El toque de queda pronto dará comienzo, los misteriosos pájaros cantan en los árboles a lo lejos mientras la ciudad enmudecida despeja sus calles dejando sólo los pasos de los amantes y algunas flores prendiendo alrededor de los cansados caminos. Mi respiración se agita, empujo su torso contra el escritorio, sus manos se posan encima de los papeles y libros arrugándolos, tirando algunos al suelo. La lámpara titila en la esquina a punto de caerse pero eso no nos detiene. Desesperado, remuevo sus prendas oficiales y dejo algunos besos en su nuca de la que aspiro el aroma de los sueños, mis manos son dos criminales pulsando las zonas escondidas de su cuerpo que se entrega a mí ofrendando sus tesoros oyendo los pequeños jadeos que escapan bajito de sus labios, mis dedos ensalivados abren su hendidura escuchándolo gimotear, admirarlo despojado acaba con mi cordura por lo que ingreso en él para tomarlo, lo bebo a grandes sorbos, pruebo su febril calidez dejando mis huellas desde sus cabellos hasta el límite de su sombra; lo veo temblar bajo mi cuerpo recibiéndome por completo, lo oculto de cualquier fantasma, de cualquier presencia, de su propia esposa.
Pierdo la razón, me intoxico, mi corrupto corazón no está contento si no lo retiene sólo para él.
Los envites sordos resuenan junto a los jadeos que intento callar besándolo profundo, me adueño de su voz tragándola igual a la miel de flores, el inmenso placer me saca un sonido gutural de la garganta; somos un desastre, una primavera prohibida y dulce que florece en un abismo.
― ¿Al funcionario Kim le enciende que su esposa pueda descubrirnos? ―pregunto viendo su rostro arrebolado y sus ojos llorosos plagados de deseo, mi lengua lame las lágrimas encontrándolas dulces como lo es todo él. Mi afán por devorarlo sólo incrementa, no podré soltarlo.
―Y-Yo... ¡mhg! ―se dobla cuando rozo determinado punto en su interior.
―Me siento igual ―digo aumentando el ritmo de las embestidas, su rostro cae tratando de no gritar pero no se lo permito, le alzo la cabeza e introduzco mis dedos en su boca―. No creo poder saciarme con sólo una vez ―confieso mirándolo maravillado, es la más hermosa de las estaciones, el más bello tesoro que existe en el mundo.
Sé que mi hermana debe estar enfadada, tal vez venga gritando y nos encuentre o esté escribiendo una carta al rey y a la concubina Park para interferir con nuestro viaje, para quejarse de lo egoísta que soy por robarle a su esposo, pero, tener a Tae Hyung ofrendado, abierto y tomado por mí me extravía, me llena el pecho con un sentimiento demasiado poderoso como para ignorarlo o seguir a la razón.
Él mancha la madera de blanco después de que mi mano libre bombeara su entrepierna, perdido en el éxtasis, vuelve a ponerse duro bajo mi toque.
―Su Alteza Real... Jung Kook ―me llama ahogado, inquieto, como si temiera que lo soltara. Mi nombre en su boca borra lejanías, cierra abismos, me sostiene y me quema―, y-ya no puedo sostenerme.
Lo acomodo dejando que se recueste de espaldas a la madera, subo sus piernas sobre mis hombros para volver a mi labor, ambos ingresamos a un lugar más allá del cielo y la tierra donde no existe nadie más que nosotros, donde el lenguaje del amor es la única canción que se oye cuando canta el viento. Mi respiración se detiene, mi corazón se acelera y todo mi ser lo llama, nada en mí me pertenece, todo es suyo, mi respiración, mi vida, mi sombra.
Muero y revivo en su presencia.
―Te amo ―musito inclinándome al sentir que volverá a liberarse, le ofrezco mi aliento a cambio del néctar de sus labios en flor, lo abrazo poseyéndolo profundo hasta que lo mancho.
―Te amo ―me imita devolviéndome el abrazo ofrendado, entregado a mí.
Después de que lo convenzo para fundirnos una vez más, debo partir, arreglo mis ropas reacio a pasar el resto de la noche en soledad, a exponerme al frío que luchará por robarme su calor. Él también se viste, da un paso tambaleante por eso lo sostengo.
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ANHELO REAL - KookTae
Fanfiction─Saludos, Su Alteza Real ─su voz estremece el aire, no paso por alto las miradas disimuladas de las criadas y las sonrisas que quieren ocultar y no entiendo el disgusto que me generan. No debería importarme. ─Retírense ─ordeno antes de invitarlo a o...