VEINTIUNO

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Kagome caminaba lentamente por toda su habitación, exasperada y poco paciente mientras esperaba a que llegara Inuyasha a verla, lo había llamado.

Aún procesaba todo lo que Sesshomaru le había confirmado, definitivamente Ryu Takeda había sido la identidad falsa de Inuyasha y ese nombre fue utilizado por su padre para depositar grandes sumas de dineros de empresas fantasmas que luego regresaban a la suya propia.

¿De verdad su padre fue capaz de utilizar de ese modo a Inuyasha y a Kikyo? La culpa la embargaba al pensar en cuanto los había odiado a ambos, y lamentó no haberse cuestionado antes donde estaban y porqué desaparecieron repentinamente.

Sesshomaru no podía saberlo, pero ella conocía la versión de Inuyasha de la historia y ahora le creía. Él no la había dejado, y Kikyo tampoco la había traicionado. Aun así, su corazón no podía romperse ahora, tendría que ser fuerte para poder encontrar la verdad. Estaba decidida a encontrar a Kikyo, a escuchar a Inuyasha y buscar una solución legal al asunto de Inuyasha.

El mayor de los Taisho le habló del inminente peligro que correrían todos cuando aquel hombre interesado en hundir a Inuyasha descubriera que él no lo ayudaría a implicar a su hermano en un escándalo legal.

No había nombre ni rostro para aquel sujeto en la mente de Kagome, y Sesshomaru creyó que sería para ella más seguro no saber más al respecto, negándose a contárselo.

El timbre sonó y Kagome se sobresaltó un poco para luego correr hacia la entrada. Era Inuyasha, con un rostro desencajado en confusión por la repentina llamada de ella.

― Kagome... ¿Estás bien? Yo vine lo más rápido que pude-

Y ella se abalanzó sobre él en busca de algún consuelo en su abrazo. Él correspondió y la envolvió rápidamente con sus brazos, ella escondió su rostro en su pecho antes de comenzar a sollozar.

Cuando apenas vio los ojos ámbar de Inuyasha, Kagome se quebró.

― No llores, Kag. Me duele verte de esta manera...

― Todo era cierto, tú no me mentiste. Mi padre... los utilizó a Kikyo y a ti para su lavado de dinero―ella susurró con dificultad, aun con la cabeza puesta en su pecho― Lo lamento.

Si, Kagome había sufrido mucho en estos años, pero Inuyasha debió haber sufrido mucho más. Apenas podía imaginar una vida en la que debes fingir que todo está bien, cuando alguien más utiliza tus debilidades en tu contra para hacerte mentir sin parar.

Su llanto se volvió aún más pronunciado.

Él sintió que su pecho se oprimía por la repentina disculpa, definitivamente se alegraba de que Kagome lo sepa todo o al menos una parte, pero verla tan destrozada por ello... le hacía dudar de si ese era el mejor camino.

La culpa lo invadió.

― Kagome, no lamentes nada... esto no es tu culpa, nada de lo que pasó en ese momento lo fue.

― Mientras tú y Kikyo vivían huyendo de un enemigo que no era suyo, yo los creía malvados... ―hipó― Yo los maldije por haberme dejado con el corazón roto, pero resulta que ustedes estaban aún más rotos que yo.

― Tanto tú, como Kikyo y yo fuimos víctimas de un destino cruel y ajeno. No te culpes.

Inuyasha no pudo decir nada más, y en el fondo él también buscó consuelo para si mismo en sus propias palabras.

Permanecieron abrazados un rato hasta que Kagome se calmó lo suficiente, ambos sentados en el sofá de la sala y aún abrazados, suspiraron. Ahora la verdad entre ambos estaría por fin a la luz, sus sentimientos, su historia... era la hora de hablar de ello.

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2022 ⏰

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