XIV

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No lo soportaba más.

Dijera lo que dijeran lo que dijera, no iba a darle la razón a Jenner y no iba a acceder a quedarme con el pequeño intruso, seguría firme en mi decisión de buscarle una familia más adecuada y darle en adopción.

—Pastelito, te conozco, se que te vas a arrepentir, por favor, solo piensalo...

—¡No! Jenner, da igual cuantos folletos pases por debajo de mi puerta o cuantos argumentos quieras usar en mi contra, no vamos a conservar al bebé.

Habíamos quedado de ir a desayunar a una cafeteria que quedaba cerca de mi facultad, había estado tentada a rechazar la oferta pero estaba muerta de hambre y ese sitio era uno de mis favoritos. Además, él se ofreció a pagar.

—¿Podemos simplemente hablar de otra cosa? —cuestioné con la vista centrada en mis waffles, no me sentía de humor después de la horrible mañana que había pasado.

—Bien, ¿Por qué siempre te vas?

Su pregunta me tomó por sorpresa y me hizo volver mi vista hacia su rostro, solo para encontrarme con sus ojos viendome fijamente, su mirada clavada en la mía de una manera tan intensa que tuve que volverme ligeramente para que este hecho no me afectara.

—¿Cómo? —mordí mi labio, haciendome la desentendida con la esperanza de que cambiara de nuevo el tema. Dios, prefería incluso discutir otra vez sobre nuestro pequeño intruso.

—Cuando pasamos la noche juntos, siempre te vas. —recalcó él, aunque en su tono más que reproche había un deje de tristeza. —¿Por qué? Es decir, creí entenderlo la primera vez, pensé que te había lastimado o algo así pero entonces volvió a pasar una y otra vez y nunca, ni una sola vez logré despertar contigo aún a mi lado.

Debía ser por las hormonas pero sus palabras realmente habían tocado algo dentro de mi, ¿Por qué nunca me quedaba? No sabía que responder a esa pregunta, era simplemente un reflejo, siempre que pasaba la noche con Jenner me sentía demasiado culpable, sentía que le usaba porque yo sabía que para él todo aquello iba mucho más allá de una atracción física o del sexo y aún así no podía dejar de volver a buscarle.

—Y el otro día, ni siquiera hicimos nada y me pediste que me quedara, creí que estabamos avanzando pero no fue así, ¿No? Porque anoche te has vuelto a marchar mientras dormía.

Nuestra situación era muy complicada, después de tantos años no era solo mi compañero de cama, era también uno de mis mejores amigos. Estaba tan acostumbrada a las bromas, a nuestros encuentros y a su presencia en general que no me podía hacer a la idea de dejarle ir, además, considerando mi estado y el suyo aquello era imposible.

—Lo siento, ¿Si? Ya hemos hablado de esto, Jenner, sabes cual es mi respuesta, yo no estoy lista para algo serio, por lo que yo se quizás nunca lo esté, ¡Mucho menos ahora! —exclamé realmente sentimental, no era mi intención herirlo pero sabía que eso era justo lo que estaba logrando con mis palabras.

—Tú nunca estás lista, ¿No es así? Pues adivina; no estar listo no es una excusa, ¡Vamos a tener un bebé, Carissa! Y si tan solo nos dieras una oportunidad verías lo que yo veo, nosotros podríamos hacer que esto funcione, pero simplemente no quieres. —cerré los ojos sin saber que decirle realmente.

Mis manos estaban temblando y de repente el desayuno no me parecía tan apetecible, miré el reloj, tenía unos 20 minutos más antes de tener que volver a la facultad para mi siguiente clase.

—Lo siento, Matt, justo ahora no quiero discutir nada. —murmuré con la voz algo rota y levantandome del asiento para caminar en dirección a la puerta, ya encontraría que hacer con esos 20 minutos libres que tenía.

My Adorable Mistake.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora