está afectando por no asistir a la boda, es a su hijo. Yo sé que lo ama, está preocupado y aunque no considero que sea la manera correcta, sé que quiere lo mejor para él. Y eso es algo en lo que concuerdo con usted, yo también quiero lo mejor para él. Por eso no creo que lo mejor para él sea que usted corte lazos con su hijo meses antes del día de la boda. Darcell lo ama, sería un pena muy profunda para él saber que su padre no asistirá ni acompañará en un día como ese. ¿No le gustaría abrazar a sus nietos, en un futuro? A mí no me importa, pero a él sí. No permita que sus nietos tengan una abuela únicamente, permítales tener al menos un abuelo.

Dicho esto, y sin oportunidad de que el de cabellos negros responda, Golden emprendió la marcha hacia la habitación que compartía con su pareja. Tenía un tour en marcha, el show debía continuar. No sin antes, entregarle los postres a su prometido y darle apoyo moral.

— ¿Necesitas algo en especial? — preguntó dentro de la habitación.

El mayor asintió un poco apenado.
— Solo un abrazo.

El rubio no objetó.
Se acercó con cariño hasta el mayor, rodeándole con sus brazos mientras él se hallaba sentado en el borde de la cama. Con preocupación, besó sus cabellos negros, susurrándole y recordándole lo mucho que lo amaba y lo especial que era para él. Internamente, el menor se sentía culpable de aquella pelea, pero tampoco podía dar marcha atrás, es más, no quería dar marcha atrás.

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