II

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Jenner no se lo tomó ni de lejos tan mal como yo había esperado, claro que, al principio había pensado que se trataba de una broma. Él ya debería saber que mis bromas suelen ser mucho más originales que eso.

—No te preocupes, voy a darlo en adopción. —murmuré mientras él abría la puerta.

Minutos atrás, cuando había estado a punto de ahogarse, me había acribillado con preguntas. Ahora ni siquiera me dirigía la palabra.

Abrió la puerta, dejandome entrar en su mugroso apartamento donde ya había estado mil veces, algunos días en situaciones más favorables que otras. Era un lugar bastante grande, lo suficiente para que tuviera algún roommate pero por alguna razón Matt prefería vivir solo, había ropa tirada por todas partes y, no me sorprendió mucho darme cuenta que parte de la ropa me pertenecía, había también un montón de trastos sucios en el lavaplatos, el obvio resultado de todos los experimentos culinarios de Matt. Saltaba a la vista que era el departamento de un chico, y de uno muy revoltoso a decir verdad.

—¿Has considerado... Otras opciones? —su voz pareció hacer eco en la estancia y una vez más, me sorprendió la estupidez de Matthew Jenner.

Había avanzado hasta adentrarse conmigo en la sala, cosa de la que no me había percatado hasta entonces.

—¡No pienso abortar a mi bebé, grandisímo idiota! —chillé al tiempo que me volvía para encararlo, podía sentir como mis ojos se llenaban de lágrimas.

Su rostro permaneció estático, como si nunca antes le hubiese gritado. Si no estuviera al borde de las lágrimas, habría puesto los ojos en blanco.

Desvié la vista hacía la ropa en el suelo, no queriendo encontrarme con sus estúpidos ojos azules.

—Carissa, mirame. —rogó él, su mano tocó la mía pero no lo miré.— Joder, si por una vez en tu vida dejaras de ser terca y me escucharas.—subió su mano a mi barbilla, obligándome a verlo.

—No voy a hacerlo, Jenner. —mascullé apretando la mandíbula, una lagrima rodó por mi mejilla sin que pudiera evitarlo.

—No quiero que abortes. —murmuró suavemente. —No me refería a esa opción, Cannon. —sus manos, que parecían no poder quedarse quietas, subieron a mi rostro al tiempo que su pulgar limpiaba el rastro humedo en mi mejilla.

Abrí los ojos como platos. No, no, no, él no podía referirse a esa otra opción.

My Adorable Mistake.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora