열 둘

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Hubiera preferido que me odiara después del primer beso, que me echara de su casa cuando fui a visitarlo maldiciendo mi nombre; ni siquiera puedo identificar el sentimiento que me está ahogando, es difícil respirar, el día es opaco y muy frío. Al reponerme un poco, quise subir a un caballo para dirigirme a la Capital Real pero Tae Hyung me detuvo, desde entonces estoy sentado dentro de mi tienda torturado por nuestra cruda conversación.

─No me haga su debilidad, no permita que todo por lo que ha trabajado se arruine. ─Mientras lo decía, yo trataba desesperadamente de ver alguna señal de que la pérdida no era sólo mía, también quise que sus labios me dijeran algo para no separarnos aunque fuera sólo un consuelo.

─No dejaré que te arranquen de mi lado, no lo permitiré. ─En mi voz la impotencia fue palpable.

─Desobedecer un Decreto Real es igual a cometer traición, Su Alteza Real. La pena es la muerte inmediata ─explicó como si yo no lo supiera.

─ ¿Acaso mi padre real no me sentenció ya? ─Mis manos buscaron su rostro pero quedaron congeladas en el aire antes de tocarlo─. Te casarás con Yon, le dio lo único que me atreví a anhelar... ¿debo desearles la felicidad?

─No me atrevería a pedirle algo parecido, Su Alteza Real.

─No me pedirás nada, tampoco te quejarás frente a nadie. No pronunciarás ninguna palabra sobrante, no lo harás ─murmuré sin poder soportarlo, sentí que debía salir de ahí o perdería la cabeza, le di la espalda dando un par de pasos antes de que su voz me detuviera.

─No iré a su tienda esta noche, tampoco es necesario que venga aquí, Su Alteza Real.

Apreté mis manos en puños sin voltear, ni siquiera crucé palabras con los soldados que me encontré en el camino, sólo seguí hasta desplomarme en mi tienda. No sé cuándo cayó la noche, al darme cuenta el eunuco Dong ingresó junto al médico del campamento.

─ ¿Cuánto tiempo lleva así? ─dijo el doctor acercándose con cautela.

─Desde que regresó de la tienda del tutor real Kim.

─Ya veo.

─No ha comido ni se presentó a la reunión que convocó el general, traté de llamar su atención sin lograrlo.

─Voy a tomarle el pulso, Su Alteza Real ─explicó arrodillándose a mi lado.

─Aléjate.

─Sólo quiero ayudarlo.

─No requiero tu ayuda. No quiero que nadie ingrese a mi tienda, ¿entiende, eunuco Dong? ─grité como una bestia herida, nadie pudo razonar conmigo.

El único que puede hacerlo no está.

El frío se adhiere a mis huesos hasta hacerme temblar, las linternas se consumen y el viento sopla con fuerza en esta noche solitaria. Siento caer el vacío en mi pecho como si me hubieran arrancado el corazón, la soledad del patio desolado se refleja en mis pupilas mientras las flores de peral se marchitan; lloré cuando mi abuelo y mi madre me dieron la espalda, pero ahora estoy pasmado, inmóvil mientras se me desvanece el alma.

¿Por qué pensé que podría tenerlo? ¿Por qué creí que me lo permitirían?

El palacio es una bestia sedienta de sangre, consume cualquier rastro de alegría. La gente que se atreve a caminar por sus pasillos debe ser igual de desalmada para poder sobrevivir ahí.

¿Por qué querría sentarme en ese trono y dirigir un país que sólo me hace sufrir?

Ni siquiera deseo regresar a la Capital Real, no quiero ver a Tae Hyung y a mi hermana menor casados, sé que perderé la cabeza y lo arrebataré de sus brazos. Ya he sido intoxicado, no puedo olvidar los momentos que pasamos juntos.

ANHELO REAL - KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora