CATORCE

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XIV

La sonrisa que traía Kagome al día siguiente contrastaba bastante con la actitud de sus dos amigos al costado de ella. Koga no lo dirigía la palabra desde que le comentó lo de Inuyasha, mientras que Sango parecía absorta en sus pensamientos y leía con determinación y el ceño fruncido un libro entre sus manos.

Los tres caminaban por los caminos del hospital camino a encontrarse con Akitoki Houjo, quien sería su mentor ese día.

― ¿No es emocionante? ―Kagome trató de romper el frío ambiente entre ellos― ¡En trauma siempre tenemos mucho trabajo que hacer!

Koga rodó los ojos y soltó un bufido.

― No me gustan los casos perdidos, y en trauma es lo más común ―el pelinegro murmuró casi sin ganas― Por algo es que te gusta esa especialidad, Kagome.

La muchacha Higurashi abrió la boca, indignada.

― ¿Qué estás insinuando? ―ella contraatacó con voz chillona.

― Pues tiene razón ―Sango habló en voz baja.

Kagome sentía que sus amigos no estaban muy contentos... pero con ella.

― ¿Sango? ―inquirió incrédula ante su mejor amiga.

Ella siempre la apoyaba ―pensaba Kagome― ¡Ella me apoyaba con todo esto de Inuyasha!

La castaña sacudió la cabeza y pareció aterrizar un poco en la realidad. Ni siquiera había escuchado lo último que dijo Koga.

― ¿Qué? ―Sango estaba confundida― Me gusta más cirugía pediátrica... Tampoco me gusta trauma.

Y entonces Kagome comprendió que su amiga sólo estaba distraída. Koga gruñó por lo bajo y se apresuró dejándolas atrás.

― ¡Bah! No tengo tiempo para estas niñerías ―y dicho esto, prácticamente corrió para evitarlas.

Sango y Kagome se miraron con sorpresa ante la actitud del moreno. Nunca imaginaron que... sería tan radical con su comportamiento hacia Kagome.

― Aún está enojado por lo de Inuyasha...

― Se le pasará ―Sango dijo, tratando de sonar segura― El mal de amores es algo que no se va muy rápido, pero no nos mata... Lo mejor es que no trates de acercarte ahora. Deja que Ayame lo sane poco a poco, Kagome ―su amigo terminó exponiendo sabiamente.

Y Kagome se sentía malditamente culpable por esta situación. Koga era un amigo que la había acompañado durante los momentos más dolorosos y felices de su vida... había sido el único hombre que la ayudó con la crianza de Moroha como si fuera su padre biológico.

Pero Sango tenía razón... lo mejor sería dejarlo por el momento.

Luego de salir de cirugía, Kagome había quedado separada de Sango y Koga quienes fueron designados a otras cirugías. Ella había operado con el Dr. Houjo como era costumbre, una urgencia que se resolvió en las primeras dos horas en el quirófano.

Ahora tenía órdenes de atender urgencias toda la noche, y estaba de lo más aburrida. Esa noche no había ningún paciente de gravedad, sólo algunos esguinces y trasgresiones gástricas.

La jefa de residentes, Kasumi Tendo le encargó ir por suministros hasta el pequeño almacén que tenían detrás de urgencias cuando ya casi era media noche.

Kagome fue con gusto, ya que así al menos movería un poco las piernas.

Cuando estuvo en el diminuto almacén, dejó la puerta entreabierta ―debido a que las luces del pequeño cuarto habían sufrido un corto circuito esa tarde, habían desconectado la energía eléctrica puesto que allí no había medicamentos que refrigerar, solamente insumos de vendajes, agujas y material de protección médica― y luego se dispuso a revisar los materiales que tenía anotados en la lista entre sus manos.

Futari No KimochiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora