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Habían pasado dos meses desde la desaparición de Zhan. Yibo no lo encontró por ningún maldito lugar. Trabajo con Yu pero este le aseguro que no sabía nada, su padre no se fue de su casa, incluso parecía una rata rodeando aquel lugar. La revista, los negocios iban en orden, así como él siempre quiso, pero no era feliz, no lo era, la única persona que necesitaba para serlo parecía que se lo había comido la tierra.

Estaba comenzando a sentir que no había esperanza, lo había dejado de buscar y sentía que el poco calor en su pecho, el calor que las caricias que el menor le dio estaban comenzando a desaparecer de su cuerpo.

Salió como todos los días de la empresa, subió a su carro para ir hacia la mansión. Tenía su cabeza recargada en la ventana observando la ciudad y el cielo que comenzaba a nublarse, pero algo llamo su atención. Un chico de piel blanca, gorra negra, cubrebocas del mismo color, ropa completamente negra, mirando a los lados mientras compraba lo que parecía comida rápida.

—¡Detén el maldito auto! —ordenó Yibo

—Pero señor, estamos a mitad del tráfico.

Yibo no escucho, solo abrió la puerta y corrió entre las personas, su corazón latía con tanta fuerza que sentía que se le iba a salir, rogaba que fuera él. Su corazón estaba tan desesperado que no le importó nada más que volver a verlo.

—¡Zhan! —gritó y el chico dejo la comida para salir corriendo —¡Mierda!

Había sido un idiota por gritar, se quito la maldita corbata para luego aventar su saco a mitad de la acera, mientras aflojaba dos botones de su camisa sin detenerse. El chico se adentro a una calle con muchas personas mientras se movía de un lado a otro, para suerte del mayor el chico era alto y no era tan fácil perderlo de vista. Sin embargo, era rápido, más rápido de lo que quisiera, después por un instante este desapareció, giro a muchos lados mientras las personas caminaban a su lado, luego vio un callejón y una sombra, corrió hasta ese lugar adentrándose para darse cuenta que era un callejón sin salida, además de que Zhan no estaba ahí.

El frío de una navaja colocada en su cuello lo hizo detenerse.

—¿A quién mierda buscas? —la voz de quien portaba la navaja era gruesa y eso lo hizo sentir un escalofrío al mayor, sus esperanzas se habían ido... —te cortaré el cuello si no hablas.

—Buscaba un chico, este —como pudo sacó su celular —su nombre es Xiao Zhan estuvo por mucho tiempo en grandes revistas

—Oh, es hermoso, es una lastima —pronunció el chico. —Que ese chico tenga un mes muerto —Yibo se congeló ante eso.

—No es cierto, eso es mentira —poco le importaba cortarse con el cuchillo o pelear, empujo al chico tomándole del cuchillo, con su propia mano empuñando la navaja acorraló al chico contra la pared y lo miro —¿Cómo sabes eso?, ni su padre ha hablado de aquello. ¿Por qué lo sabrías tú?

—El chico fue contra el líder la mafia para suplicarle algo relacionado con su padre, el jefe no lo aceptó y el le suplico, mi jefe lo mandó a matar cuando el chico indagó más sobre aquel tema. —saco su móvil —este es el chico —le mostró la foto de Zhan en el suelo con sangre. —mi jefe no es malo le dio una santa sepultura en el crematorio central, ahí encontrarás la tumba.

Yibo soltó al chico y la navaja, sintió como la lluvia comenzaba a caer, su cuerpo estaba entumecido. Su mente divagaba sin entender cómo todo había terminado así, como un juego divertido, sexo y solo eso, había terminado tan fríamente. Comenzó a caminar por la fría ciudad, vio a las personas correr para ocultarse de la lluvia que caía con fuerza, pero poco le importaba, solo siguió su camino, quizá solo había sido engañado por un tipo desconocido, sin embargo, dentro de él comenzaba a darse cuenta que aquello no era tan alejado de la realidad pues tenía días que incluso en el bajo mundo este no había sido encontrado, no hubo señal alguna y parecía que se lo tragó la tierra. La foto era real, estaba su hermoso lunar y la delicadeza de sus labios manchados de carmesí. Sus manos ahora se sentían vacías, aquellos momentos, se estaba desvaneciendo como el agua entre sus dedos, su último recuerdo era haberlo visto durmiendo. Juro vengarse de quienes le habían hecho daño, pero no lo hizo porque solo pensaba en tenerlo de regreso. A nadie le importo Zhan, a nadie le importo que desapareció, creían que volvería como siempre lo hacía. Era su culpa, estaba claro, si no hubiera sido un cobarde, si tanto le hubiera dicho la verdad, quizá el corazón solo y triste de Zhan no hubiera necesitado una venganza, una que un chico podría lograr, era claro que era un ratón entrando en la jaula de lobos.

No supo cuando el sol había comenzado a salir, si no hasta que el reflejo de la pequeña vitrina del crematorio, donde las cenizas quedaban puestas en pequeños lugares, donde las familias iban a verlas, reflejo en su rostro. Ahí estaba un jarrón blanco con letras claras "Xiao Zhan", sin fotos, sin flores, solo, si solo como siempre estuvo. Yibo no pudo más y sus piernas se doblaron, sus manos cubrían su rostro y las lágrimas caían en silencio que fue interrumpido por un doloroso sollozo.

—Lo siento... lo siento... lo siento —solo era lo que salía de su boca.

A lo lejos un hombre de traje negro cabello semi largo y anteojos lo observaba con detalle.

—Wei Ying, es hora de irnos —dijo otro hombre mayor con un aspecto frío, de traje quien abrió la puerta de un auto negro.

—Si jefe, adiós Yibo —dijo el joven hombre subiéndose a este.

Yibo levantó su rostro porque estaba seguro que había escuchado la voz de Zhan, giro por todos lados para darse cuenta que no había nadie a su alrededor. Dio un suspiro ahogado y se quedó ahí en silencio. Y el que alguna vez fue su frío corazón que fue calentado por la sonrisa de aquel hermoso chico ahora se volvía a congelar. En un cálido y triste verano. 

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"Linea peligrosa" // YiZhan // ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora