My Adorable Mistake.

III

Hace 8 años, 2 meses, 2 días.

Jenner.

Mi padre me miraba de manera interrogante mientras veía a mi pastelito por la ventana, tratando de quitarse el tinte rosa que le había puesto en el cabello esa mañana. Probablemente les parezco un idiota por hacerle eso a una chica, pero ustedes no vieron lo que ella le hizo a mi taquilla la semana pasada.

—Hijo, ¿Quién es ella? —mi papá tenía esa mirada en su cara que dice "Y quiero saber la verdad".

—Es la vecina. —respondí como si fuera la cosa más obvia del mundo... Por que era la cosa más obvia del mundo.

De cualquier manera, mi papá rodó los ojos.

—Ya lo se, quiero decir, ¿Quién es ella para merecer una de tus bromas? —volvió a formular su pregunta después de darme un leve golpe en la cabeza con su dedo.

Yo sonreí ampliamente sin despegar la vista de Carissa Cannon-Fortier, la bonita chica que vive al lado de mi casa.

—Memoriza bien su cara, padre, por que ella es la futura madre de mis hijos.

—¿No es un poco joven para ti? Es decir, yo no le calculo más de diez, espera ¿No eres pedofilo, cierto? Por qué hijo esa sería una putada y...—murmuró él mientras me miraba con desconcierto, esta vez fui yo quien rodó los ojos.

—Tiene 12 años y no, no soy pedofilo.

—¡Espera! ¿No fue ella la que te puso una bomba de tinta rosa en la taquilla el miércoles pasado?

Muy a mi pesar, asentí y mi padre empezó a reír.

—Hijo, tienes mi bendición para hacer de esa chica una Jenner cuando quieras. —aún ríendo, me palmeó la espalda y salió de casa.

Amaba a mi padre, de verdad lo hacía. En especial por que me crió él solo y lo hizo bastante bien para ser el idiota que obviamente es. No me juzguen, yo saqué lo idiota de él.

Compuse una sonrisa burlona y salí yo también de casa, cerrando la puerta tras de mi y corriendo en dirección a Carissa para poder hablar con ella antes de ir a la escuela.

—¡Tú! ¡Grandisímo idiota! ¿Qué...? ¿Cómo...? ¡Mi cabello está...! —mi pastelito parecía estar realmente enojada, es decir, ni siquiera estaba respirando mientras me llenaba de insultos y palabras no muy agradables.

—¡Pastelito! Yo también me alegro de verte en esta linda mañana ¿No te parece que hace un día precioso?

Si las miradas mataran... Yo no estaría pensando esto en este momento.

—¡Pedazo de imbécil!

—¡Guapa!

—¡Maldito idiota!