ONCE

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Moroha estaba sentada en la oficina del director de su escuela primaria. Estaba cabizbaja y con una expresión de tristeza... y sentía vergüenza de mirar a su madre, quien la acompañaba, sentada justo a su lado.

Esa tarde había peleado con un niño de nombre Hakudoshi.... Y todo por el día que era hoy. Su madre lo había olvidado por completo y ella no se lo quiso recordar.

El día de los padres, era el peor de todos para Moroha. Siempre venía con su padrino Koga, pero por alguna razón este año él lo había olvidado, y Moroha no quiso ser una molestia. Fue al colegio muy contenta, tratando de evitar aquel dato... pero Hakudoshi se burló de ella en frente a todos sus compañeros en el almuerzo.

La sangre le hirvió a la pequeña niña cuando escuchó que él dijo: "Su papá sustituto no vino, porque... ella no tiene al suyo. De seguro la zorra de su madre no ha tenido tiempo de verle a alguien nuevo este año"

Y entonces la pelinegra criatura se avalanzó sobre Hakudoshi y no se contuvo a darle puñetazos. El otro niño también la había tratado de golpear, pero ella tenía técnicas que su padrino Koga le enseñó en una de sus tardes juntos.

Y habían terminado separados por una maestra, Hakudoshi con la nariz rota y notables moretones, Moroha con algunos arañazos y un rostro lleno de ira.

― Moroha... No sé a qué se debe este comportamiento tuyo ―el director Kirin exclamó con voz profunda― Eres una de nuestras mejores estudiantes, no vale la pena manchar así tu expediente con estas actitudes.

Moroha no levantaba la mirada.

Kagome sintió una puntada de rabia, porque bien sabía que ese niño Hakudoshi ya había molestado antes a Moroha, sus primas Towa y Setsuna siempre terminaban por contárselo a ella.

― Disculpe, Señor director―Kagome levantó un poco su tono de voz en comparación a lo natural― Pero ese niño... Hakudoshi también debería ser reprendido. Debemos saber que fue lo que dijo para provocar a Moroha.

El director apuntó sus ojos verdes amenazantes hacia la mujer Higurashi quien sin ningún tipo de temor lo enfrentó con un ceño fruncido.

Esa tarde había venido por milagro para recoger a Moroha, para la merienda que tenían con Inuyasha y se llevó la desagradable sorpresa de este llamado. Pero ella conocía bien a su hija, y la defendería a toda costa.

― De hecho, señora Higurashi... ―el director extendió su mano hacia una planilla que tenía sobre la mesa y se la entregó a Kagome― Allí puede leer el informe de la profesora.

Y ella lo leyó.

Un nudo se formó en la boca de su estómago cuando leía cada línea. Nunca pensó que un niño podría ser tan cruel...

― Quiero hablar con los padres de ese niño ―masculló Kagome con rabia― ¡Merece una sanción!

El hombre frente a su escritorio asintió lentamente.

― De hecho, hemos planificados citas con el psicólogo para ambos. Moroha y Hakudoshi estarán asistiendo, y también el señor Naraku y usted... sus respectivos encargados.

Moroha abrió los ojos como platos.

¿Estar con ese albino un solo minuto en el mismo lugar? ―pensó la niña― ¡Que tortura!

Unos minutos más tarde, Kagome y Moroha caminaban hasta el estacionamiento. La pequeña mantenía su mirada en el suelo, y su madre se agachó hasta ella para levantar su mentón y poder mirarla a los ojos.

―No estoy enojada por lo que pasó hoy, Moroha ―ella murmuró― Yo en tu lugar hubiese pateado aun más a ese niño.

Y entonces la chiquilla de pelos oscuros soltó una pequeña carcajada.

― Pero... Te hicieron venir hasta aquí, y sé que estabas trabajando ―ella dijo apenada con un puchero.

― No, de hecho, estaba viniendo a recogerte... porque hoy tendremos visitas ―Kagome sonrió.

A Moroha se le iluminó la mirada en unos pocos segundos.

― ¿Es el padrino Koga? ―ella sonrió abiertamente.

Su madre negó con la cabeza, algo nerviosa la recordar la discusión que tuvo con Koga en la mañana.

― De hecho, es alguien que también te quiere mucho. Se llama Inuyasha y está esperándonos en casa.

― ¿Es cómo otro padrino? ―la niña parecía confundida.

Kagome no podía decirle aún a Moroha quién era en verdad, pero en sus adentros lo deseaba. Pero antes tendría que explicarle la historia de porqué su padre se había ido, pero no era el momento. Aún no estaba preparada.

― Si, es cómo un padrino que vino de muy lejos para conocerte. Era muy amigo mío cuando tú ni siquiera habías nacido.

Moroha abrió sus ojos como platos.

― ¿Hace tanto tiempo? ¡Uy!

Su madre frunció el ceño, pero terminó por soltar una carcajada.

― ¿Me estás diciendo vieja?

La niña negó con la cabeza.

― No, mami. De hecho, eres la más joven de las mamis de mi salón.... Sólo pienso que hace mucho no ves a tu amigo ¿Lo extrañaste?

Aquello fue un golpe duro para Kagome, más viniendo de la pequeña boca de su hija.

No sintió alivio al ver a Inuyasha, más bien tenía miedo... ¿Pero lo había extrañado? Sufrió tanto su perdida que por un momento intentó borrar su recuerdo de su memoria, pero a pesar de todo el siempre seguía allí lo que sentía por él.

― Pues... supongo que sí ―ella terminó diciendo.

― Entonces me encantará conocerlo ―Moroha dijo decidida― Si tu lo quieres, yo lo quiero. Somos un equipo.

― Así es, mi niña...

Kagome sintió infinita ternura cuando vio los ojos llenos de emoción de su hija. Tomó su mano y la ayudó a subir al auto, cuando ella ya había emprendido camino hacia la casa, Moroha siguió diciendo desde el asiento trasero.

― Mamá ―la llamó― No soporto a Hakudoshi... así que no lo soportes también. Para eso somos equipo. 

Futari No KimochiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora