열 일곱

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El crepúsculo juega en el alto cielo donde sus colores se despliegan como rollos de seda que enredan al sol, el estudio del rey Min es iluminado por las lámparas que un eunuco prende ajeno a la discusión que se lleva a cabo, el ministro Seok Jin insiste en parar los preparativos de guerra de inmediato pero, por primera vez, es el otro ministro Kim el que se opone con firmeza.

─Desperdiciaremos recursos al dejarlos continuar, el invierno acaba de pasar, por lo que nadie tiene granos de sobra. La marcha de las tropas desde la capital hasta la frontera consumirá una gran parte de las reservas en soldados y animales, mientras ellos avancen por territorio enemigo no sabemos si podrán abastecerse hasta que logremos la victoria ─insiste posando ambas manos sobre la mesa de madera donde la nueva información recibida poco antes reposa ajena al revuelo que causa.

─No podemos hacerle saber a nadie sobre las nuevas noticias, el gran Señor del clan Uh no dudará en traicionarnos si detenemos la guerra.

─El clan Uh se enterará tarde o temprano de la nueva situación política del reino enemigo.

─No si interceptamos sus mensajes y los cambiamos por información falsa ─sugiero─, pero antes de cualquier gran movimiento, deberíamos asegurarnos de que no es una trampa.

─El quinto príncipe tiene razón, si su rey realmente cayó enfermo y se avecina una lucha en su corte nosotros tendremos una gran ventaja pero si es una trampa, nos pondremos en peligro.

─Pidamos una reunión en una zona neutra y garantías del ministro Dan Woo, Su Majestad ─digo mirando a mi padre beber un sorbo de té.

En la siguiente reunión con los demás, el Monarca explica el despliegue de las tropas señalado en el mapa, habla de las tácticas y los generales que dirigirán la campaña. Entre los congregados, el Gran Señor del Clan Uh, escucha atento como si se preparara para servir en el frente, otros también hacen sus sugerencias y poco a poco, la estrategia se arma lista para cuando las tropas partan. La noche cerrada no despierta ni a las estrellas ni a la luna para acompañarla, parece querer estar sola, llevando una tela negra que quiere cegar al cielo, los pasos de todos los que fuimos convocados resuenan en el camino de piedra siendo guiados por la calidez del fuego de las lámparas al lado del sendero; los sirvientes que esperaron a los miembros reales se retiran también con sigilo bajo el canto de pájaros misteriosos a lo lejos.

De regreso a mis aposentos, el eunuco Dong ordena los últimos preparativos del día, me quito el traje y se apagan las luces mientras me acuesto. Poco a poco, la guardia nocturna hace su cambio, la cantidad de personas despiertas en el palacio disminuye, con la penumbra reinando los corredores, me levanto, busco la túnica que preparé de antemano, vuelvo a calzarme y salgo del palacio sin que nadie me vea. Mi corazón late apresurado en todo el camino, danza eufórico recordando los pasos que seguía cuando visitábamos la tienda del funcionario Kim por las noches, libre de los grilletes que yo quise ponerle cuando Tae Hyung se alejó y se burla de mis intentos por olvidar, mofándose de todo lo que dije hasta que llego a mi destino. No toco la puerta principal de la casa, rodeo el edificio hasta otro umbral donde un sirviente me recibe en silencio, caminamos por los pasadizos a la luz de una única vela que titila débil, amenazando siempre con apagarse, se detiene en un pequeño patio, me hace una seña antes de retirarse y veo cómo su silueta se pierde entre las sombras.

Sigiloso, toco una vez y la espera parece eterna hasta que Tae Hyung sonríe para mí. Dentro de la alcoba, la luz es abundante por la cantidad de pequeñas lámparas que se dispersan creando un ambiente acogedor, en una mesa baja, una tetera y algunos platillos reposan jugando con el paisaje del biombo a sus espaldas, al otro lado, la colcha extendida con dos almohadas lleva un alegre estampado y una atrevida promesa que simula una cálida noche de bodas preparada para dos amantes locos el uno por el otro. Tae Hyung me mira esperando que termine con mi inspección antes de arrastrarme hacia la mesa, sirve las dos pequeñas copas con delicadeza mientras admiro sus movimientos grabándolos en mi memoria, queriendo recordar cada uno por siempre.

ANHELO REAL - KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora